Véanse las Memorias de Sully, Lib. XVI. (N. del A.)
Breve Trattato delle cause che pòrssono far abondare le regni d'oro et d'argento dove nonsono miniere. (N. del A.)
«Entro ora a dire della fatica, la quale, non solo in tutte le opere che sono intieramente dell' arte, come te pitture, sculture, intagli, etc. ma anche in molti corpi, come sono i minerali, i sassi, te piante spontanee delle selve, etc. è l' unica che da valore alla cosa. La quantità della materia non per altro coopera in questi corpi al valore se non perchè aumenta o scema la fatica (GALIANI, della Moneta, Lib. I. cap. 2.). Voy ahora ha hablar del trabajo, el cual, no solo en todas las obras que son enteramente productos del arte, como la pintura, escultura, gravado, &c. sino también en muchos cuerpos, como los minerales, piedras, plantas espontáneas de las selvas, &c. es el único que da valor a las cosas. La cantidad de la materia no influye en el valor de estos cuerpos sino en cuanto aumenta o disminuye el trabajo».
En el mismo capítulo dice también Galiani que el hombre, esto es, su trabajo, es la única buena medida de los valores. Éste es también un principio, y en mi concepto un error de Smith. (N. del A.)
El mismo Galiani dice en la obra citada que lo que ganan unos lo pierden necesariamente otros: en lo cual muestra que un escritor, por muy ingenioso que sea, puede no saber deducir las consecuencias más sencillas, y estar casi tocando una verdad sin echarla de ver; porque si puede haber riqueza creada por el trabajo, podrá haber en esta clase una riqueza nueva que no se haya quitado a nadie Galiani, en los Diálogos sobre el comercio de granos, escritos en Francia mucho tiempo después, pronunció su propia condenación en aquel tono que le era tan propio. «Una verdad, dice, que nace por un puro acaso, como un hongo en un prado, de nada sirve, ni se sabe hacer uso de ella, si se ignora de dónde viene, a dónde va, cómo y de qué serie de raciocinios deriva». (N. del A.)
No pudiendo juzgar por mí mismo del mérito de todos estos escritores, porque no se han traducido las obras de algunos, me ha sido preciso referirme a lo que dice de ellos un traductor español de mi Tratado, D. Josef Queipo, hombre distinguido por sus luces no menos que por su patriotismo, y del cual son las expresiones que he copiado aquí. (N. del A.)
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Los dos memoriales de la Mata son ciertamente enérgicos; pero damos este nombre al de las 71 páginas, por que nos parece que le conviene mejor que al otro. (N. del E.) |
Cuando sostienen, por ejemplo, que la baja de los géneros de primera necesidad es una calamidad pública. (N. del A.)
Entre los escritos a que dieron lugar, no se deben pasar en silencio los graciosos diálogos sobre el comercio de granos, en que Galiani habla de la Economía política por el estilo de Tristram-Shandy: propone algunas verdades importantes, y cuando se trata de probarlas, responde con una chuflera. (N. del A.)
Lo que principalmente ha dado motivo a que se crea que las ciencias morales y políticas se fundan en vanas teorías, es la mezcla casi continua que se advierte entre el punto de derecho y el punto de hecho. ¿Qué importa, por ejemplo, la cuestión largamente discutida en los escritos de los Economistas, de si el poder supremo es o deja de ser copartícipe de todos los bienes raíces de un país? El hecho es que en todo país toma o es preciso darle, con el nombre de impuesto, una parte en las rentas de los bienes raíces. He aquí un hecho, y un hecho importante, que es consecuencia de otros varios, hasta los cuales se puede subir, y causa de otros (como el aumento le precio en los géneros), a los cuales podemos ser conducidos con seguridad. El punto de derecho queda siempre más o menos sujeto al imperio de la opinión; pero el punto de hecho es susceptible de certidumbre y de pruebas. El primero no ejerce casi ningún influjo en la suerte del hombre, pero el segundo le interesa sobre manera, porque los hechos nacen unos de otros; y siendo importante para nosotros que tal resultado suceda antes que otro, nos es esencial saber cuales son los medios de hacer que suceda. Juan Jacobo Rousseau fundó casi todo su contrato social en puntos de derecho, y no tengo dificultad en asegurar que de este modo hizo una obra muy poco útil, por no decir más. (N. del A.)
Del comercio y del Gobierno considerados en sus relaciones recíprocas. (N. del A.)
Véanse sus cuadernos, impresos por primera vez en 1804 en la apreciable colección publicada en Milán por Pedro Custodi con el título de Scrittori classici italiani di Economía política. Yo no tuve noticia de ellos hasta después de la primera publicación de esta obra, que fue en 1803. (N. del A.)