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ArribaAbajoEl comportamiento de los precios de los bienes no comerciables en Europa: evidencia e interpretación2

José de Gregorio



Fondo Monetario Internacional

Alberto Giovannini



Universidad de Columbia, NBER y CEPR

Thomas H. Krueger



Fondo Monetario Internacional


1. Introducción

Los problemas recientes del Mecanismo de Cambios (MCE) del Sistema Monetario Europeo han provocado que se cuestione la viabilidad de una estrategia para lograr una unión monetaria basada en el gradualismo y en la convergencia de las tasas de inflación y de otros indicadores macroeconómicos. De hecho, uno de los principales problemas a que se enfrentan varios países europeos es la consecución de la convergencia en inflación: la persistencia de diferenciales de inflación continúa siendo una de las principales preocupaciones económicas en Europa.

En particular, los países que han experimentado una apreciación real (un incremento de su nivel de precios respecto a los niveles de precios exteriores) han mantenido diferenciales persistentes de inflación entre bienes comerciables y no comerciables. Este fenómeno -el descenso del precio relativo de los bienes comerciables respecto a los no   —14→   comerciables- puede ser causado por un cierto número de factores, cada uno de los cuales genera diferentes implicaciones para la política económica. La experiencia reciente de los países europeos ha estado también sometida a interpretaciones diferentes. De acuerdo con algunos observadores, la reciente experiencia europea es el resultado de un desalineamiento en los tipos de cambio, lo cual provocó la crisis del MCE. Para otros observadores, la evolución de los precios relativos de los bienes comerciables y no comerciables es la respuesta de equilibrio a las perturbaciones originadas en el sector real de la economía y, como tal, no justifica una política monetaria intervencionista y menos aún realineamientos de los tipos de cambio.

Este artículo trata de identificar las causas de las fluctuaciones de los precios relativos de los bienes comerciables en términos de los no comerciables. Se utiliza un modelo de una economía abierta para analizar las cinco mayores economías europeas: Francia, Alemania, Italia, España y el Reino Unido. El modelo es una extensión de la clásica economía de dos sectores en la tradición australiana, donde se supone que el trabajo es el único factor (ver Salter, 1959; Swan, 1960 y la ilustración de Dornbusch, 1980). El sector de bienes no comerciables es de competencia imperfecta y presenta libertad de entrada. El gasto y la renta de los consumidores son resultado de un problema de optimización dinámica.

El mercado de trabajo juega un papel crucial en la economía pues transmite las perturbaciones al salario real y al tipo de cambio real. Postulamos una negociación centralizada, donde los sindicatos actúan como monopolistas fijando el salario y los empresarios deciden el nivel de empleo. El elemento clave de este mercado es que los objetivos de salario real y de nivel de empleo de los sindicatos están por encima de la curva de demanda de trabajo. El salario real objetivo podría determinarse, por ejemplo, mediante expectativas de un tipo de cambio real no sostenible (Giovannini, 1990)3. También consideramos un gobierno que financia sus gastos en bienes no comerciables mediante impuestos de tanto alzado.

El modelo apunta varias causas del incremento del precio relativo de los bienes no comerciables4. Estas causas son: a) progreso tecnológico más rápido (crecimiento de la productividad total de los factores) en el sector de bienes comerciables; b) cambios en la demanda hacia   —15→   bienes no comerciables y c) presiones sobre el salario real. Cada uno de estas perturbaciones exógenas tiene implicaciones para la productividad del trabajo, la balanza por cuenta corriente y la composición sectorial de la producción agregada.

De forma consistente con la hipótesis Balassa-Samuelson (Balassa, 1964 y Samuelson, 1964), en nuestro modelo el progreso tecnológico en el sector de bienes comerciables lleva a un aumento de la demanda de trabajo, a un incremento en el salario real (debido a presiones de demanda en el mercado de trabajo) y, como resultado, a un incremento del precio relativo de los bienes no comerciables. En este caso, la productividad media del trabajo aumenta, así como la proporción de bienes comerciables en la producción total.

Un incremento temporal de las compras de bienes no comerciables por parte del gobierno lleva a un aumento del gasto total. Como resultado, los empresarios del sector de bienes comerciables despiden trabajadores y aumenta la productividad media del trabajo. El aumento del gasto lleva a un déficit por cuenta corriente y a una reducción de la proporción del sector de bienes comerciables sobre la producción total. Un cambio en las preferencias del sector privado hacia un mayor consumo de bienes no comerciables provoca efectos similares.

Finalmente, un incremento del salario real objetivo lleva a un empeoramiento de la balanza por cuenta corriente, una caída de la producción de bienes comerciables, un aumento de la productividad media del trabajo en el sector de bienes comerciables y un incremento del precio relativo de los no comerciables.

A continuación, aplicamos el modelo a los datos, analizando el comportamiento conjunto de la balanza por cuenta corriente, el precio relativo de los bienes no comerciables, la productividad media del trabajo por sectores, el gasto del gobierno y la composición sectorial de la producción agregada. Además, proporcionamos evidencia econométrica de los determinantes del tipo de cambio real. Nuestros resultados revelan que cambios en la demanda del sector privado, así como un crecimiento más rápido de la productividad en el sector de bienes comerciables, son factores importantes para explicar la apreciación de los tipos de cambio reales en Europa. Además, el ajuste lento de los precios de los bienes no comerciables, interpretado en este trabajo como una falta de credibilidad que genera presiones sobre los salarios reales objetivo, puede haber desempeñado un papel importante en Francia y en Italia desde la segunda mitad de los años setenta y en España y en el Reino Unido desde la segunda mitad de los ochenta. Por el contrario,   —16→   el gasto del gobierno no parece haber desempeñado un papel principal, a través de su impacto en la demanda de bienes no comerciables, en la evolución del tipo de cambio real.

El resto del trabajo se divide en cuatro secciones. La sección 2 ilustra el problema y la llamativa tendencia seguida por el precio relativo de los bienes no comerciables en la mayoría de los países europeos que analizamos. La sección 3 presenta el modelo. La sección 4 discute la aplicación del modelo a los datos. Por último, la sección 5 contiene algunos comentarios finales.




2. La evolución de los tipos de cambio reales en Europa

Esta sección compara la evolución de dos definiciones alternativas del tipo de cambio real en nuestro conjunto de países. Esa evolución se muestra en el gráfico 1. La primera medida del tipo de cambio real, a la que nos referiremos en el resto del artículo, corresponde al precio relativo de los bienes comerciables respecto a los no comerciables. La industria se define como el sector de bienes comerciables y los servicios como el de no comerciables. Aunque no se incluyen algunos sectores (y en la industria existen productos no comerciables internacionalmente igual que en el sector servicios existen bienes comerciables) esta simplificación facilita las comparaciones entre países, ya que proporciona homogeneidad en la construcción de las variables. Denotaremos por q1 este tipo de cambio real (interno), definido como:

Ecuación

donde pT y pN son, respectivamente, los deflactores del valor añadido de los bienes comerciables y no comerciables.

La otra medida, más convencional, del tipo de cambio real es el ratio entre el nivel de precios externo y el nivel de precios interno (en el resto de la discusión se normaliza el tipo de cambio nominal a uno). Para medir los niveles de precios utilizamos los deflactores del Producto Interior Bruto (PIB). Para calcular el índice de precios externo consideramos las cinco mayores economías europeas (Francia, Alemania, Italia, España y el Reino Unido). Este índice se calcula como una media geométrica de los precios de los otros países, usando las ponderaciones

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Gráfico 1

  —18→  

Gráfico 1

  —19→  

Gráfico 1

derivadas del modelo multilateral de tipos de cambio (MERM) (Artus y McGuirk, 1981). Este índice se denota por q2,

Ecuación

donde p* es el precio externo agregado y p es el precio agregado interno.

Una diferencia importante entre las dos medidas del tipo de cambio real es que mientras q1 puede tener la misma tendencia para todos los países, las tendencias en q2 han de cancelarse en la economía mundial. La razón es que q1 mide un precio relativo entre dos bienes internos y, por contra, q2 mide un precio relativo entre un bien interno y otro externo.

Vale la pena resaltar dos características importantes del gráfico 1. En primer lugar, que el precio relativo entre bienes comerciables y no comerciables tiene una tendencia negativa en Francia y especialmente en Italia, España y el Reino Unido. En Francia la reducción entre 1975 y   —20→   1990 es de un 14 por ciento, en Italia del 29 por ciento, del 24 por ciento en España y del 28 por ciento en el Reino Unido. En Alemania este precio relativo cayó ligeramente hasta 1984 y luego se incrementó un 4 por ciento hasta 19875.

En segundo lugar, en contraste con la evolución del precio relativo de los bienes comerciables respecto de los no comerciables, los deflactores relativos del PIB parecen mostrar mayores fluctuaciones y ninguna tendencia clara a largo plazo. En particular, el comportamiento de q1 y q2 en Francia, Alemania y el Reino Unido son bastante diferentes. En Francia, por ejemplo, el deflactor relativo del PIB muestra una tendencia alcista, es decir, una apreciación real. De todos modos, las dos medidas del tipo de cambio real tienen un comportamiento similar en los casos de Italia y España.

Para explicar las notables diferencias entre las dos medidas del tipo de cambio real es útil mostrar la relación entre ellas. Como los precios agregados son una media de los bienes comerciables y no comerciables, tenemos que:

(1)

Ecuación

(2)

Ecuación

Suponiendo las mismas ponderaciones para los bienes comerciables 5, no comerciables entre países (y = y*), es fácil mostrar que la relación entre las dos medidas del tipo de cambio real viene dada por:

(3)

Ecuación

Como indica la ecuación (3), un incremento de q1 provocará también un aumento de q2 siempre que q*1 y el ratio pT* /pT no varíen mucho. Sin embargo, si el precio relativo de los bienes comerciables dentro del país desciende menos que en el exterior, se producirán simultáneamente una apreciación real en q1 y una depreciación real en q2. Este parece ser el caso en Francia y Alemania, donde la fuerte apreciación real de q*1 (Italia, España y el Reino Unido) domina a las   —21→   fluctuaciones del precio relativo interno entre comerciables y no comerciables. En contraste, los patrones similares para q1 y q2 en Italia y España (al menos desde un punto de vista de largo plazo) muestran que la fuerte apreciación real experimentada por q1 en esos países no se ve contrarrestada por los otros términos en el lado derecho de (3).

Además, la ecuación (3) indica que los cambios en la relación de intercambio, pT* /pT, podrían también ser responsables de una relación negativa entre q1 y q2. Por ejemplo, una apreciación real en q1 podría darse simultáneamente con una depreciación real en q2 si hay un descenso acusado en la relación de intercambio (un aumento en pT* /pT). Esos cambios en la relación de intercambio podrían ocurrir debido a un fallo de la ley de un solo precio o debido a que la composición de los bienes comerciables es diferente entre países. Este es quizá el caso del Reino Unido, donde q1 y q2 han mostrado diferencias notables desde 1981.

En conjunto, puede concluirse que a pesar del comportamiento poco claro a largo plazo de las medidas convencionales del tipo de cambio real (q2), el precio relativo de los bienes comerciables respecto de los no comerciables parece mostrar, en general, una tendencia decreciente. Esto es, la tasa de inflación experimentada por los precios de los bienes no comerciables ha sido mayor que la de los precios de los bienes comerciables. La magnitud de este diferencial de inflación es, sin embargo, muy diferente en distintos países. El resto de nuestra discusión tratará de explicar las causas de este hecho.




3. Un modelo del tipo de cambio real

Esta sección presenta un resumen informal del modelo intertemporal para una economía abierta con dos sectores desarrollado en el Apéndice 1. El modelo se centra en los movimientos conjuntos de precios relativos, productividad y salarios. Estas variables se relacionan con tres tipos de perturbaciones: progreso tecnológico, una elevación salarial y una perturbación en la demanda en forma de cambios en el gasto público o en la demanda del sector privado. El marco intertemporal nos permite también analizar el comportamiento de la balanza por cuenta corriente. Además, introduciendo restricciones sobre las preferencias y la tecnología, podremos derivar del modelo un conjunto de predicciones susceptibles de ser contrastadas empíricamente.

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El problema del consumidor es asignar óptimamente sus recursos entre dos grupos de bienes, comerciables y no comerciables. Las preferencias son separables y el problema de decisión del consumidor puede dividirse en dos etapas: primero, el consumidor asigna riqueza entre consumo presente y futuro (por sencillez, todos los periodos futuros se agrupan en el modelo en un único periodo); en segundo lugar, la riqueza asignada a un periodo se reparte entre consumo de comerciables y no comerciables. La restricción de recursos del consumidor representativo se determina por el valor presente de la producción de bienes comerciables y no comerciables; por sencillez, los activos financieros iniciales son cero y el consumidor, como los otros agentes de la economía, toma como dado un tipo de interés mundial constante.

En este modelo el sector público afecta a la economía mediante efectos riqueza y a través de su patrón de gasto. El gasto público se supone dedicado por completo a la adquisición de bienes no comerciables. Un aumento del gasto público provoca, por tanto, una reasignación de recursos hacia los bienes no comerciables, lo cual tiene implicaciones para la producción relativa sectorial, los precios y la productividad (véase más abajo)6.

El problema del productor consiste en asignar óptimamente entre sectores un único factor, el trabajo, tomando como dado el salario. En el sector de bienes comerciables la producción muestra rendimientos decrecientes a escala y la empresa representativa está sujeta a la ley de un solo precio (siendo cada país precio-aceptante). Por esta razón, las decisiones de producción sobre los bienes comerciables son independientes de la demanda interna de esos bienes. El sector de bienes no comerciables es monopolísticamente competitivo. El número óptimo de variedades de bienes no comerciables y el número de empresas en este sector se determinan endógenamente y dependen de la tecnología subyacente y de las condiciones de la demanda. La tecnología presenta rendimientos crecientes a escala y, con costes fijos, cada variedad de bienes no comerciables será producida por una sola empresa. En equilibrio, los beneficios en el sector de bienes no comerciables son cero y el margen sobre costes que se carga al consumidor privado para formar el precio es el necesario para recuperar los costes fijos.

La regla de formación de precios de las empresas en el sector de bienes no comerciables consiste en fijar el ratio precio sobre costes   —23→   marginales igual a uno más un margen constante (denotado por e). La tecnología en el sector de bienes no comerciables es tal que se requiere una unidad de trabajo para producir aN unidades de bien. Por tanto, los costes marginales serán iguales a W/aN, donde W es el salario y el precio de los no comerciables vendrá dado por

(4)

Ecuación

En consecuencia, el tipo de cambio real será

(5)

Ecuación

El modelo supone que las funciones de demanda tienen elasticidad-precio constante (J en valor absoluto) y, en consecuencia, el margen será independiente del resto de parámetros (igual a (1 + J)-1). Entonces, la vía principal a través de la cual afectan la mayor parte de las perturbaciones al tipo de cambio real es el salario.

Un elemento esencial del modelo es un mercado de trabajo no competitivo. Sus características son similares a las de un modelo de negociación centralizada donde existen trabajadores dentro y fuera de la población ocupada. Se supone que existe un único sindicato que tiene como objetivos no restringidos un salario real (w) y un nivel de empleo (L). La combinación de w y L está por encima de la curva de demanda de trabajo (Ld) que resulta de la solución óptima del problema del productor descrito más arriba. Bajo el supuesto de que las empresas escogen el nivel de empleo óptimo, dado el salario real fijado por el sindicato, éste resuelve en cada periodo el siguiente problema cuadrático de optimización para calcular su salario real (w) óptimo (en términos de consumo):

(6)

min (L - L)2 + s(w - q)2

sujeto a

(7)

L = Ld(w)

El modelo nos permite integrar los diferentes elementos de la economía -problema del consumidor, sector público, problema del productor- y combinarlos con la función objetivo del sindicato descrita más arriba. El resultado es una solución explícita para el salario   —24→   real de equilibrio como función del salario real objetivo, del nivel de empleo objetivo, de la ponderación que el sindicato haga de sus dos objetivos (s en la ecuación anterior), de la productividad total de los factores y de los parámetros de preferencias y tecnológicos.

Con estos resultados, nos encontramos en disposición de calcular los efectos de cambios en las variables exógenas. Nos centramos en cuatro tipos de perturbaciones: cambios en la productividad total de los factores en los sectores de bienes comerciables (aT) y no comerciables (aN), una elevación del gasto público (g), un cambio en las preferencias del sector privado hacia los bienes no comerciables (un incremento de Ø) y un cambio en el salario real objetivo (w). Una vía crucial mediante la que estas perturbaciones afectan a las variables endógenas es a través de su impacto en el salario nominal. Para facilitar la discusión subsiguiente, la siguiente ecuación resume la respuesta del salario nominal a las distintas perturbaciones (el signo bajo cada variable corresponde al signo de la derivada parcial)7:

(8)

Ecuación

El cuadro 1 resume los resultados de los ejercicios de estática comparativa para las principales variables endógenas: el tipo de cambio real (pT / pN), la balanza por cuenta corriente (CA), la productividad media del trabajo en los sectores de bienes comerciables y no comerciables (yT/ lT y yN/ lN, respectivamente) y la proporción nominal y real de la producción de bienes comerciables sobre la producción total (sT).

Ecuación

  —25→  

Un aumento del gasto público en un periodo incrementará la demanda de trabajo y consecuentemente elevará los salarios nominales, causando una apreciación del tipo de cambio real, un deterioro de la balanza por cuenta corriente y un descenso de la proporción de los bienes comerciables en la producción total. Los efectos de un aumento en el salario real objetivo son similares, excepto en los efectos sobre la demanda de trabajo. Un incremento del salario real objetivo eleva directamente los salarios, lo cual reduce la demanda de trabajo y el empleo. La elevación salarial incrementará el precio de los bienes comerciables y provocará una apreciación del tipo de cambio real, ya que el precio de los comerciables es exógeno a la economía.

Las proporciones de gasto privado (nominal) son exógenas y el modelo supone una elasticidad de sustitución unitaria entre bienes. Por tanto, las perturbaciones en las preferencias pueden analizarse como cambios en la proporción de gasto privado en bienes no comerciables (Ø)8. Un incremento de Ø corresponde a un cambio en las preferencias a favor de los bienes no comerciables. Este parámetro afecta a las principales variables endógenas a través de sus efectos sobre los salarios. Para examinar estos efectos es suficiente verificar que un incremento de Ø eleva la demanda agregada de trabajo, con el consiguiente aumento en los salarios. La razón de este resultado es que la demanda de trabajo en el sector de bienes no comerciables se eleva como resultado del incremento en la demanda de esos bienes, mientras que la demanda de trabajo en el sector de bienes comerciables es independiente de la demanda interna de bienes comerciables ya que la demanda total de bienes comerciables es perfectamente elástica. Así, como en el caso del gasto público, el efecto de perturbaciones en las preferencias sobre el tipo de cambio real, la balanza por cuenta corriente y la productividad del trabajo se hace explícito mediante sus efectos sobre la demanda de trabajo.

Los modelos tradicionales del tipo de cambio real en el espíritu Balassa-Samuelson interpretan los fuertes cambios observados en el precio relativo de los bienes no comerciables y en la productividad relativa del trabajo entre sectores en términos de un incremento de la productividad total de los factores en el sector de bienes comerciables. Estos efectos, como confirma el cuadro, también ocurren en nuestro modelo.   —26→   El cuadro, sin embargo, muestra que incrementos en la demanda de bienes no comerciables y en el salario real objetivo tienen efectos cualitativamente idénticos sobre la productividad del trabajo y sobre el precio relativo de los bienes no comerciables. De hecho, en todos estos casos se observaría que la productividad del trabajo en el sector de bienes comerciables crece por encima de la productividad en el sector de bienes no comerciables y que el tipo de cambio se aprecia. Sin embargo, mientras que el impacto positivo de aT sobre la productividad del trabajo en el sector de bienes comerciables es el resultado de una expansión de la producción con una expansión menos que proporcional del empleo, el impacto positivo de g y w sobre la productividad del trabajo en el sector de bienes comerciables es el resultado de una reducción en el empleo y una contracción en este sector.

Una diferencia importante entre los efectos de aT y los efectos de g y w reside en el impacto sobre la balanza por cuenta corriente y sobre la proporción de las producciones sectoriales. Un aumento temporal de la productividad mejora la cuenta corriente y eleva la proporción de bienes comerciables, mientras que un aumento del gasto público así como una elevación del salario real objetivo provocan un deterioro de la balanza por cuenta corriente y reducen la proporción de bienes comerciables.

Un aumento permanente de aT tiene los mismos efectos que un aumento transitorio, excepto sobre la balanza por cuenta corriente. Un aumento transitorio en la productividad del sector comerciable mejora inequívocamente la balanza por cuenta corriente. Por otra parte, el efecto de una perturbación permanente en la productividad del sector comerciable es ambiguo y depende de los efectos de la productividad sobre la senda de salarios y del signo inicial de la balanza por cuenta corriente.

Los efectos de la productividad total de los factores en el sector de bienes no comerciables (aN) sobre las principales variables de interés es ambiguo en muchos casos. La vía principal mediante la que aN afecta al resto de las variables es su impacto sobre los salarios, los cuales -como vimos arriba- no tienen signo definido. Podemos presumir, no obstante, que un incremento en la productividad del sector de bienes no comerciables eleva la producción de ese sector. Es decir, en el caso de que los salarios nominales se eleven con aN, este aumento de los salarios no será suficiente para contrarrestar el efecto directo que aN tiene sobre la producción en el sector de bienes no comerciables. Este es el supuesto implícito en la columna para aN del cuadro 1.



  —27→  
4. Interpretación

Esta sección está dedicada a dar una interpretación de la evolución del tipo de cambio real en los distintos países, usando los principales resultados del modelo desarrollado en la sección anterior. Aunque los efectos de las diferentes perturbaciones son difíciles de separar, el examen conjunto de todas las variables puede arrojar luz sobre cuáles fueron las causas fundamentales de la evolución habida en el precio relativo de los bienes no comerciables respecto a los comerciables.


4.1. Un examen informal de la evidencia

Para cada país se presentan cuatro gráficos en el Apéndice 3. Estos gráficos contienen el tipo de cambio real (precio relativo de los bienes comerciables), un índice de las diferencias sectoriales en la productividad del trabajo y en la productividad total de los factores, las proporciones de las producciones sectoriales en el PIB real y las balanzas comercial y por cuenta corriente. En el gráfico A3.6 también presentamos la evolución del consumo público para todos los países. Después de una discusión informal de los gráficos, se presenta evidencia econométrica sobre la determinación del tipo de cambio real. La descripción de los datos está contenida en el Apéndice 2.

La evolución de las diferencias sectoriales en la productividad del trabajo y en la productividad total de los factores muestra diferencias notables en la mayor parte de los países. Sólo en Italia ambos índices se mueven relativamente cercanos. Por el contrario, en Alemania el crecimiento de la productividad total de los factores en el sector de bienes comerciables (respecto a los no comerciables) ha sido más rápido que el crecimiento de la productividad del trabajo. De hecho, el gráfico A3.2 muestra que la productividad del trabajo ha crecido en ambos sectores a una tasa similar. En el extremo opuesto se encuentran Francia y el Reino Unido, donde la productividad del trabajo en el sector de bienes comerciables crece más rápidamente que la productividad total de los factores. Aunque las razones para estas discrepancias pueden variar entre países, es interesante recalcar que la interpretación de la evolución de los tipos de cambio reales usando la productividad del trabajo en lugar de la productividad total de los factores puede llevar a conclusiones equivocadas.

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Un elemento común entre países, también con la excepción de Italia, es que la proporción de la producción del sector de bienes comerciables (no comerciables) sobre la producción total ha mostrado una tendencia a la baja (al alza). Esta tendencia ha sido más pronunciada en los casos de Francia y Alemania. Como se mostró en la sección anterior, si el crecimiento de la productividad en el sector de bienes comerciables es la causa principal para una apreciación real, uno esperaría que la proporción de bienes comerciables se hubiera incrementado. Por tanto, los factores de demanda (pública y privada) así como las presiones salariales deben de haber jugado un papel importante a la hora de explicar la evolución de los tipos de cambio reales9.

Después de la segunda crisis del petróleo, todos los países, excepto el Reino Unido, muestran un deterioro de las balanzas comercial y por cuenta corriente que continuó hasta los primeros años ochenta. Después existe una mejoría que, por un lado, se paraliza en Francia y Alemania y, por otro lado, revierte hacia un empeoramiento en Italia, España y el Reino Unido durante la segunda mitad de los ochenta. Esta evidencia es consistente con las implicaciones de la evolución de las participaciones de los sectores en la producción total, en el sentido de que existen otros factores aparte de la productividad que deben de haber jugado un papel importante.

En relación al consumo público, el gráfico A3.6 muestra que no existe una tendencia fuerte que pudiera explicar el significativo descenso del precio relativo de los bienes comerciables, especialmente en Italia y el Reino Unido. Sólo en el caso de España el consumo público como proporción del PIB se elevó de manera constante desde el 11 por ciento en 1975 hasta el 14 por ciento en 1990.

Es interesante subrayar el caso de Alemania ya que la evolución de la productividad total de los factores y de las proporciones sectoriales en la producción total (que indican un cambio en la demanda hacia los bienes no comerciables) sugerirían que el tipo de cambio real debería haberse apreciado en lugar de depreciarse según muestra el gráfico A3.2. Esta evidencia sugiere que las presiones salariales se moderaron lo suficiente como para evitar una apreciación real. Esto pueden deberse en parte al hecho de que Alemania ha jugado un papel de ancla nominal creíble durante este periodo. Con los precios internos y   —29→   externos de los bienes comerciables cada vez más alineados debido a los tipos de cambio crecientemente fijos, el papel de liderazgo en el frente inflacionista pudo sólo conseguirse mediante una inflación relativa más baja en el sector servicios, causada por una contención de los salarios.




4.2. Determinantes del tipo de cambio real

Los datos que hemos recogido pueden someterse a un análisis estadístico más sistemático para descubrir los determinantes del precio relativo de los bienes comerciables en los países incluidos en este estudio. Este análisis es, sin embargo, necesariamente exploratorio ya que la disponibilidad de datos anuales durante un corto periodo de tiempo limita de forma importante el tamaño de nuestra muestra.

La diferencia principal entre nuestro análisis y trabajos empíricos previos sobre tipos de cambio reales (véanse, por ejemplo, Hsieh, 1982 y Froot y Rogoff, 1991a,b) es que las variables explicativas en el conjunto de datos que nosotros hemos construido están más próximas a las variables que se usan en los modelos teóricos. En particular, empleamos la productividad total de los factores en lugar de la productividad del trabajo para todos los países (excepto para España, donde no pudimos encontrar estimaciones fiables de los stocks sectoriales de capital para el periodo muestral que cubre nuestro estudio). Tales productividades totales de los factores, calculadas para bienes comerciables y no comerciables, son notablemente diferentes de la productividad media del trabajo, como se apuntó en la subsección anterior. En contraste con Froot y Rogoff (1991a,b) nosotros también usamos la proporción real del consumo público sobre la renta nacional, que es la variable relevante de acuerdo con la teoría, mientras que ellos utilizan la proporción nominal. Como el consumo público se dedica en mayor medida a adquirir bienes no comerciables, la proporción que el consumo público nominal supone sobre el PIB nominal está por construcción correlacionada con el tipo de cambio real10. Un ejemplo interesante es el caso de Italia, donde de acuerdo con Froot y Rogoff (1991a) el consumo público como proporción del PIB ha crecido 2,9 puntos porcentuales entre 1979 y 1989. Sin embargo, sólo aumentó 0,3 puntos porcentuales en términos reales. Finalmente, incluimos una variable   —30→   para aproximar el parámetro de preferencias Ø de nuestro modelo. Suponiendo unas preferencias Cobb-Douglas intratemporales, sabemos que las proporciones de gasto privado nominal son constantes entre bienes, de modo que a partir de los datos de gasto privado podemos construir una variable que aproxime la variable de interés (véase el Apéndice 2 para los detalles sobre la construcción de esta variable).

Nuestra ecuación de regresión tiene como variable dependiente el logaritmo del tipo de cambio real, definido como el precio relativo de los bienes comerciables. Las variables explicativas son, además de un término constante, la diferencia de los logaritmos de la productividad total de los factores en los sectores de bienes comerciables y no comerciables, el ratio de las compras públicas de bienes y servicios sobre el PIB y la variable de cambios en el gasto privado descrita arriba11.

Los cuadros 2 y 3 contienen los resultados de regresiones efectuadas con varias especificaciones diferentes de la ecuación básica. Se emplearon tanto mínimos cuadrados ordinarios (MCO) como el método de regresiones aparentemente no relacionadas (SURE). Además, las regresiones se han efectuado tanto en niveles como en primeras diferencias. La elección de los niveles frente a las primeras diferencias debería basarse en tests estadísticos de no estacionariedad, los cuales, sin embargo, necesitarían una muestra mucho mayor de la que está disponible. Dadas las limitaciones de los datos, comparamos los resultados de las regresiones en niveles con los obtenidos de las regresiones en primeras diferencias.

Consideremos primero el cuadro 2, que presenta los resultados de las regresiones SURE. El diferencial de productividad entre los sectores de bienes comerciables y no comerciables tiene el signo esperado (negativo) en los casos de Francia, Alemania e Italia, pero no en los casos de España (donde los datos utilizados se refieren a la productividad media del trabajo y no a la productividad total de los factores) y el Reino Unido. No observamos grandes diferencias en la magnitud de los coeficientes estimados del diferencial de productividad entre las regresiones en niveles o en primeras diferencias.

Las otras dos variables en la regresión -el gasto público y la proporción de no comerciables en el gasto privado- tienen un poder explicativo menos consistente. En el caso de Francia las dos variables tienen el signo correcto (negativo) y bajos errores standard, aunque el tamaño

  —31→  

Cuadro 2

  —32→  

de los coeficientes estimados cambia significativamente entre la especificación en niveles y la especificación en primeras diferencias. Tales diferencias habidas entre especificaciones son más marcadas para los otros países. El coeficiente del gasto público tiene el signo esperado y es significativo sólo en los casos de Alemania (regresión en niveles) y en el de España (regresión en niveles), pero pasa a ser no significativo en las regresiones en primeras diferencias. En el caso del Reino Unido, tanto los niveles como las primeras diferencias proporcionan coeficientes significativos de tamaño similar, pero con signo positivo.

La proporción de bienes no comerciables en el gasto privado tiene el signo correcto en los casos de Francia, España (donde, sin embargo, es no significativo) y el Reino Unido (regresión en niveles).

El cuadro 3 muestra las estimaciones SURE y MCO de una especificación distinta, la cual excluye unas veces la variable que representa las perturbaciones en las preferencias y otras veces la variable del gasto

Cuadro 3

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público. Los niveles de confianza se indican mediante asteriscos. Los resultados del cuadro anterior se ven confirmados en términos generales: la variable que tiende a ser significativamente consistente con su signo esperado es el diferencial de productividad. El gasto público toma a menudo un signo positivo y significativo. El cuadro también indica que los residuos de las ecuaciones en niveles parecen estar altamente correlacionados y que tal correlación disminuye cuando se toma una primera diferencia de las series.

Como el tamaño de la muestra hace difícil la discusión sobre la significatividad estadística de las estimaciones de los cuadros 2 y 3, también hemos estimado las ecuaciones con la técnica SURE, esta vez restringiendo los coeficientes de todas las variables, excepto la constante, a ser iguales entre países. Los resultados se presentan en el cuadro 4. La variable que presenta un alto poder explicativo de manera consistente es la proporción de gasto privado en bienes no comerciables. En contraste con los resultados anteriores, los diferenciales de productividad se hacen no significativos en la ecuación en primeras diferencias, mientras que lo contrario sucede con el gasto público. Este comportamiento aparentemente enigmático de las estimaciones de los parámetros, nosotros lo achacamos a las diferencias existentes entre países como se puede detectar en los dos cuadros anteriores.

Para valorar la importancia relativa de los diferentes factores que afectan a la evolución del tipo de cambio real, el cuadro 5 presenta varias estimaciones del impacto que el cambio en cada variable tiene para predecir la variación en el tipo de cambio real durante 1979-89, Para cada país se presentan tres estimaciones. La primera corresponde a la primera regresión de cada país en el cuadro 2. La segunda corresponde a la estimaciones SURE que suponen los mismos coeficientes para todos los países (primera regresión del cuadro 4). La tercera corresponde a otro conjunto de estimaciones donde los parámetros están en línea con las predicciones teóricas y el ajuste en su conjunto es razonablemente bueno: para Francia es la segunda regresión del cuadro 2, para Alemania es la primera regresión del cuadro 3 y para Italia, España y el Reino Unido es la última regresión, para cada país, del cuadro 3. Además, la primera columna del cuadro 5 presenta la variación efectiva en el tipo de cambio real durante 1979-89 y la última línea para cada país (cifras en corchetes) corresponde a la variación efectiva de cada variable explicativa durante el mismo período.

Los resultados del cuadro 5 muestran varios hechos interesantes. Lo primero es que, excepto para España, los efectos del gasto público en

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Cuadro 4

Cuadro 5

  —35→  

la explicación de la apreciación real son relativamente pequeños. Como revela el gráfico A3.6, el consumo público como proporción del PIB ha sido relativamente estable y, por tanto, sus efectos son de poca importancia cuantitativa con independencia del valor de su coeficiente. Sólo en el caso de España la proporción del consumo público en el PIB creció casi 3 puntos porcentuales entre 1979 y 1989 y podría explicar una apreciación real del 15 por ciento12.

Una vía adicional para estimar la importancia del consumo público es llevar a cabo un ejercicio numérico. Consideremos una economía que crece al 4 por ciento con un consumo público del 20 por ciento sobre el PIB. Para reducir la proporción del consumo público en un punto porcentual durante un año es necesario un descenso del 9 por ciento en el consumo público real. Si la semielasticidad del tipo de cambio real con respecto al consumo público es igual a -4 (un valor relativamente alto), la reducción del 9 por ciento en el consumo público resultaría en una depreciación real de sólo un 4 por ciento.

El efecto Balassa-Samuelson parece ser muy importante en Italia y menos en España. En Francia, la importancia de este efecto es pequeña debido a que las productividades totales de los factores en los sectores de bienes comerciables y no comerciables son relativamente similares.

El otro factor explicativo, los cambios en la demanda privada hacia los bienes no comerciables, parece ser también una causa importante de la apreciación real en la mayoría de los países. De hecho, excepto para España, los factores de demanda jugaron un papel significativo en la evolución del tipo de cambio real. En Francia, Alemania e Italia, el aumento en la proporción de los bienes no comerciables en el gasto privado nominal fue de alrededor de 10 puntos porcentuales durante 1979-89 y en el Reino Unido esa proporción creció 13 puntos porcentuales.

Las perturbaciones en los salarios reales no se incluyen en las regresiones, pero podemos extraer alguna información mirando sus residuos. El residuo estimado representa la suma de dos variables: la perturbación autónoma en el salario real discutida en secciones previas y errores ortogonales adicionales. Por tanto, la perturbación autónoma en el salario real, aunque no es observable, puede inferirse de los residuos estimados, bajo el supuesto de que las ecuaciones de regresión están   —36→   -salvo por la no consideración de los salarios reales- bien especificadas. Como es probable que las perturbaciones no observadas en los salarios reales muestren una fuerte persistencia, uno debería mirar a la perturbación implícita en la especificación en niveles, con independencia de si la estimación se efectúa en niveles o en primeras diferencias.

Los gráficos A3.7 (a-c) muestran los residuos de estimar la ecuación en niveles del cuadro 413. Utilizando los residuos obtenidos como una estimación (contaminada por el «auténtico» término de perturbación) del componente exógeno del salario real, se observa que en el caso de Alemania tal componente autónomo del salario real tendió a elevar el precio relativo de los bienes comerciables después de 1980, mientras que en Italia ocurrió lo contrario tras 1979. En Francia y el Reino Unido se observan dos ciclos, también de signo opuesto. En Francia, el componente autónomo del salario real tendió a reducir el precio relativo de los comerciables entre 1977 y 1983, mientras en el Reino Unido hubo un incremento en el componente exógeno del salario real antes de 1975 y después de 1985.

Es tentador, por supuesto, relacionar estos patrones de comportamiento con el tono de la política monetaria. En presencia de contratos salariales, una desinflación imperfectamente creíble puede producir el equivalente de una perturbación salarial que llevase a una caída del precio relativo de los bienes comerciables. El patrón observado para Italia y España parece encajar con esta descripción. De manera similar, el caso de Francia sugeriría que la política de fijar el franco al marco alemán, que comenzó en marzo de 1979, no fue creíble en sus inicios y sólo ganó credibilidad tras la fuerte devaluación de 1983. El caso de Alemania también es interesante. La credibilidad de su política monetaria, que ha sido el ancla del SME, puede explicar porqué las perturbaciones en los salarios reales invirtieron las presiones hacia una apreciación real. Pensamos que el análisis de los residuos de las regresiones podría ayudar a entender lo sucedido. Sin embargo, la fuerte tendencia al alza obtenida para la última parte del periodo sugiere que existen otros factores distintos del tono de la política monetaria detrás del progresivo incremento del precio relativo de los bienes comerciables.





  —37→  
5. Comentarios finales

En estos comentarios finales centraremos la discusión en algunos aspectos importantes no discutidos previamente en el trabajo. En primer lugar, el modelo supone que hay libertad de entrada en el sector de bienes no comerciables, de modo que los beneficios son cero. Una extensión relevante sería analizar los efectos de fijar el número de empresas y derivar implicaciones para el tipo de cambio real y los salarios. En particular, pensamos que esto podría proporcionar una descripción más clara de los efectos del crecimiento de la productividad en el sector de bienes no comerciables. Un incremento en la productividad supondría una elevación de los beneficios de las empresas existentes. Este aumento en los beneficios podría ser compartido (mediante negociación) con los trabajadores, ejerciéndose así presiones alcistas sobre los salarios.

En segundo lugar, el papel de la política de tipo de cambio nominal no ha sido considerado explícitamente, ya que nuestro marco sólo modeliza el lado real de la economía. Más precisamente, no se han analizado la efectividad -y la magnitud- de una devaluación nominal para ayudar a la recuperación de la competitividad y ajustar el tipo de cambio real. Aunque una devaluación puede ayudar a corregir precios relativos, también puede generar inflación a través de sus efectos sobre los bienes de consumo e intermedios importados y de ahí afectar a la tasa de crecimiento de los salarios y de otros precios. Una devaluación puede también retrasar la necesidad de una solución a problemas económicos fundamentales -por ejemplo, la corrección de fuertes desequilibrios fiscales o reformas en los mercados de trabajo y de bienes-. Al final, los efectos de una devaluación dependerán del grado de rigidez de salarios y precios. Desde un punto de vista empírico, es necesario un estudio ulterior para establecer el papel que puede jugar una política de tipo de cambio nominal en la evolución del tipo de cambio real.

Esto nos lleva a nuestro tercer comentario. Aunque nuestro modelo supone falta de competencia perfecta en los mercados de bienes y trabajo, no proporciona respuestas claras acerca del grado en que estas imperfecciones afectan al diferencial de inflación entre sectores y países. En el mercado de trabajo, uno puede pensar que la medida en que una elevación del salario objetivo afecta a los salarios de equilibrio depende del grado de las imperfecciones existentes en ese mercado. Por ejemplo, el parámetro s en la función de pérdida de los sindicatos puede   —38→   depender de la capacidad que tengan para fijar los salarios. Un bajo valor de s puede reflejar un sindicato con pequeño poder de monopolio y, en consecuencia (y de acuerdo con la ecuación (A15) del Apéndice 1), los efectos de un incremento en w sobre los salarios de equilibrio serían pequeños. De todos modos, se precisa profundizar en el papel y la importancia relativa que las imperfecciones en los mercados de trabajo y bienes tienen sobre las dificultades para lograr la convergencia en inflación.

En cuarto lugar, hemos argumentado que el incremento moderado en la proporción del consumo público sobre el PIB tiene poca importancia para explicar el reciente descenso del precio relativo de los bienes comerciables. No obstante este resultado, una reducción del gasto público puede generar una depreciación real, pero las magnitudes necesarias parecen ser demasiado elevadas para confiar solamente en esta política de cara a recuperar competitividad. Entonces, la cuestión es qué política puede ayudar a conseguir la convergencia en inflación o, en otras palabras, ¿implica esto que la política fiscal no tiene un papel que desempeñar para lograr la convergencia en inflación? Pensamos que la política fiscal ha desempeñado un papel y puede ayudar a recuperar la competitividad y a acelerar la convergencia en inflación, pero por canales distintos al gasto de consumo en bienes no comerciables.

La política fiscal podría afectar al tipo de cambio real induciendo una presión salarial. De hecho, si el público percibe que la situación fiscal es insostenible, la presión salarial será el resultado de expectativas de una mayor inflación futura para resolver el problema fiscal (Sargent y Wallace, 1981; Drazen y Helpman, 1990).

En nuestro modelo, dado que los precios del sector de bienes comerciables están restringidos por la competencia externa, las presiones inflacionistas de una política fiscal expansiva afectarán principalmente a la tasa de inflación en el sector de bienes no comerciables y en consecuencia apreciarán el tipo de cambio real. En el análisis tradicional con rigideces de precios, la política fiscal afecta a la tasa de inflación en el corto plazo mediante su efecto sobre la demanda agregada. Los efectos sobre el tipo de cambio real serían similares a los nuestros, pero lo que importa para la convergencia en inflación y la evolución del tipo de cambio real es el tono de la política fiscal en vez de la proporción de gasto público sobre la producción total.

Otro canal importante mediante el que la política gubernamental puede afectar al tipo de cambio real es a través de la regulación y de los apoyos a empresas ineficientes. Estas actividades pueden también generar   —39→   inflación en el sector de bienes no comerciables (Giovannini, 1992). Por ejemplo, uno podría suponer que el gobierno da un subsidio S a todas las empresas que producen bienes no comerciables (S/n por empresa). Permitiendo libertad de entrada y fijando los beneficios iguales a cero, es fácil mostrar que el número de empresas de equilibrio vendrá dado por n = (ØI + JS) / (J WF). En consecuencia, el número de empresas será creciente en S.

Es también sencillo mostrar que la producción por empresa será decreciente en S, pero el empleo total en el sector de bienes no comerciables así como la demanda agregada de trabajo y los salarios serán crecientes en S. Por tanto, el subsidio tendrá el efecto de apoyar a empresas ineficientes que infraexplotan las economías de escala y tienden a apreciar el tipo de cambio real. En este marco, la medida relevante de política pública para afectar al tipo de cambio real no es, ciertamente, la existencia de gasto público. Por el contrario, acciones de política pública que induzcan la eficiencia y la competencia en el sector de bienes no comerciables pueden servir para mejorar la competitividad.




Apéndice 1. El modelo


A1.1. Renta, gasto y balanza por cuenta corriente

El problema de maximización del único consumidor representativo es

(A1)

Problema

sujeto a:

(A2)

Problema A2

La notación del problema (A1) - (A2) es clara. El consumidor deriva utilidad del consumo de una cesta de bienes no comerciados CN y de un único bien comerciado CT. Se enfrenta a una restricción presupuestaria que limita el valor presente descontado (al tipo de interés mundial r) de su consumo a su riqueza. Por sencillez, el consumidor representativo   —40→   no posee inicialmente activos financieros y su riqueza se iguala al valor presente descontado de la renta derivada de la producción de los dos sectores (que es igual al valor añadido en ausencia de factores intermedios) menos el valor presente descontado de los impuestos14:

A3

Problema A3

Las familiares condiciones de primer orden para este problema de maximización son:

Problema

El gobierno utiliza sus ingresos impositivos para financiar el gasto en bienes no comerciables. En este marco, la equivalencia ricardiana se cumple, de modo que la política de deuda y el momento de la recaudación de los impuestos no importan y, en consecuencia, supondremos que el presupuesto está equilibrado periodo a periodo. Por tanto, el equilibrio en el mercado de bienes no comerciados y la restricción presupuestaria del gobierno implican:

Problema

Sustituyendo estas ecuaciones en (A2) y (A3) obtenemos la condición de que el valor presente descontado del consumo de bienes comerciables iguala el valor presente descontado de la producción de bienes comerciables. Con preferencias logarítmicas, sin embargo, el valor presente descontado del consumo de comerciables se iguala a (1- Ø) multiplicado por la riqueza. De donde podemos encontrar una expresión simple para la riqueza total:

Problema

  —41→  

Llamando yT al valor presente descontado de la producción comerciable:

Problema

La ecuación de Euler puede usarse para derivar el gasto total en cada período:

Problema

En este modelo, la balanza por cuenta corriente en el primer período es igual al exceso de oferta de bienes comerciables (no hay stock inicial de activos o pasivos externos). Como el consumo de bienes comerciables es una fracción (1- Ø) del consumo total, tenemos:

Problema

La balanza por cuenta corriente del primer período en términos del bien comerciable es entonces:

Problema

Si el precio de los bienes comerciables, que se determina exógenamente, no cambia durante los dos períodos y si la tasa de descuento de la utilidad es igual al tipo de interés real mundial, la balanza por cuenta corriente en el primer período se determina exclusivamente por la diferencia en la producción de comerciables existente entre los dos períodos.




A1.2. Empresas y mercados de bienes

Como se señaló más arriba, el sector de bienes no comerciados es monopolísticamente competitivo. Nótese que con una función de utilidad   —42→   como la descrita en la ecuación (A1), el problema del consumidor para los dos períodos puede separarse en dos etapas. En la primera, el consumidor asigna la riqueza entre los dos períodos y en la segunda, la riqueza atribuida a cada período se reparte entre los diferentes bienes de consumo. Esta sección se centra en el último problema, la asignación intraperíodo. Por conveniencia omitiremos los subíndices cuando no sean esenciales. La cesta de consumo de bienes no comerciables descrita en la sección anterior está compuesta por distintos bienes. La composición óptima de la cesta es la solución del siguiente problema:

(A4)

Problema

sujeto a:

(A5)

Problema

La solución del problema conjunto (A1- A2) y (A4 - A5) lleva a las funciones de demanda siguientes:

Problema

donde

(A6)

Problema

La función de producción para una sola empresa que produce yN(i) unidades del bien no comerciado i empleando 1N(i) unidades de trabajo es:

(A7)

yN(i) = aN(lN(i) - F), lN ≥ F

Como es bien conocido, la presencia del coste fijo, aNF en términos del factor trabajo, asegura que cada variedad se produce por una sola empresa y que el número total de variedades producidas en equilibrio, igual al número de empresas, es finito. Cada empresa se comporta   —43→   como un monopolista en su propio sector. Supondremos que esta empresa no tiene en cuenta la demanda del gobierno cuando fija los precios porque la demanda del gobierno es inelástica al precio. En lugar de eso se supone que las ventas al gobierno se hacen a un precio igual al coste marginal. Además las empresas toman los salarios como dados y no incorporan los efectos difusión sobre los precios que cargan otras empresas. Con estos supuestos, la fórmula familiar del margen implica la siguiente condición de formación de precios para el sector privado:

Problema

donde W es el salario nominal. Como el problema es idéntico para todas las empresas, los precios de todos los bienes en el sector de bienes no comerciables son idénticos y el nivel de precios agregado de los bienes no comerciados, definido por la ecuación (A6), es igual al precio de los bienes individuales. Por tanto, de la función de demanda privada para cada bien no comerciado, tenemos:

Problema

El consumo privado total es así:

Problema

El número de empresas de equilibrio se calcula fijando los beneficios iguales a cero. Nótese que las empresas en este modelo cargan todo el coste fijo sobre las ventas al sector privado, y después de alguna simplificación, obtenemos:

Problema

Para calcular la producción agregada de equilibrio de los bienes no comerciables tendremos que sumar las demandas pública y privada:

Problema

  —44→  

Sustituyendo el precio de equilibrio:

(A8)

Problema

En el sector de bienes comerciables postulamos una única empresa con una tecnología que presenta rendimientos decrecientes. La función de producción es:

yT = aT lTa, a< 1

El precio de los bienes comerciables es el precio del mercado mundial que está dado exógenamente. Igualando la productividad marginal del trabajo y el salario en términos de producto, se obtiene la oferta de equilibrio para los bienes comerciables:

Problema




A1.3. Mercado de trabajo

La demanda agregada de trabajo es la suma de las demandas de trabajo en los sectores de bienes comerciables y no comerciables (los subíndices temporales se vuelven a omitir cuando no son esenciales):

Ld = lN + lT = nlN(i) + 1T

La demanda de trabajo en el sector de bienes no comerciables se obtiene sustituyendo la expresión para la producción (A8) en la ecuación que describe la tecnología de producción (A7) y resolviendo para lN:

Problema

Sustituyendo el número de empresas de equilibrio, tenemos:

(A10)

Problema

  —45→  

En el sector de bienes comerciables, la demanda de trabajo se obtiene de manera trivial sustituyendo la oferta de producto en la función de producción y resolviendo:

(A11)

Problema

La función de demanda de trabajo en el sector de bienes comerciables es decreciente en W y creciente en aT. La estática comparativa de la demanda de trabajo para el sector de bienes no comerciables se discute más abajo tras especificar el proceso de negociación salarial.

Consideraremos que los salarios se determinan por un sindicato centralizado. La función objetivo del sindicato consiste en minimizar una función de pérdida cuadrática de las desviaciones del empleo y de los salarios reales (en términos de consumo) respecto de sus objetivos. Por tanto, el nivel de empleo se decide por las empresas de acuerdo con sus funciones de demanda de trabajo15. Así, el sindicato resuelve el siguiente problema de optimización:

minw (L - L)Z + s(w - w)2

sujeto a

L = Ld(w)

donde w es el salario real en términos de consumo. Los parámetros L y w son los objetivos sindicales de empleo y salario real, respectivamente. El parámetro s refleja la importancia relativa que el sindicato asigna a las desviaciones del salario real respecto a las desviaciones del empleo. Se supone que el sindicato sólo negocia el salario cada período. Las negociaciones en el primer y segundo períodos se llevan a cabo por diferentes representantes laborales y los negociadores del primer período no pueden comprometerse para el segundo período.

Se supone que Ld(w) < L y, por tanto, el intercambio existente para el sindicato entre el salario real y el nivel de empleo surge debido a que el resultado óptimo para el sindicato (L = L y w = w) es inconsistente con la función de demanda de trabajo. Este es el aspecto clave   —46→   que hace que el mercado de trabajo no sea competitivo. En un mercado competitivo de trabajo, uno esperaría que el salario real objetivo fuese consistente con el pleno empleo a un nivel L. Por el contrario, si el sindicato representa principalmente a trabajadores más protegidos frente al desempleo que el resto de la población activa o si asigna diferentes ponderaciones a grupos distintos de trabajadores, entonces habrá un incentivo a demandar salarios reales más altos que su contrapartida competitiva. De este modo, el nivel de w puede considerarse un indicador de las imperfecciones del mercado de trabajo o, en otras palabras, el poder relativo de los empleados frente a los desempleados y las empresas (Lindbeck y Snower, 1989).

Como puede verse en las ecuaciones (A10) y (A11), la expresión para la demanda de trabajo es muy no lineal en W y, en consecuencia, en w. Como el salario real en términos de consumo es igual a W/pT(1-Ø)p, la relación entre el consumo y e l salario nominal viene dada por16:

(A12)

Problema

Por tanto, la demanda de trabajo como función del salario real en términos de consumo puede ser expresada como (las variables sin subíndice temporal se refieren al período 1):

(A13)

Problema

Por sencillez, consideraremos la siguiente aproximación lineal de la demanda de trabajo:

(A14)

Problema

  —47→  

El primer término en la ecuación (A14) es la demanda de trabajo que surge del gasto público en bienes no comerciados y el resto corresponde a la demanda de trabajo que surge de la demanda privada de bienes. Los parámetros {aTt, aN, Imagen} se supone que afectan sólo a Lo y con el mismo signo con que afectan a la demanda de trabajo, y e se supone que es independiente de esos parámetros17. Resolviendo el problema del sindicato, se obtiene la siguiente expresión para el salario real de equilibrio:

(A15)

Problema

Esta expresión muestra que el salario real crece con el salario real objetivo y con variaciones exógenas positivas en la demanda de trabajo. Si los sindicatos sólo se preocuparan de los salarios reales, el salario real sería igual a w y sería insensible a las condiciones de la demanda de trabajo. Es fácil verificar, usando (A12), (A15) y las expresiones para la demanda de trabajo, que el salario nominal de equilibrio será una función creciente de w, aT y g. Por otra parte, el empleo de equilibrio será creciente en g y aT y decreciente en w. Los salarios también serán una función creciente de Imagen y Imagen y un aumento equiproporcional de Imagen y Imagen eleva equiproporcionalmente W, debido a la propiedad de homogeneidad. Los efectos de aN sobre los salarios son, por otra parte, ambiguos ya que un incremento en la productividad tiene un efecto ambiguo sobre la demanda total de trabajo. Aunque la demanda de trabajo para satisfacer las compras públicas descienda, la ecuación (A13) muestra que un incremento en aN aumenta la demanda de trabajo para satisfacer la demanda del sector privado en los sectores comerciable y no comerciable.

Para resumir la discusión del mercado de trabajo, podemos escribir la siguiente forma reducida para los salarios del período 1, donde el signo bajo cada variable corresponde al signo de la derivada parcial18:

  —48→  

Problema

Nótese que un incremento de la productividad podría causar un aumento más que proporcional en los salarios nominales, teniendo efectos negativos sobre la demanda de trabajo y la producción en el sector de bienes comerciados. Así, uno podría tener el resultado no intuitivo de que el crecimiento de la productividad en el sector de bienes comerciables causara una contracción de este sector. Sin embargo, puede mostrarse por simple contradicción que tal resultado no puede darse. Considérese un aumento de aT, que origina un incremento más que proporcional en W. Mirando a lT, puede verse que la demanda de trabajo en el sector de bienes comerciables caerá. En el sector no comerciable la demanda también caerá ya que (ver ecuación (A10)) YT se reduce y W aumenta. Entonces la demanda de trabajo caerá, llevando a una reducción de los salarios, lo cual es una contradicción.

Tras analizar el equilibrio en los mercados de bienes y trabajo, pasamos a discutir los efectos de cambios en las principales variables exógenas.




A1.4. Determinantes del tipo de cambio real y de la productividad del trabajo

En esta sección se resumen los efectos de una variedad de perturbaciones en la economía descrita arriba. Nuestro análisis se centra en los efectos de un cambio en un parámetro en el período 1 sobre las variables endógenas contemporáneas. Excepto para la balanza por cuenta corriente, los efectos cualitativos de perturbaciones transitorias (duran solamente el período 1) son en la mayoría de los casos los mismos que los de perturbaciones permanentes (también duran hasta el período 2). Por ello, discutiremos ambos tipos de perturbaciones sólo para una de las variables exógenas (es decir, para aT). Las ecuaciones que utilizamos en esta discusión son19:

Problema

  —49→  

Problema

Además de estas variables, estamos interesados en extraer la información relevante sobre la evolución de las participaciones sectoriales. Definamos sT como la proporción de la producción comerciable sobre la producción total. Como sT se calcula a precios relativos constantes (de un período 0 dado), puede expresarse como:

Problema

Todas las expresiones para los ejercicios de estática comparativa son funciones de los parámetros exógenos y de W, Imagen, Imagen, yN, los cuales pueden ser sustituidos en las ecuaciones (A8), (A9) y (A12) para obtener las formas reducidas finales. Los resultados cualitativos de estos ejercicios de estática comparativa se resumen en el cuadro 1 y la intuición tras esos resultados se discute en la sección 3 de este trabajo. El supuesto que se hace en el cuadro, así como en el álgebra anterior, es que la deuda externa inicial es cero. También se supone que g es relativamente pequeño comparado con el gasto privado en bienes no comerciables.






Apéndice 2. Los datos


A2.1. Fuentes y definiciones de los datos

La selección de las variables estuvo determinada principalmente por la disponibilidad de datos y se intentó obtener medidas de las distintas   —50→   variables que fueran consistentes entre países. La mayoría de las series se obtuvieron de las cuentas nacionales de cada país. Para los bienes comerciables utilizamos la industria (manufacturas y energía), que también incluyó construcción en el caso de Alemania. Los bienes no comerciables se definieron como servicios. En dos casos excluimos los servicios no ofrecidos al mercado (Francia e Italia). En Francia y el Reino Unido también excluimos las rentas de la propiedad de viviendas. Algunos experimentos preliminares con otras clasificaciones revelaron que los principales resultados son invariantes a la inclusión o exclusión de sectores de ámbito más reducido.




A2.2. Definición de las variables principales

Tipo de cambio real. Se definió como el ratio entre los deflactores implícitos en los sectores de bienes comerciables y no comerciables.

Proporciones sectoriales en la producción. La proporción en la producción total del sector de bienes comerciables (no comerciables) se definió como el ratio entre el valor añadido real en el sector de bienes comerciables (no comerciables) y el valor añadido real total (la suma de los dos sectores).

Productividad. La productividad total de los factores por sector se calculó como el residuo de Solow, usando una función de producción Cobb-Douglas con capital y trabajo como los únicos factores de producción. Se tomó el stock de capital al inicio de cada año y las proporciones de factores se obtuvieron directamente de las cuentas nacionales. La productividad media del trabajo es el ratio entre valor añadido y empleo. Los índices del diferencial de productividad total de los factores se construyeron como el ratio entre la productividad total de los factores en el sector de bienes comerciables y la productividad total de los factores en el sector de bienes no comerciables. El mismo procedimiento se utilizó para construir los índices del diferencial de productividad del trabajo.

Gasto nominal privado en bienes comerciables y no comerciables. Se supuso que el gasto privado en bienes comerciables es igual al valor añadido nominal de los bienes comerciables más el déficit de la balanza comercial. El gasto de consumo público se supuso que recaía exclusivamente en bienes no comerciables y, por tanto, el gasto privado en bienes no comerciables se supuso igual al valor añadido de los no comerciables menos el gasto público. El cálculo realizado también presupone   —51→   que la proporción del gasto público sobre el PIB real es igual a la proporción del gasto público sobre el valor añadido real de la industria y los servicios. Para pasar el valor real del gasto público resultante a términos nominales, se utilizó el deflactor implícito del sector servicios. De manera similar, se supuso que la balanza comercial está compuesta exclusivamente de bienes industriales y que su proporción sobre la producción total de la industria y los servicios es la misma que las cifras efectivas del ratio entre la balanza comercial y el PIB.

Proporción del consumo público sobre el PIB. Se calculó en base a los valores a precios constantes del consumo público y del PIB.

Balanza comercial y por cuenta corriente como proporción del PIB. Se obtuvo en base a los valores a precios corrientes de la balanza comercial, la cuenta corriente y el PIB.


Variables Básicas

NVAS y RVAS: Valor añadido nominal y real por sectores.

EMPS: Empleo por sector.

WCOMS: Costes laborales por sector.

KS: Stock de capital por sector.

GY, CAY y TBY: Consumo público, cuenta corriente y balanza comercial como proporciones del PIB.




Fuentes por país

Francia (1970-91)

NADS, RVAS, EMPS, WCOMS y KS (stock neto de capital al final del año, excluyendo viviendas) proceden del INSEE, Comptes and Indicateurs Economiques, Raport sur les Comptes de la Nation, varios números. Los datos de KS están disponibles solamente desde 1980 y para años anteriores (hasta 1970) se construyeron usando la formación bruta de capital por sectores y la tasa de depreciación media implícita de los años ochenta. GY, CAY y TBY proceden de la OCDE, Main Economic Indicators y Quarterly National Accounts.

Alemania (1968-90)

Todas las variables se refieren a la República Federal Alemana. NADS, RAVS, EMPS, WCOMS, KS y GY proceden de Statistisches Bundesamt, Volkswirtschaftliche Gesamtrechnungen, Fachserie 18. CAY y TBY proceden del FMI, International Financial Statistics y de la OCDE, Main Economic Indicators y Quarterly National Accounts.

  —52→  

Italia (1960-89)

NADS, RVAS, EMPS y WCOMS se han obtenido de un conjunto de cuentas nacionales construido por Prometeia para reconciliar los datos anteriores y posteriores a 1970. WCOMS sólo está disponible para el empleo dependiente. Para el empleo independiente se supuso el mismo coste laboral medio. KS corresponde al capital neto en maquinaria obtenido de P. Annunziato, P. Manfroni y G. Rosa, La Stima del Capitale per Settore e Area Geografica e alcuni Indici de Produttivita, mecanografiado, 1992. Los datos están disponibles hasta 1988. GY, CAY y TBY proceden del FMI, International Financial Statistics y de la OCDE, Main Economic Indicators y Quarterly National Accounts.

España (1965-90)

NVAS, RVAS, GY, CAY Y TBY proceden del Ministerio de Economía y Hacienda, Economía Española: Series Históricas, Apuntes y Documentos Económicos, marzo 1991. EMPS procede de la OCDE, Quarterly Labor Statistics. No hay datos de KS y de WCOMS.

Reino Unido (1970-90)

NVAS, RVAS, EMPS (industria), WCOMS, KS (stock bruto de capital al final del año, excluidas viviendas) y GY proceden de la Central Statistical Office, United Kingdom National Accounts, the CSO Blue Book. Los datos de empleo en el sector servicios son de la OCDE, Quarterly Labor Statistics. CAY y TBY proceden de la OCDE, Main Economic Indicators y Quarterly National Accounts.







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Gráfico

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Gráfico

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Referencias

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Sargent, T. y N. Wallace (1981): «Some Unpleasant Monetarist Arithmetic», Federal Reserve Bank of Minneapolis Quarterly Review

Swan, T. (1960): «Economic Control in a Dependent Economy», Economic Record, 36.

Taylor, J. (1980): «Aggregate Dynamics and Staggered Contracts», Journal of Political Economy, 88.




Abstract

This paper examines the evolution of the relative price between tradeable and non-tradeable goods in a group of European countries. A   —67→   model of an open economy is used to analyze different factors that can account for an increase in the relative price of non-tradeable goods. These factors are: a) faster technological progress in the tradeable goods sector; b) demand shifts toward non-tradeable goods; and c) real wage pressures. The relevance of these factors is analyzed empirically for France, Germany, Italy, Spain and the United Kingdom.




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Comentario

Luis Rivera-Batiz



Universidad Pompeu Fabra

El artículo de De Gregorio, Giovannini y Krueger evalúa varias hipótesis populares sobre el comportamiento de los tipos de cambio reales de Alemania, Francia, Italia, el Reino Unido y España. El concepto de tipo de cambio real empleado es el precio relativo de los bienes comerciables y no comerciables. El hecho clave a estimar es la caída observada en este precio relativo, interpretada como una apreciación del tipo de cambio real.

Se estudian tres hipótesis sobre la apreciación del tipo de cambio real: la presencia de cambio técnico en favor de los bienes comerciales, desplazamientos de la demanda en favor de los no comerciables y presión salarial. La evaluación se realiza mediante un contraste de las implicaciones de dichas hipótesis sobre el comportamiento de una serie de variables. Entre ellas se encuentran el precio relativo de los bienes comerciables respecto a los no comerciables, el saldo de la balanza por cuenta corriente, la productividad del trabajo y la participación de los bienes comerciables y no comerciables en el producto total. Se emplea esta forma de examinar las predicciones de cada hipótesis con respecto a este conjunto de variables para discriminar mejor entre las hipótesis.

Los autores concluyen que el comportamiento del tipo de cambio real ha sido la consecuencia de un conjunto de factores, especialmente el cambio técnico, los desplazamientos de la demanda privada y la presión salarial. En general, estas conclusiones se mantienen si se las compara con las de otros estudios teóricos y empíricos. Mis comentarios se refieren a aspectos conceptuales, extensiones del análisis y contrastes adicionales.

  —68→  

La primera hipótesis examinada es la noción de que un proceso de cambio técnico más acelerado en la producción de bienes comerciables que en la de los no comerciables conduce a la reducción del precio relativo de los primeros en términos de los segundos. Los resultados empíricos se dan para todos los países examinados excepto para España, a pesar de que los coeficientes no son estadísticamente significativos. Los autores concluyen que el cambio técnico es un factor importante para explicar el tipo de cambio real, pero conjuntamente con otros factores.

El hecho de que el coeficiente del diferencial de cambio técnico en el sector de bienes comerciables con respecto al de no comerciables muestre el signo adecuado (negativo en la regresión del precio relativo de los bienes comerciables) es sólo uno de los contrastes que debe pasar la hipótesis. Los autores encuentran que en la mayoría de los países la participación de los bienes comerciables en el producto total ha ido disminuyendo, lo que deja abierta la cuestión de la validez de esa explicación.

En segundo lugar, los autores examinan el poder explicativo de los desplazamientos de la demanda hacia los bienes no comerciables. Se examina el gasto público, dado que está sesgado hacia dichos bienes. La participación de estos bienes en el gasto privado se incorpora también como variable explicativa. El análisis de regresión proporciona resultados favorables con respecto al gasto privado, pero no para el gasto público. En ningún caso son los coeficientes estimados estadísticamente significativos. El problema de los resultados acerca del gasto público podría estar relacionado con el hecho de que, salvo en el caso de España, no haya habido cambios significativos en la razón de gasto público a producto total.

La tercera explicación explorada se refiere a las presiones salariales que empujan al alza los precios de los bienes no comerciables. La idea de la «presión salarial» se formaliza en términos de un mercado de trabajo único en el que el salario real «deseado», fijado por un sindicato, determina el empleo. El salario traslada perturbaciones de carácter real al tipo de cambio real. Cuanto mayor sean las «presiones salariales», mayores serán las presiones de costes sobre los bienes comerciables y los no comerciables. Dado que el precio de los bienes comerciables es exógeno, el componente de costes conduce a una caída de la producción de bienes comerciables y a un deterioro de la balanza por cuenta corriente. En el sector de bienes no comerciables, los precios pueden responder   —69→   y por tanto su participación en el producto total aumenta. La presión salarial se interpreta también como un factor de resistencia debido a la falta de credibilidad del gobierno, que ocasiona un ajuste lento de los precios de los bienes no comerciables.

Los autores consideran que el factor salarial es importante pero no llevan a cabo una consideración explícita de los salarios o de la negociación salarial. Más aún, tampoco consideran medidas alternativas de «presión salarial» o de descentralización. El esquema de negociación centralizada que suponen es simplemente una primera aproximación. Los trabajos más recientes en este área sugieren que el grado de centralización varía entre países, estando los Estados Unidos y Japón en el extremo más descentralizado y los países escandinavos en el otro extremo. Los países europeos normalmente son clasificados como intermedios (véase Jiménez, 1992, y Layard et al., 1991). En el caso del Reino Unido, se ha observado una tendencia hacia la descentralización en los años 70. El caso español suele considerarse como un sistema mixto. Podría ser interesante estudiar el efecto del grado de centralización sobre la hipótesis de la presión salarial.

La presión salarial se mide a través de los residuos de la ecuación del precio relativo de los bienes comerciables respecto a los no comerciables. En general, estos residuos dependen de los posibles problemas de mala especificación del modelo u otros, de forma que no es claro cómo extraer una variable de «presión salarial» a partir de ellos. El comportamiento de los salarios reales debería ser un elemento fundamental a la hora de medir la presión salarial. Una medida utilizada a menudo es la llamada deriva salarial (la diferencia entre los salarios medios observados y los salarios de convenio), pero se podrían usar otras medidas. En cualquier caso, los resultados fundamentales probablemente no cambiarían, dado que el comportamiento dual de los servicios y la industria en España ha sido documentado por varios investigadores (véase Raymond, 1992).

En cuanto a los temas principales estudiados, pueden realizarse algunos comentarios adicionales. Se refieren a la reducida magnitud de las variaciones observadas en el tipo de cambio real, a la identificación de comerciables y no comerciables con industria y servicios, y al papel desempeñado por los desalineamientos en Europa durante el período.

Hay que mencionar la escasa magnitud de las variaciones de los tipos de cambio reales observadas durante 1975-1990 o durante 1980-1990.   —70→   Por comparación con las variaciones en otros países -sólo hay que recordar las grandes variaciones de los tipos de cambio reales en Estados Unidos, Japón y los países en desarrollo-, las sucedidas en los países europeos estudiados resultan bastante pequeñas. Esto es especialmente cierto acerca de las variaciones del orden de 2 al 3 % habidas en Francia y Alemania y del 5 % en España. En este sentido, el hecho a explicar no es tanto las variaciones observadas como su reducida magnitud en relación con las de otros países. La magnitud de las variaciones implica que la explicación detallada que se ofrece del comportamiento de los tipos de cambio reales podría no ser muy sólida, y ayuda a explicar porqué los coeficientes estimados normalmente no son estadísticamente significativos.

La clasificación habitual de los servicios como bienes no comerciables debe ser modificada en este contexto. España, por ejemplo, ha utilizado el turismo y los servicios asociados a él como un renglón clave de sus exportaciones y como un elemento promotor del crecimiento. El aumento en la participación de los servicios y las apreciaciones reales están relacionadas con esta expansión del sector de bienes comerciables. El artículo no considera, sin embargo, estas condiciones. Al mismo tiempo, la noción de que los precios industriales estaban determinados por los precios mundiales y eran por tanto exógenos durante el periodo no se cumple exactamente. En España, los precios industriales estaban muy alejados de los precios europeos, aunque las investigaciones de Raymond (1992) y otros sugieren que el sistema dual subsiste aún en el comportamiento de los precios industriales y de los servicios.

El artículo no realiza un análisis de «desalineamiento», sino que se centra en explicaciones alternativas de equilibrio. Sin embargo, el funcionamiento del Sistema Monetario Europeo (SME) conduce a desalineamientos sistemáticos. Veamos porqué (para más detalles véase Rivera-Batiz y Rivera-Batiz, 1992). El mecanismo disciplinador del SME se basa en penalizar la variación de los tipos de cambio. Esto se lleva a cabo limitando la magnitud de los realineamientos y su frecuencia. Un país con inflación elevada se encontrará con que las devaluaciones aprobadas de su tipo de cambio no compensan la inflación pasada y que su moneda sigue sobrevaluada.

Comoquiera que uno piense sobre las teorías de los tipos de cambio «desalineados» en otros contextos, el caso europeo sugiere que en el SME esto parece ser parte consustancial al mecanismo de ajuste. Forzar a los países con inflación alta a sufrir largos períodos de sobrevaluación   —71→   opera como un castigo en su contra. Por esta razón, no se deberían ignorar las políticas monetarias y las consecuencias para el tipo de cambio real anejas. El artículo estudia los aspectos relevantes en las teorías de «equilibrio» del tipo de cambio real, pero no realiza una evaluación comparada de las teorías de equilibrio y de desalineamiento. En este sentido, el artículo es un primer paso en esa dirección,


Referencias

Jiménez, S. (1993): «Wage setting and unemployment in Spain», manuscrito, Universitat Pompeu Fabra.

Layard, R., S. Nickell y R. Jackman (1991): Unemployment. Macroeconomic performance and the labour market, Oxford University Press, Oxford.

Raymond, J. L. (1992): «La inflación dual en España: comportamiento de los precios en los sectores industrial y de servicios», Papeles de Economía Española, 52-53.

Rivera-Batiz, F. L. y L. A. Rivera-Batiz (1993): Open Economy Macroeconomics, McMillan, Nueva York.






Comentario

César Molinas



Ministerio de Economía y Hacienda

El encarecimiento relativo de los bienes no comerciables respecto de los comerciables es un fenómeno muy general que puede observarse tanto en series temporales de precios (ver cuadro 1) como en muestras transversales para amplios conjuntos de países (ver cuadro 2).

Las causas últimas de este movimiento de los precios relativos no son bien conocidas, aunque desde antiguo se ha detectado la correlación entre precios relativos de los bienes no comerciables y el nivel de renta que muestra el cuadro 2. El modelo del diferencial de productividades entre el sector de comerciables y el de no comerciables (ver Balassa, 1964) permite una modelización simple de este fenómeno, pero resulta muy insatisfactorio desde el punto de vista de la política económica, puesto que no contiene variables sobre las que ésta pueda actuar.

El trabajo de De Gregorio, Giovannini y Kreuger es un loable intento de hallar algunas de estas variables exógenas. Al diferencial de productividades entre los sectores productores de bienes comerciables y no comerciables, que en el trabajo adquiere la forma de distinta productividad total de los factores, los autores añaden los posibles efectos

  —72→  

Cuadro 1

Cuadro 2

del gasto público, como factor que desplaza la demanda agregada hacia el sector no comerciable, cambios en las preferencias de los consumidores hacia bienes no comerciables y elementos de presión exógena, es decir, independientes de las ganancias de productividad, sobre los salarios reales.

  —73→  

Cabe preguntarse, en primer lugar, si las variables exógenas señaladas en el párrafo anterior son capaces de mejorar el conocimiento sobre el comportamiento de los precios relativos que ofrece el cuadro 2. Es decir, si dichas variables añaden elementos nuevos a la conocida relación empírica entre precios relativos de bienes no comerciables y nivel de renta.

A la relación entre gasto público, preferencias de los consumidores y nivel de renta se le llama, desde hace un siglo, ley de Wagner. Dicha ley no goza, ni ha gozado nunca, de un gran prestigio intelectual, pero sobrevive como formulación de una regularidad empírica difícil de rebatir. En mi opinión, el modelo propuesto por los autores será útil para adquirir conocimiento sobre las causas últimas del encarecimiento relativo de los bienes no comerciables sólo en la medida en que no se reduzca a ser una mera sustitución de variables en el cuadro 2 a partir de una modelización más de la ley de Wagner. Esto equivaldría a explicar un misterio con otro. ¿Hasta qué punto consigue esto el modelo propuesto por los autores?

El cuadro 1 del trabajo de De Gregorio, Giovannini y Kreuger proporciona algunas claves para contestar a esta pregunta. Todas las variables en él consideradas -diferencial de productividades, gasto público, preferencias de los consumidores y presiones salariales- tienen efectos del mismo signo sobre los precios relativos. Además, si no creemos la ley de Wagner, las tres primeras variables están estrechamente relacionadas a través de la renta, con lo que sus efectos separados van a ser muy difíciles de distinguir. Como factor más novedoso queda la presión salarial exógena, aunque dudo de su capacidad para explicar satisfactoriamente un fenómeno de largo plazo de la magnitud y generalidad que se muestra en los cuadros 1 y 2 de este comentario.

Adicionalmente, la estática comparativa del modelo tiene resultados chocantes. Así, el efecto positivo del diferencial de productividades sobre la fracción de output comercializable parece estar en contradicción con la evidencia empírica presentada en el cuadro 1 de Summers y Heston (1991). En este cuadro se muestra, bien es cierto que desde óptica del gasto, que la fracción del gasto en no comerciables es creciente con la renta en términos nominales y prácticamente constante en términos reales. Esto es difícil de encajar en la estática comparativa del modelo, a menos que los resultados combinados del gasto público, salarios y preferencias sean de la misma magnitud que los del diferencial de productividades, algo que tampoco es fácil de admitir.

  —74→  

Los resultados empíricos no merecen, por parte de los autores, un comentario detallado y estoy de acuerdo con ello, aunque valdría la pena señalar que en las regresiones presentadas hay indicios de la escasa ortogonalidad de las variables en el sentido que he apuntado anteriormente.


Referencias

Balassa, B. (1964): «The Purchasing Power Parity Doctrine: A Reappraisal», Journal of Political Economy.

Summers, R. y Heston, A. (1991): «The Penn World Table (Mark 5): An Expanded Set of International Comparisons, 1950-88», Quarterly Journal of Economics.








ArribaAbajo Discusión general

Según Charles Wyplosz, el artículo tiende a validar empíricamente el papel jugado por el diferencial de productividad entre los sectores de bienes comerciables y no comerciables como uno de los factores explicativos de la evolución del precio relativo entre los bienes internacionalmente comerciables y no comerciables. En cambio, no parece que los resultados empíricos tiendan a conceder mucha importancia al papel del gasto público, en contraste con los resultados previos de Froot y Rogoff. Wyplosz señala, no obstante, que encuentra insatisfactoria la ausencia de las consideraciones salariales en las ecuaciones estimadas así como la presentación del sector de bienes no comerciables como un sector de competencia monopolística. Por otra parte, no le resulta sorprendente que en el Gráfico 1 se observe por un lado, un aumento generalizado del precio relativo de los bienes no comerciables en todos los países, mientras que, por otro lado, los niveles relativos de los deflactores se mueven en sentido diferente. En efecto, la primera observación sería debida al efecto Balassa-Samuelson, mientras que la segunda resultaría de la construcción de los índices efectivos de competitividad, que sólo consideran los países mencionados y no el resto del mundo.

Juan José Dolado indica que los autores deberían ser más específicos a la hora de agrupar los bienes en diversas categorías y expresa su preferencia por la distinción entre bienes «protegidos» y «no protegidos» en relación con la distancia entre bienes comerciables y no comerciables. En este sentido, sugiere que sería interesante comprobar si las regularidades empíricas observadas en la evolución del precio relativo   —75→   entre bienes comerciables y no comerciables se mantienen cuando se toma el precio relativo entre sectores protegidos y no protegidos. Julio Segura muestra su inquietud por las hipótesis subyacentes a las funciones de utilidad empleadas en el modelo y cuya finalidad es garantizar que los consumidores puedan llevar a cabo sus decisiones de forma separable en dos etapas, y que las proporciones de gasto sean constantes en cada uno de los bienes. También llama la atención sobre la hipótesis de competencia monopolística de equilibrio a largo plazo en el mercado de bienes no comerciables, que implica un número variable de empresas y, por consiguiente, que el número de bienes producido es endógeno y variable a lo largo del tiempo. Todas estas hipótesis condicionan poderosamente los ejercicios de estática comparativa del modelo por lo que, a su juicio, sería aconsejable imponer hipótesis menos restrictivas y más acordes con la realidad.

Juan Francisco Jimeno llama la atención sobre dos supuestos del modelo que le parecen inadecuados. En primer lugar, el que la productividad total de los factores sea exógena, lo que resulta poco creíble en un contexto de creciente integración económica entre los países que se estudian en el artículo. Y, en segundo lugar, la modelación del mercado de trabajo, que resulta excesivamente simplificada al suponer que los salarios vienen determinados por los sindicatos a nivel centralizado. Este último supuesto parece ignorar que el proceso de determinación salarial varía de manera considerable no sólo entre los países estudiados sino, en el caso de un mismo país, a lo largo del período temporal objeto de estudio. Estos supuestos restrictivos condicionan, de nuevo, los ejercicios de estática comparativa del modelo empleado por los autores.

José García-Solanes señala que, si bien el modelo refleja adecuadamente las principales interdependencias, la hipótesis de «país pequeño» no resulta adecuada para todos los países estudiados. En particular, en el caso de Alemania no parece descabellado pensar que el precio de los bienes comerciables no venga dado exógenamente sino que resulte afectado por las decisiones de producción y gasto en dicho país, Por otra parte, García-Solanes sugiere que sería conveniente incorporar al conjunto de factores que determinan la evolución del tipo de cambio real las preferencias de los inversores internacionales por los activos financieros de los diversos países. Concretamente, en el caso de España, la fuerte preferencia de los inversores extranjeros por los activos nacionales hasta fechas muy recientes ha jugado, sin duda, un papel   —76→   muy importante en la fortaleza mostrada por el tipo de cambio -nominal y real- de la peseta en estos últimos años.

José Viñals pregunta cuál es la razón por la cual no hay un efecto diferente del gasto público sobre la balanza por cuenta corriente en el artículo, según aquel sea de carácter transitorio o permanente. Asimismo, indica que, en el caso de España, el proceso de reducción de aranceles emprendido a partir de 1986 probablemente es un factor explicativo adicional, y diferencial respecto a los otros países considerados en el trabajo, de la evolución del precio relativo entre los bienes comerciables y no comerciables en estos últimos años.

En el turno de réplica, José de Gregorio se refiere, en primer lugar, a los comentarios hechos acerca de si una devaluación sería o no aconsejable en función de la evolución del precio relativo entre los bienes comerciables y los no comerciables. En principio, si la apreciación del tipo de cambio real es un fenómeno de equilibrio, relacionado con una mayor productividad o con las preferencias del público, no resultaría aconsejable llevar a cabo una devaluación. Sólo en el caso de que haya un «desajuste» importante del tipo de cambio real sería posible hablar de devaluación, si bien su eficacia no siempre estaría garantizada. En relación al comentario hecho por César Molinas sobre la importancia de tener en cuenta el efecto-renta, De Gregorio señala que si bien el artículo se ha centrado en la productividad, hacer la conexión entre esta última y la renta requeriría endogenerizar la productividad, lo que rebasa los límites del trabajo. Asimismo, en relación a los comentarios recibidos acerca de la ausencia de las transferencias y de los flujos de capitales como factores determinantes del tipo de cambio real, De Gregorio pone de relieve las dificultades conceptuales para modelar y explicar adecuadamente las transferencias y los flujos de capitales a largo plazo.

Respecto de las críticas acerca de la estructura de mercado adoptada para el sector de bienes no comerciables, el autor explica que, a pesar de que dicho sector exhibe economías de escala, en el modelo se encuentra «localmente» en una zona de rendimientos decrecientes. A su juicio, el supuesto de competencia monopolística resulta adecuado por cuanto: refleja la falta de competencia plena en el sector de bienes no comerciables, a diferencia de lo que sucede en el sector de bienes comerciables; permite que los precios vengan determinados por las empresas; y tolera un cierto grado de competencia al ser el número de empresas variable.

  —77→  

De Gregorio reconoce que otras clasificaciones -por ejemplo, entre sectores protegidos y no protegidos- hubieran sido posibles, pero quizás no hubieran permitido el grado de homogeneidad en las comparaciones internacionales que ha sido posible tomando los bienes comerciables y no comerciables. También acepta el insuficiente papel jugado por las consideraciones salariales a nivel empírico así como el efecto condicionante de los supuestos adoptados sobre los resultados de estática comparativa; que, no obstante, son bastante convencionales, lo que, a su juicio, hace más razonables los supuestos mencionados. Finalmente, atribuye la ausencia de efectos diferenciales entre aumentos del gasto público de carácter transitorio y permanente a que el canal de transmisión principal de los efectos del gasto público es a través de los salarios y a los supuestos hecho acerca de la función de utilidad.