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1

Acerca de este asunto, puede leerse todavía con mucho provecho la opinión de Adam Smith sobre los Colegios y Universidades (artículo II, parte III, capítulo I, libro V, Riqueza de las Naciones).

 

2

No incluyo naturalmente los animales de cuentos maravillosos, ni los extraordinarios perros acerca de los cuales los comunicantes de Herbert Spencer escriben a éste. Véase Justicia, de Herbert Spencer, Apéndice D., o mi Un filósofo perplejo, pág. 281.

 

3

Al escribir este libro he procurado en vano encontrar algún compendio que hiciera respecto a la nueva escuela de Economía, lo que Mrs- Garrett Fawcett y Mrs. Masón y Lalor han hecho de la vieja y, sólo he podido sacar en consecuencia, que sus enseñanzas son demasiado vagas para permitir tales resúmenes.

 

4

Un nombre dado por los chicos de Filadelfia a los grandes sapos.

 

5

Como ejemplo de la vaguedad con que las palabras «inductivo y deductivo» son empleadas en esta discusión acerca del procedimiento adecuado para la «Economía Política», merece mencionarse que del mismo Henry C. Carey, citado aquí como el representante más eminente de la escuela inductiva, en cuanto opuesta a la escuela deductiva de Smith, Ricardo y Mill, se dice en la biografía suya, inserta en la continuación de la New American Cyclopedia, la edición revisada de la Enciclopedia Universal de Johnson (1895), que es «el fundador de una escuela de Economía Política, cuyos principios son antisocialistas y más deductivos que los de Smith, Ricardo y Mill».

 

6

Véase la conferencia dada por mí ante los estudiantes de la Universidad de California, acerca del estudio de la Economía Política, Abril 1877, reimpresa en la Revista Popular Science Monthly. Marzo, 1880.

 

7

Un curioso, si no cómico, ejemplo de la ciega manera cómo los estadísticos profesionales saltan a las conclusiones, es ofrecido en la controversia que tuve en el semanario de Frank Leslie's Weekly (1883) con el profesor francés A. walker, superintendente del censo de los Estados Unidos, controversia que fue después reimpresa como un apéndice de la edición americana de mis Problemas sociales.

 

8

Aunque Progreso y miseria ha ejercido ya mayor influencia que ningún otro libro económico escrito desde Riqueza de las Naciones, no se reconoce así, no aludiéndole siquiera en la erudita historia de la Economía Política que, en el completo caos en que las enseñanzas de esta ciencia han caído, ocupa en la última edición de la Enciclopedia Británica el lugar concedido antes a la ciencia misma, y que después ha sido reimpresa separadamente. (Historia de la Economía Política, por John Kells Ingram, LL. D., Macmillan &. Company, 1888).

 

9

Progreso y miseria, libro I cap. II, El significado de los vocablos.

 

10

Los esfuerzos de los profesores titulares de Economía Política para encontrar expresión matemática a lo que ellos llaman Económico, tienen que ser familiares a los que han soportado la reciente literatura académica.