Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoVI. Conclusiones

...la sémiotique devient le lieu où la science s'interroge sur la conception fondamentale du langage, sur le signe, les systèmes signifiants, leur organisation et leur mutation.

En abordant ces questions, la science linguistique est donc amenée actuellement à réviser profondément sa conception du langage. Car, si plusieurs systèmes signifiants sont possibles dans la langue, celle-ci n'apparaît plus comme un système, mais comme une pluralité de systèmes signifiants dont chacun est une strate d'un vaste ensemble.


(J. Kristeva: Le langage, cet inconnu, 1969: 292).                


En efecto, como dice Julia Kristeva, la semiótica, al estudiar los sistemas de significación, verbales y no verbales, en tanto que lenguajes, amplía considerablemente el horizonte de la lingüística. La aplicación del método lingüístico al estudio de uno de los sistemas de significación no verbal, como el lenguaje de signos que utilizan los sordos, nos ha descubierto aspectos de sueno interés sobre la organización y estructura de dicho lenguaje, a la vez que nos ha aportado también nuevos datos para la teoría lingüística en general.

Desde que en 1960, en Estados Unidos, Stokoe comenzara a publicar sus estudios sobre el lenguaje de signos, la Sociedad de Lingüística creó una sección para fomentar su estudio. Por tanto, el lenguaje de signos norteamericano ha sido el más estudiado desde un punto de vista lingüístico.

En España, la proyección de la lingüística hacia el estudio de fenómenos de comunicación no verbales es todavía incipiente. Siguiendo una línea iniciada por E. Torrego con su trabajo sobre lingüística y cinésica (1971), y con su estudio sobre los gestos en español hablado (1974), y continuada por S. Serrano con sus trabajos sobre semiótica general (1981), presentamos nuestro estudio sobre un lenguaje no verbal, utilizado en España por unos cien mil sordos, que, confiamos estimule nuevas y enriquecedoras aportaciones. Las nuestras son las siguientes:

1. El lenguaje de signos gestuales es creado por el sordo de nacimiento del mismo modo que el niño oyente va desarrollando el lenguaje verbal que percibe en su entorno. Sin embargo, el niño sordo, generalmente, no encuentra en su medio el modelo de lengua al que poder adaptar sus emisiones gestuales, ya que, excepto si es hijo de padres sordos o tiene familiares sordos, nace y vive entre personas oyentes, que poseen una lengua verbal a la que él no tiene acceso por carecer de audición.

El lenguaje de signos gestuales se desarrolla, por tanto, en el contacto comunicativo entre sordos.

2. Los signos gestuales del sordo, en la medida en que se utilizan para transmitir mensajes entre un emisor y un destinatario, de acuerdo con un código específico, constituyen un lenguaje que difiere del lenguaje verbal en el modo de producción y en el modo de percepción. Se articula con las manos y se percibe por la vista. Así pues, el lenguaje humano no es exclusivamente oral-auditivo, sino que también hay lenguajes de tipo gestual-visual.

3. La unidad lingüística es el signo gestual realizado con una o dos manos. Si se presenta una articulación bimanual, ésta puede ser simétrica, o bien, puede presentar una mano no activa, generalmente la izquierda, y la mano derecha con movimiento -mano activa-; en este caso, la articulación del signo sigue la condición dominante de la mano derecha.

A la articulación manual se superpone siempre un componente no manual que consiste en gestos de la cara, en la expresividad de la mirada y, a veces, en movimientos del cuerpo. Su función es expresiva y, también, estrictamente comunicativa.

4. El signo gestual es analizable en seis parámetros articulatorios -parámetros formativos quinésicos-, que se producen simultáneamente en el espacio y pueden desempeñar función distintiva: 1. Forma o configuración de la o de las manos -queirema-; 2. Lugar de articulación -toponema-, 3. Movimiento de la o de las manos -kinema-; 4. Dirección del movimiento -kineprosema-; 5. Orientación de la o de las manos -queirotropema-; 6. Expresión de la cara -prosoponema-.

5. El análisis del signo gestual en parámetros formativos, cuyo número es limitado, confiere al lenguaje de signos un carácter productivo, abierto. Un mismo parámetro es común a varios signos, que, a su vez, se oponen por otros parámetros distintos; de manera que con un número determinado de parámetros se pueden crear gran número de signos. Ello implica, por otra parte, que el sordo puede producir y entender nuevos mensajes sin haberlos percibido con anterioridad.

6. El lenguaje de signos posee un carácter discreto. La utilización de las manos que hace el sordo implica una segmentación, una selección de unidades, que se distinguen entre sí de acuerdo con la forma de la expresión; la variación de las mismas es, por tanto, discontinua. Los contrastes que se establecen entre los parámetros son discretos.

7. La percepción visual va unida a una iconicidad de base, sin que por ello pierda flexibilidad el sistema lingüístico gestual, pues, por un lado, en toda relación de semejanza hay un aspecto cultural convencionalmente establecido, de manera que no puede establecerse una delimitación clara entre lo no arbitrario y lo arbitrario. Los signos gestuales están codificados culturalmente. Por otro lado, en los enunciados gestuales los signos van modificándose entre ellos, y, por tanto, pierden su iconicidad de base.

8. En el lenguaje de signos hay también signos arbitrarios. Además, se observa una tendencia hacia la arbitrariedad en la evolución de los signos de base icónica.

9. La expresión de los signos gestuales se organiza en dos dimensiones: en el espacio y en el tiempo. El desarrollo en el espacio implica simultaneidad y el desarrollo en el tiempo se manifiesta en la linealidad de los significantes; por tanto, las dos coordenadas en las que se fundamenta el lenguaje de signos son simultaneidad y linealidad. La organización simultánea de los signos en el espacio es la diferencia más esencial del lenguaje de signos con respecto a un lenguaje oral-auditivo; la simultaneidad espacial va unida a la percepción visual global, y en ella reside la dificultad fundamental que presenta el lenguaje de signos, para crear un sistema de representación comparable a la escritura con relación al lenguaje verbal. Desde el año 1989 un equipo de trabajo, dirigido por Valerie Sutton, en el que hay lingüistas e intérpretes, denominado «The Deaf Action Commitee For Sign Writing» (D.A.C) de La Jolla (California) y con representación en cinco países europeos: Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca y Holanda, edita una publicación The Sign Writer, escrito con símbolos de los lenguajes de signos y de los lenguajes hablados.

The Sign Writing es una escritura simbólica, realizada con ordenador, a partir de las formas que pueden adoptar las manos, los movimientos y las expresiones faciales. Gracias a dicho sistema puede escribirse cualquier lenguaje de signos y, por tanto, contar con material escrito para enseñar los signos y la gramática.

Según dicen los autores, el sistema es fácil de aprender y de utilizar. A través de la información recibida sobre los cinco programas de ordenador que se pueden utilizar, constatamos que, en efecto, el sistema es accesible, de manera que lo consideramos de gran interés.

Por otra parte, la importancia que tiene la simultaneidad en el lenguaje de signos nos lleva a percatarnos de la escasa consideración que la lingüística ha otorgado a fenómenos de tipo simultáneo, como los prosódicos o los quinésicos, durante mucho tiempo calificados como elementos paralingüísticos, reconocidos como no estrictamente lingüísticos.

10. En la organización de los signos, la deixis es fundamental para situar los enunciados en el espacio, en el tiempo, y para referirlos a la persona o personas que participan en ellos. Las expresiones deícticas, indicadoras de persona, espacio y tiempo se manifiestan con relación al cuerpo del emisor, que actúa de referente espacial en la interacción comunicativa.

11. Los signos gestuales son neutros respecto a la distinción en partes del discurso como nombre, adjetivo, verbo, etc., es decir, el signo gestual puede aparecer en categorías sintácticas no equivalentes sin que varíe su forma. Se trata de «homonimia óptica parcial», que no produce ambigüedad gramatical. Entonces, podríamos convenir quizá con L. B. Anderson (1979: 62-192) en que las categorías morfológicas del lenguaje de signos responden a categorías universales de significado usado por los seres humanos más que al hecho de reflejar específicamente el modo manual-visual.

12. La estructura gramatical de los enunciados o discursos emitidos en el lenguaje de signos está determinada por principios semánticos y pragmáticos. El uso de los signos explica su ordenación, que puede ser descrita en términos de macro-estructuras del tipo: tema (tópico)-comento; generalmente, la información conocida, tema o tópico de conversación, se sitúa antes de la información nueva o comento.

13. El análisis de los enunciados emitidos en lenguaje de signos pone de manifiesto la fuerte cohesión entre los componentes comunicativo y expresivo. La expresividad condiciona el orden de los signos y su selección; se refleja también en las frecuentes repeticiones de aquellos significados que interesa destacar y en el frecuente uso de enunciados interrogativos con idéntico fin de poner de relieve determinados significados. Además, la expresividad se manifiesta en la cara y en la mirada, de manera, que a veces, el componente no-manual puede expresar significados como la hipótesis, la duda, la posibilidad, etc. Hay, por otra parte, signos manuales con función expresiva similar a la de las interjecciones en la lengua hablada.

14. Los enunciados interrogativos, equivalentes a las preguntas del español con elemento inicial tónico, en el lenguaje de signos se expresan situando al final el signo sobre el que se centra la pregunta para ponerlo de relieve en una posición destacada desde el punto de vista de la percepción visual. La interrogación se marca orientando las manos hacia el interlocutor y con la expresión de la mirada.

15. La negación, que cuenta con varias formas de expresión, está muy vinculada con la emotividad y se sitúa, generalmente, después del significado al cual afecta.

16. En los enunciados, la expresión de las acciones sigue el orden cronológico natural, tal como se van sucediendo los acontecimientos. De manera semejante, obedeciendo a la misma coherencia del significado, la expresión de la causa precede a la expresión del efecto.

17. En el lenguaje de signos que estudiamos se observan algunos procesos flexivos; en efecto, cambios en alguno de los parámetros articulatorios del signo producen, a veces, contrastes gramaticales, como el movimiento repetido para indicar el plural, o para expresar la duración de la acción; o bien, cambios en el queirotropema para indicar si el sujeto es agente o paciente, etc. Sin embargo, dichos procesos no son constantes, por ello nos inclinamos a pensar que el lenguaje de signos no es una lengua flexiva, tal como algunos estudiosos del lenguaje de signos norteamericano han señalado. Creemos que tales variaciones obedecen, sobre todo, al peso del componente expresivo, más que al plano estrictamente gramatical.

18. En el lenguaje de signos hay que distinguir los siguientes componentes: el componente esencial, básico, en la comunicación entre sordos es el código de signos gestuales realizados con las manos. Paralelamente, el sordo va reflejando significados con la cara y con los ojos, es decir, hay un componente no manual, generalmente de tipo expresivo, que constituye la prosodia del lenguaje de signos. Además, se observa una quinésica labial, auxiliar, simultánea con la articulación manual, que no responde a una competencia preexistente. En el caso de sordos profundos de nacimiento, los movimientos de los labios forman parte de lo que hemos considerado como quinésica facial; en el caso de sordos profundos postlocutivos, escolarizados, los movimientos de los labios reproducen algunas palabras del lenguaje verbal, pero tales palabras tienen una función auxiliar y no responden a la estructura de la lengua hablada.

19. La dactilología o escritura manual en el espacio es un procedimiento extraño al lenguaje de signos gestuales. Constituye sólo un recurso para el sordo en sus relaciones con personas oyentes o para designar arbitrariamente conceptos nuevos que aún no cuentan con un signo manual.

20. Varios aspectos de tipo sociolingüístico influyen en el uso que los sordos hacen de su lenguaje:

a) El entorno de personas oyentes con las que convive y que orientan su educación encaminada a conseguir que el sordo aprenda el lenguaje verbal, prescindiendo, generalmente, de toda atención hacia su lenguaje de signos gestuales.

b) Dentro del grupo de sordos -sordos profundos con una pérdida auditiva a partir de 70 decibelios- hay que establecer distintos subgrupos según el momento en que se produce la pérdida de audición:

1) Aquéllos cuya pérdida de audición es congénita o se produce antes del primer año, es decir, en un momento anterior a la adquisición temprana del lenguaje.

2) Aquéllos cuya sordera se ha producido en el período de adquisición del lenguaje verbal, entre los dos y cinco años de edad.

3) Los sordos a partir de los seis-siete años de edad, cuando ya se tiene una base firme del lenguaje verbal -sordos postlocutivos-.

En los tres grupos se produce una confluencia de los dos sistemas -lenguaje de signos gestuales y lenguaje verbal- en diversos grados, dependiendo, asimismo, del nivel de escolarización alcanzado. Lógicamente, el lenguaje de signos gestuales se manifiesta más puro en el caso del grupo 1), de sordos prelocutivos.

21. Hay dos registros de uso del lenguaje de signos -formal e informal-, determinados por el nivel socio-cultural de los participantes en la comunicación; ambos niveles son semejantes a los que se establecen en la lengua verbal.

Puede considerarse, además, un tercer registro de uso en la comunicación de sordos con personas oyentes, análogo al que se produce en la comunicación entre personas de lenguas distintas con conocimiento muy imperfecto de la lengua del interlocutor.

22. No hay que confundir el lenguaje de signos gestuales con lo que se denomina español signado, francés signado, inglés signado... etc., que consiste en una correspondencia entre la palabra y el signo gestual. Se utiliza actualmente en los programas de enseñanza de algunos colegios para sordos con objeto de enseñar español, inglés, francés... etc., de una manera visualizada. Este método es denominado, también, educación bimodal y su origen se remonta al siglo XVIII en Francia, donde el abad De l'Epée creaba los signos metódicos con el fin de enseñar la lengua francesa a sus alumnos sordomudos.

El español signado, por tanto, no es el lenguaje natural del sordo, sino un sistema secundario para visualizar el español.

23. El lenguaje de signos gestuales presenta variantes socio-geográficas según países, según las ciudades, incluso, según los colegios y según las Asociaciones de Sordos. Tales variantes afectan fundamentalmente al léxico gestual, sobre todo, las que hemos observado en los lenguajes de signos utilizados en Valladolid, Madrid y en Barcelona. Por no contar con un sistema de escritura es más difícil establecer una coiné lingüística. El instrumento más frecuente de cohesión lingüística son los frecuentes intercambios culturales y deportivos que se llevan a cabo entre las distintas Asociaciones de Sordos. La Confederación Nacional de Sordos anunciaba su Nuevo Diccionario Gestual Español para «unificar la mímica». La comunicación entre sordos de distintos lugares está salvada por la fuerza del componente expresivo en este tipo de lenguaje.

24. Sólo apreciaciones superficiales pueden calificar el lenguaje de signos gestuales que utiliza el sordo como telegráfico e impreciso. Una de las muchas observaciones que se han dado en este sentido es la que aporta P. Vuillemey en 1940, por tanto, en pleno período de efervescencia del oralismo:

L'émission gestive est lourde et imprécise, la réception par la vue est évanescente et synthétique: conditions défavorables au point de vue intellectuel [...].

Tout en reconnaissant que la langue gestive est la fille aînée de la pensée et que parfois, selon, Marmontel, «elle parle aux yeux un langage plus passionné que la parole» les faits exposés nous obligent à conclure qu'elle est insuffisante pour assurer les besoins de la pensée individuelle et collective.


(1940: 10-11 en A. Jacob, 1969: 382)                


Observaciones semejantes -totalmente inadmisibles- se han venido dando desde 1880 y, lamentablemente, aún se producen hoy día desde un punto de vista más emotivo que científico.

En el presente siglo, hasta los estudios de tipo lingüístico de W. C. Stokoe, de 1960, la aproximación a los gestos que emplean los sordos aparecía de manera incidental en obras de medicina y de psicología y en ambos campos, como señala Julia Kristeva (1969: 302), el gesto era considerado como opuesto al lenguaje verbal e irreductible a éste; los gestos del sordo eran sólo gestos.

25. La aplicación de la lingüística al estudio de los lenguajes de signos supone una apertura de ésta hacia otros campos afines dentro de las ciencias humanas, como la sociología, la psicología, la pedagogía, y a las ciencias de la naturaleza como la biología, la neurología, etc., y, por tanto, supone una conexión del estudio de la lengua con otros campos de investigación, que constituyen el contexto de las personas carentes de audición.

26. Los estudios lingüísticos sobre el lenguaje de signos son necesarios, sobre todo, para reorganizar la educación del sordo sobre una base científica. Después de más de un siglo de práctica exclusiva del método oral puro -desde el año 1880-, los sordos escolarizados apenas han superado, con dificultad, la etapa de los estudios primarios. Según un informe hecho público en Madrid el nueve de marzo de 1990, en el acto de presentación de la campaña para detección precoz de la sordera, entre el setenta y el ochenta por ciento de los ciento veinte mil sordos españoles son analfabetos. Sin duda, una atención a la estructura del lenguaje de signos puede contribuir a facilitar al sordo la comprensión del lenguaje verbal de los oyentes, y a conseguir, por tanto, un mayor nivel educativo y cultural, como sucede en otros países como Estados Unidos, Rusia, Dinamarca, Suecia, Holanda y Finlandia.

Por ejemplo, en Norteamérica, en el año 1980, había más de doscientas cincuenta universidades donde se enseñaba el lenguaje de signos por miembros de la asociación de profesores de lenguaje de signos o «Sign Instructors Guidance Networth» -S.I.G.N.-, que en marzo de 1977 contaba con trescientos miembros, según datos tomados por J. P. Bouillon y publicados en la Revue Générale de l'Enseignement des Déficients Auditifs, n.º 2 (1979: 56-78).

En Dinamarca, en 1977, había unos tres mil quinientos sordos profundos de nacimiento, que habían sido educados mediante la lengua de signos gestuales, según datos aportados por la Asociación Nacional de Sordos de Dinamarca en una exposición celebrada, durante el mes de agosto de 1977 sobre «los sordos en Dinamarca». A través de una serie de fotografías, esquemas y dibujos los sordos daneses hacían interesantes observaciones sobre su comunicación. Respecto a la lengua de signos manifestaban que «es una lengua diferente», «es la lengua hablada de los sordos», «tiene muchos dialectos», «cuenta con su propia gramática», «no tiene escritura», «consta de más de 6.000 signos», «es una lengua viva que evoluciona», «es una lengua oprimida», «es necesaria para los sordos» (en la publicación Réeducation Orthophonique (París), 1977, vol. 15, n.º 98, pág. 528).

Exhortamos, por último, a continuar la investigación sobre el lenguaje de signos porque, ciertamente, profundizando en el estudio de un lenguaje se conoce mejor a quienes lo emplean, y, por otro lado, para que contribuciones distintas al estudio del lenguaje gestual cubran en España una amplia laguna en los estudios lingüísticos, que, tan fructíferos en otros dominios, contribuyan a enriquecer, también, la ciencia lingüística y la semiótica.