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270

Smith, lib, II cap, 2. (N. del A.)



 

271

Esto es lo que sucedió al banco de Francia después de haberse escrito lo que precede, en 1814 y en 1815, cuando París fue sitiado y ocupado por ejércitos extranjeros. Las sumas no exigibles que había anticipado el banco al gobierno y a los particulares no excedían al capital suministrado por sus accionistas, el cual tampoco es exigible; y todas las cédulas al portador que había puesto en circulación eran representadas, ya por el numerario que tenía en caja, ya por efectos de comercio a corto plazo. Por eso sucedió que a pesar de las circunstancias muy criticas en que se vio este establecimiento, continuaron los negociantes sirviéndose de sus cédulas, sin las cuales no podían pasar, y éstas pudieron pagarse a la vista en dinero, en el momento mismo de la invasión de los ejércitos extranjeros: con lo que se ha demostrado la utilidad del servicio de un banco de giro y lo que se gana en no abusar de las cédulas de crédito. (N. del A.)



 

272

Por esta causa se vio obligado en 1803 el banco territorial, establecido en París a suspender el pago en numerario de sus cédulas, y a declarar que no las reembolsaría sino al paso que se fuesen vendiendo las fincas que les servían de hipoteca. (N. del A.)



 

273

En un escrito que publicó Thornion con el objeto de justificar esta suspensión de pagos del banco de Inglaterra, impugna aquel autor los principios de Smith; y dice que el pedido excesivo del reembolso de cédulas, de que resultó la suspensión, fue efecto, no de una emisión demasiado considerable, sino al contrario de haberse recogido parte de las cédulas. «Una reducción en la masa de las cédulas circulantes, dice Thornion, produce quiebras; las quiebras difunden la consternación; y la consternación impele a correr al banco para recibir guineas». Estas son unas consecuencias forzadas, de que se hace uso para sostener una paradoja. Cuando un papel de crédito produce el efecto de que se extraiga de cualquier país una cantidad excesiva de moneda metálica, y llega a faltar la confianza en este papel, hay sin duda grandes dificultades, porque el agente de la circulación no basta ya para las necesidades de ésta; pero es un error imaginar que puede remediarse esta falta multiplicando un agente de circulación que no inspire confianza. Si el banco de Inglaterra se ha sostenido a pesar de este golpe, es por la necesidad indispensable que una nación de gran comercio tiene de un agente cualquiera de los cambios, de una moneda, aun cuando sea de papel, y porque el gobierno y todos los cambistas de Londres, interesados en la conservación del banco, consintieron en no pedirle el reembolso de sus fondos, que ciertamente no podría pagar en valores efectivos hasta que el gobierno le pagase también a él en la misma forma las sumas que le debían. El banco prestó al gobierno más de lo que importan sus propios capitales (que no son en rigor una prenda necesaria para el pago de sus cédulas); pues de los contrario los efectos de corto plazo que tenía en su poder, habrían bastado para el reembolso de sus cédulas al portador. (N. del A.)



 

274

En Inglaterra no representa ahora el Parlamento los intereses nacionales, sino que es un mero representante del ministerio, el cual vine a ser una oligarquía elegida por el Rey. (N. del A.)



 

275

La diferencia entre el valor del papel-moneda en lo interior donde tiene uso, y en lo exterior donde no le tiene, es el fundamento de las especulaciones que se han hecho, y de los grandes caudales que se han adquirido en todas las épocas en que ha habido papel-moneda.

En 1811, con cien guineas en oro se podía comprar en París una letra de cambio sobre Londres, de 140 libras esterlinas, o lo que es lo mismo, se podía comprar por valor de 140 libras esterlinas de papel-moneda inglés, supuesto que las letras de cambio se pagaban en papel-moneda (bank notes): y estas mismas cien guineas, o un tejo equivalente, no habían costado en Londres más de 120 libras esterlinas en papel-moneda. Así debe de entenderse la expresión de que el papel-moneda inglés tenía más valor en Inglaterra que en el extranjero.

Por eso, según los extractos de cuentas que se me han comunicado, entraron fraudulentamente en los años de 1810, 1811, 1812 y 1813 por los solos puertos de Dunkerque y Gravelinas 182.124,444 francos entre guineas y tejos de oro.

La misma especulación se ejecutaba con toda especie de mercancía, aunque no tan fácilmente como con el oro, pues aunque en Inglaterra se protegía su salida, era muy difícil introducirlas por fraude en el continente. Como quiera que sea, el pedido de letras de cambio sobre Londres que ocasionaba esto en el continente, no hubiera tardado en poner su valor a la par del que tenían en Inglaterra, si los pagadores de subsidios ingleses no se hubieran visto constantemente en la necesidad de girar letras de cambio sobre Londres. (N. del A.)



 

276

Este escrito, traducido al francés, siendo Law contralor general de Francia, se intitula: Reflexiones sobre el comercio y el dinero. (N. del A.)



 

277

Véanse en Dutot, tomo II, página 200, los excelentes efectos del sistema en los primeros tiempos de su establecimiento. (N. del A.)






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