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Se dice con este motivo ¿por qué no habíamos de reunir la producción comercial a la agrícola y fabril? Por la misma razón que tiene un fabricante de paños para enviarlos a teñir a casa de un tintorero; y si le sobran capitales y tiempo, encuentra más ventaja en dar nueva extensión a su fábrica que en estableces un tinte y aprovecharse de las ganancias del tintorero. (N. del A.)



 

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Sería imposible su exacta valuación, aun en los países en que es muy respetada esta especie de cálculos, además de que sería muy superflua: y como en general nunca son permanentes las valuaciones estadísticas, tienen en sí mismas poca utilidad, por exactas que sean, lo que sí es verdaderamente útil, es conocer bien los hechos y leyes generales, esto es, la cadena que une los efectos con las causas. Fuera de esto, ninguna otra cosa puede indicar la conducta que debe observar el hombre en cada situación en que se encuentre. La estadística no puede suministrar a la Economía política sino ejemplos para hacer comprehender unos principios que deben ser demostrados sin ella, o servirles de pruebas. Ni puede fundar principios, ni estos pueden fundarse sino en la naturaleza de las cosas, cuya cantidad es lo único que enseña a conocer la mejor estadística. (N. del A.)



 

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Artur Young, en su Revista de la Agricultura francesa, no valúa la porción permanente y fija del capital empleado en las tierras de la Francia antigua, y sólo regula que es inferior en unos 36 francos; por cada acre inglés (160 perchas) a la porción equivalente de los capitales así empleados en Inglaterra; de modo que admitiendo la suposición moderada de que las mejoras de las tierras importen en Francia no más que una mitad de las de Inglaterra, vendría a valuarse el capital así fijado en la Francia antigua en 36 francos: lo que, contando 131 millones de acres en Francia daría 4716 millones de francos en esta sola porción del capital francés. (N. del A.)



 

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El mismo Artur Young regula que en Francia estas dos últimas porciones del capital empleado en la agricultura (entiendo bajo este nombre los utensilios, el ganado, las provisiones para la manutención, &c.) pueden valuarse en 48 francos por acre una con otra, o sea en 6288 millones en toda Francia. Añadiendo esta porción del capital francés a la precedente, hallaríamos que se puede valuar en once mil millones la porción del capital de la Francia antigua, que está empleada en la industria agrícola. El mismo autor valúa en un duplo este mismo capital en Inglaterra, guardando proporción con la extensión del territorio. (N. del A.)



 

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Los ahorros de un rico arrendador de las rentas públicas, de un depositador de los bienes ajenos, o de un favorito colmado de privilegios, pensiones y cargos, son sin duda verdaderas acumulaciones, y algunas veces bastante fáciles. Pero estos valores, acumulados por un corto número de personas privilegiadas, son un producto muy real del trabajo, de los capitales y tierras de un gran número de productores que hubieran podido ahorrarlos, y acumularlos para su propia utilidad, si no se los hubiesen arrebatado la injusticia y la fuerza. (N. del A.)



 

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Riqueza de las naciones, lib. II, cap. 3.

Milord Lauderdale ha creído probar contra Smith en un libro intitulado Investigaciones sobre la naturaleza y origen de la riqueza pública, que la acumulación de capitales es perjudicial al acrecentamiento de las riquezas. Fúndase en que la acumulación impide que circulen unos valores que serían favorables a la industria. Pero este es un error, porque ni el capital productivo ni sus aumentos salen de la circulación; de lo contrario, quedaría ocioso este capital, y no rendiría provecho alguno: y lejos de suceder así, el empresario que hace uso de él, le emplea, le gasta, le consume íntegramente, pero de tal modo, que le reproduce, y aun con ventaja. Advierto este error de Milord Lauderdale, porque sirve de base a otras obras de Economía política, cuyas deducciones son todas falsas como que proceden de un principio que lo es igualmente. (N. del A.)



 

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Riqueza de las naciones, lib. II, cap. 3. (N. del A.)



 

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Deben exceptuarse sin embargo las tiempos de guerras crueles o de lapidaciones excesivas, como la que ha habido en Francia durante la dominación de Bonaparte. Apenas puede dudarse que en esta época desastrada para la Francia misma, aun en medio de los triunfos militares, han sido muchos más los capitales disminuidos que los que se han acrecentado con ahorro. Las requisiciones, las ruinas que acarrea la guerra, juntamente con los gastos forzados de los particulares y los impuestos excesivos, han destruido indubitablemente más valores que los que han podido reponer productivamente los ahorros de algunos particulares. El Príncipe que no tenía ningunas nociones de Economía política, y de consiguiente afectaba mirarla con desdén, inducía a sus cortesanos a disipar las enormes rentas con que los había enriquecido, para que nunca llegasen a acumular tantos bienes que pudiesen hacerse independientes por medio de ellos. (N. del A.)



 

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No conviene sin embargo figurarse que la diferencia entre los sistemas económicos de los estados antiguos y de los modernos es tan grande como se pudiera creer. Se advierten semejanzas muy notables entre los progresos y decadencia de los pueblos opulentos de Tiro, Cartago, Alejandría, y de las repúblicas de Florencia, Venecia, Génova y Holanda. Las mismas causas han producido siempre los mismos efectos. Oímos pomposas relaciones de las riquezas de Creso, Rey de Lidia, aun antes de que este soberano conquistase algunos estados vecino: lo que prueba que los lidios eran una nación industriosa y económica, porque los recursos de su Rey no pudieron salir de otra parte que de su pueblo. Bastaría el estudio de la Economía política para establecer esta opinión; pero se encuentra su confirmación formal en Justino, el cual llama a los lidios nación poderosa por su industria desde tiempos antiguos (gens industria quondam potens); y hablando de su actividad, dice que no consiguió Ciro someter completamente aquel pueblo hasta que le hubo acostumbrado a la ociosidad de las tabernas, a los juegos y a la disolución (Jussique camponias, et Indieras artes et lenocinia exercere). Luego tenía antes las cualidades opuestas. Si Creso no se hubiera entregado al fausto y a la ambición de las conquistas, habría conservado probablemente un gran poder, y no habría acabado sus días en medio de la desgracia. El arte de enlazar los efectos con las causas, y el estudio de la Economía política, no son menos importantes para la felicidad particular de los Reyes que para la de sus pueblos. (N. del A.)



 

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Este aumento en los gastos no es puramente nominal, ni depende sólo de que la misma cantidad de plata tenga por denominación un número mayor de libras o francos. El aumento de los gastos es real y efectivo, pues es más variada la cantidad de productos que se consumen, y éstos son más finos y exquisitos: y aunque la plata de ley valga intrínsecamente con corta diferencia tanto como valía en tiempo de Luis XIV (supuesto que con la misma cantidad de plata se puede comprar la misma cantidad de trigo) sin embargo en las mismas clases de la sociedad se gasta mayor cantidad de plata, no solamente en el nombre, sino también en el peso. (N. del A.)



 
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