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70

Vemos en el canto XX de la Odisea que trabajaban diariamente doce mujeres en moler el grano necesario para el consumo del palacio de Ulises, y no parece que este palacio era más considerable que la casa de un particular opulento de nuestros tiempos. (N. del A.)



 

71

Después de la 3.ª edición de esta obra, ha publicado el Señor de Sismondi un libro intitulado: Nuevos principios de Economía política, en el cual insiste (libro VII, cap. 7) en los inconvenientes que presenta la introducción de las máquinas que suplen el trabajo del hombre. Este autor apreciable se ha dejado llevar demasiado en la idea de unos inconvenientes pasajeros, ha desconocido las ventajas durables de las máquinas, y parece que ignora los principios de Economía política que establecen estas mismas ventajas de un modo riguroso. Véase el Epítome al fin de esta obra, en las palabras, Gastos de producción, Rentas, Riquezas. (N. del A.)



 

72

Becaria, que enseñó públicamente la Economía política en Milán el año 1796, había advertido, ante de la publicación de la obra de Smith, que la separación del trabajo era favorable a la multiplicación de los productos. He aquí su expresiones: ciascuno prova coll' esperienza, che applicando la mano el' ingegno sempre allo stesso genere di opere e di prodotti, egli più facili, più abondanti, e migliori ne trova i resultati, di que lo che se ciascuno isolatamente le cose tutte a se necessarie soltante facesse: onde altri pascono le pecore, altri ne cardano le lane, altri le tessono; chi coltiva biade, chi ne fa il pane, chi veste, chi fabbrica agli agricoltori e lavoranti, crecendo e concatenandose le arti, e dividendosi in tal maniera per la comune e privata utilità gli nomini in varie el assi e condizioni. «Todos saben por experiencia propia que aplicando siempre las manos y el ingenio a un mismo género de obra y de productos, obtienen resultados más fáciles, más abundantes y mejores, que si cada uno hiciese por sí solo todas la cosas que necesita. Por esta razón no son unas mismas las personas que apacientan lo ganados, cardan la lana y la tejen: unas cultivan el trigo, otra hacen el pan, otras los vestidos y las casas para los agricultores y los artesanos. De este modo se encadenan y multiplican las artes, y se separan los hombres en diversas condiciones para utilidad pública y particular».

Si embargo he hecho a Smith el honor de atribuirle la idea sobre la separación de las ocupaciones, porque es probable que la hubieses profesado en su cátedra de filosofía de Glascow, antes que Becaria en Milán, como se sabe que lo hizo con todos los principios que sirven de base a su obra y sobre todo porque dedujo de aquella idea las consecuencias más importantes. (N. del A.)



 

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Pero si la división del trabajo ha dado origen a muchos descubrimientos importantes en las artes, no han sido ni serán efecto de ellas los productos que han resultado y resulten en lo sucesivo de estos descubrimientos. La multiplicación de tales productos es el resultado de la fuerza productiva de los agentes naturales, sea cual fuere la ocasión que nos haya ensañado a hacer uso de ellos. Véase el capítulo 4, de este lib. I. (N. del A.)



 

74

El bajo precio del azúcar en la China procede probablemente, en parte, de que el agricultor no se mezcla en extraerle de la caña; sino que esta operación se ejecuta por manipuladores ambulantes, que llevando consigo un aparato poco costoso, van de hacienda en hacienda a ofrecer sus servicios. Véase a Macurtney, tomo IV, página 198. (N. del A.)



 

75

No solamente indican nuestros mercados de aldea que es muy pobre y lento el consumo de objetos, sino que basta recorrerlos para ver cuán limitado es el número de los objetos que en ellos se venden, y cuán grosera su calidad. Fuera de los productos rurales del país, apenas se encuentra más que algunas herramientas, telas, mercería y quincalla, de lo más inferior. En un estado de mayor prosperidad se verían algunas de aquellas cosas que contribuyen a satisfacer las necesidades de una vida algo más deliciosa: muebles más cómodos y de mejor gusto; telas más finas y variadas; algunos comestibles un poco más caros, ya por su preparación, o ya por la distancia de donde se hubiesen traído; algunos objetos delicados de instrucción o de recreo; libros que no fuesen de devoción ni almanaques llenos de patrañas, &c. &c. En un estado aun más floreciente sería tan fácil y general el consumo de todas estas cosas, que se hallarían tiendas siempre abiertas y surtidas de estos diferentes géneros. En algunas partes de Europa se ven ejemplos de este grado de riqueza, y especialmente en ciertos distritos de Inglaterra, Holanda y Alemania. (N. del A.)



 

76

No vemos por lo común en la agricultura empresas tan considerables como en el comercio y fábricas. Un arrendador o un propietario no suele labrar más que doscientas o doscientas y cincuenta fanegas de tierra; labor que ya se atienda al valor de los capitales o a la importancia de los productos, no excede a las especulaciones de un negociante o de un fabricante regular. Depende esto de muchas causas, y principalmente de la extensión del teatro que exige esta industria; del embarazo que causan sus productos, los cuales no pueden llevarse de muy lejos al depósito principal de la empresa, ni ir a buscar salidas demasiado distantes de la naturaleza misma de la industria, que no permite al empresario establecer un orden constante y uniforme, y le obliga a formar una serie de juicios parciales, en razón de la diferencia de los cultivos y de su alternativa, de los abonos, de la variedad de ocupaciones de un mismo jornalero, la cual depende del orden de las estaciones, de las vicisitudes del tiempo, &c. (N. del A.)



 

77

Se llama mercancía el producto que se compra con el objeto de revenderle; y género el que se compra para el consumo. (N. del A.)



 

78

Esta obra está todavía por hacer, a pesar de las de Melon y Forbounas, porque aun no se ha conocido bien el principio y el resultado del comercio. (N. del A.)



 

79

En el libro II, cap. 7 se verán las proporciones que suele guardar esta división. (N. del A.)



 
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