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No se debe perder de vista que el consumo del valor de los servicios productivos, que se hace en la producción, es un consumo tan real como el que se hace de las primeras materias. En el número de los servicios productivos se comprehenden los de los capitales, igualmente que los de la industria. (N. del A.)



 

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Si el gobierno dedica a estas empresas rentas propias, como el producto de los bienes nacionales, ni es menos efectiva la pérdida, ni deja de recaer sobre los pueblos; porque si no se dedicase a este uso una parte del producto de los bienes nacionales, otro tanto menos habría que exigir a los contribuyentes. (N. del A.)



 

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Lo mismo sucede con las empresas comerciales dirigidas por el gobierno. En la escasez que se experimentó en 1816 y 1817, el gobierno francés hizo compras de granos en el extranjero: subió el trigo a un precio excesivo en lo interior; y aunque el gobierno le vendía algo más barato que al precio corriente, todavía costaba demasiado caro. Los particulares hubieran logrado ganancias considerables en esta ocasión, y el gobierno perdió 21 millones de francos. Informe presentado al Rey en 24 de diciembre de 1818. (N. del A.)



 

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Véase el cap. VI de las operaciones comunes a las tres industrias. (N. del A.)



 

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Examinando Smith las verdaderas causas de la prosperidad de la Gran Bretaña da el primer lugar a «la pronta e imparcial administración de justicia, la cual hace que los derechos del último ciudadano sean respetados por el más poderoso, y asegurando a cada uno el fruto de su trabajo, fomenta del modo más efectivo toda especie de industria». Riqueza de las naciones, lib. IV, cap. 7. Poivre, que había viajado tanto, asegura que nunca vio que prosperasen verdaderamente otros países sino aquellos en que iban a la par la libertad de la industria y la seguridad. (N. del A.)



 

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Véase lo que se dice más adelante acerca de la población. (N. del A.)



 

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No comprehendo en esta regla a los fundadores de varios Estados en la América septentrional, ni a algunos otros. Las colonias españolas y portuguesas del continente de América, participan de los dos sistemas. Hay europeos que van alla, con ánimo de volver; y otros que se proponen fijarse en ellas con sus descendientes. Pero estas combinaciones están sujetas a grandes vicisitudes desde que aquellas colonias tomaron las armas para conseguir su independencia. (N. del A.)



 

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Steuart: Tratado de Economía política, lib. II, cap. 6.

Turgot: Reflexiones sobre la formación y distribución de las riquezas, §. 28.

Smith: Riqueza de las naciones, lib. I, cap. 8; y lib. III, cap. 2. (N. del A.)



 

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Conviene observar aquí que el obrero libre que gana un jornal más caro que el del esclavo, ejecuta un trabajo, que, si es menos penoso, no deja por eso de ser casi siempre más precioso por la inteligencia, y por el talento adquirido que supone. Los relojeros y sastres son ordinariamente obreros libres. Por lo que al trabajo de los simples jornaleros, le encarece la esclavitud misma, porque aleja toda concurrencia. (N. del A.)



 

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Con más propiedad se llamarían mercancías o géneros equinocciales, porque crecen ordinariamente entre los trópicos. (N. del A.)



 
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