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Debiendo ilustrarse este punto más adelante, baste saber por ahora que en cualquier estado en que se halle la sociedad, tanto más se acercarán los precios corrientes al valor real de las cosas, cuanto más completa sea la libertad de producir y contratar. (N. del A.)



 

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En el tercer libro de esta obra se muestra cual es la parte de este impuesto que paga el productor, y cual la que paga el consumidor. (N. del A.)



 

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Como las materias no pueden transformarse mezclarse y separarse, sino por medios y químicos, todas las artes fabriles, se pueden reducir a dos clases, a saber, artes mecánicas y químicas, según que domine una u otra de estas operaciones. (N. del A.)



 

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Algarotti cita en sus opúsculos como un ejemplo del prodigioso aumento de valor que da la industria a un objeto los muelles espirales de relojes de faltriquera. La libra de hierro en bruto, viene a costar un real de vellón al pie de la fábrica. Con él se hace el acero y con el acero el muellecito que mueve el balancín del reloj. Cada muelle de estos no pesa más que un décimo de grano, y cuando está bien acabada se puede vender en diez y ocho francos. Con una libra de hierro se pueden fabricar, descontando algo por razón de mermas, ochenta mil de estos muelles y elevar por consiguiente una materia que vale un real, al valor de un millón cuatro-cientos cuarenta mil francos. (N. del A.)



 

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Pretendiendo Mercier de la Reviere probar en su obra intitulada Orden natural de las Sociedades políticas, (tomo II, pag. 255) que el trabajo de las manufacturas es estéril, y no productivo, hace un argumento que me parece debe ser impugnado, porque se ha reproducido en diferentes formas, y alguna vez bastante especiosas. Dice, pues, que si se toman por realidades los falsos productos de la industria, se deberá por consecuencia multiplicar inútilmente el trabajo manual para multiplicar las riquezas. Pero de que el trabajo manual produzca un valor cuando tiene un resultado útil, no se sigue que le produzca cuando este resultado es inútil o perjudicial. No todo trabajo es productivo; ni tiene esta cualidad sino cuando añade un valor real a las cosas: y lo que prueba aun más cuan fútil es este raciocinio de los economistas, es que se puede emplear contra su propio sistema del mismo modo que contra el sistema opuesto. Bastaría decirles: Vms. convienen en que la industria del cultivador es productiva: luego éste no tiene que hacer más que labrar sus tierras diez veces al año y sembrarlas otras tantas para duplicar sus productos: lo cual es absurdo. (N. del A.)



 

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Genovesi, que desempeñaba en Nápoles una cátedra de Economía política, define el comercio diciendo que es el cambio de lo superfluo por lo necesario. Fúndase en que en todo cambio la mercancía que se quiere adquirir es para ambos contratantes mas necesaria que la que se quiere dar. Ésta es una sutileza de que hago mérito, porque se reproduce con frecuencia. Sería difícil probar que un pobre jornalero que va el día de fiesta a la taberna deja allí lo superfluo en cambio de lo necesario. En todo comercio que no sea una estafa, se cambian dos cosas que en el momento y en el lugar en que se hace el cambio, valen lo mismo una que otra. La producción comercial, esto es, el valor añadido a las mercancías cambiadas, no es efecto del cambio, sino de las operaciones mercantiles que se hicieron para transformarlas.

No sé que antes del conde de Verri haya explicado nadie en qué consistía el principio y fundamento del comercio En 1771 dijo este autor: «El comercio no es en realidad más que el transporte de las mercancías de un lugar a otro» (Meditationi sull economía política, § 4.). Parece que aun el celebre Adan Smith no tiene una idea bien clara de la producción comercial, puesto que se contenta con rebatir la opinión de que hay producción de valor, por efecto del cambio. (N. del A.)



 

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El señor, Sirmondi no fijó la atención en esto cuando dijo: «Vino el comerciante a colocarse entre el productor y el consumidor para servir a uno y a otro, y hacer que ambos a dos le pagasen este servicio». (Nuevos principios de Economía Política, lib. II, cap. 8.) En vista de esto parecerá que el comerciante no subsiste sino con los valores producidos por el agricultor y el fabricante, siendo así que subsiste con un valor real añadido por él a las mercancías, dándoles una forma que no tenían, una facultad de servir. Esta preocupación es la misma que la que indigna al populacho contra los que negocian en granos.

En el mismo error ha caído el señor Luis Say, de Nantes. (Causas principales de la Riqueza, &c.pág. 110.) Para probar que no es real el valor dado por el comercio, dice que es absorbido por los gastos de transporte. De este modo probaba la secta de los Economistas que las manufacturas no producen; sin advertir que estos mismos gastos formaban la renta de los productores comerciales y fabricantes, y que así los valores producidos por los productores se distribuían entres ellos. (N. del A.)



 

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El Comercio y el Gobierno considerados en sus relaciones recíprocas. Parte 1, cap. 6. (N. del A.)



 

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Se pueden considerar como ocupados en industrias de un mismo género el que labra las tierras, el que cría ganados, el que corta árboles, y aun el que pesca los peces, o saca de las entrañas de la tierra los metales, las piedras, los combustibles que ha puesto en ellas la naturaleza; y por no multiplicar las denominaciones, se designan todos estos trabajos con el nombre de industria agrícola, porque el cultivo de los campos es el más importante de todos. Las palabras son de poca importancia, una vez que se comprehendan bien las ideas. El viñador que estruja o exprime la uva, hace una operación mecánica, que se aproxima más a las artes fabriles que a las agrícolas. Poco importa que se le llame fabricante o agricultor, con tal que se conciba bien de qué modo aumenta su industria el valor de un producto. Hay, si se quiere, una multitud de industrias, considerando todos los modos posibles de dar valor a las cosas; pero generalizando el principio, resulta que hay una sola, supuesto que se reducen todas a servirse de las materias o de los agentes que presenta la naturaleza para formar de ellos productor susceptibles de ser consumidos. (N. del A.)



 

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Veánse los numerosos escritos de los Economistas. (N. del A.)



 
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