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351

Lombroso recuerda esta denominación de justa a la justicia (giuesta dice) de la jerga española, recordando que de igual modo llaman en el argot a los Asises, e indica que Mayor considera que puede ser un atributo irónico.

 

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A mí me parece que la denominación durindana tiene dejo irónico, en que se mezcla el sentido de lo duro y de lo ineficaz. Estebanillo González (pág. 292, col. 2.ª) dice, refiriéndose a una espada vieja: «y despojándome de la durindana». En la Pícara Justina hay otras dos alusiones: «que pienso que la vaina de la dicha durindana há muchos años que está preñada teniendo dentro de sí el intacto Joannes me fecit» (pág. 64, col. 1.ª): «se huelga de que la llamen hermosa y se derrite aunque sea durandarta». En el Diablo cojuelo se llama Durazután a una venta de Sierra-Morena («que hemos de ir a comer en la venta de Durazután, que es en Sierra-Morena» (pág. 30, col. 2.ª), nombre que puede estar inspirado en los anteriores.

Sin embargo, la verdadera representación de la justicia, caracterizada en ese término jergal, consiste en uno de los atributos de la ley: la espada. Durindana es el nombre de la espada de Roldán, llamada Durenda, o, según otros códices, Durandarda, por el arzobispo Turpín, en la historia que se le atribuye de Carlomagno. En la historia vulgar castellana de Carlomagno, publicada por Nicolás de Piamonte, y en otros documentos antiguos, la llamaron Durandal. Durindana es el nombre más conocido y el que se le da en los Orlandos de Boyardo y Ariosto y en sus traducciones castellanas. En la historia del Caballero del Cisne, inserta en la Gran Conquista de Ultramar, que se escribió en tiempo del rey D. Alfonso el Sabio, la llaman Durandarte.

Según la relación de los poetas italianos, Durindana pasa sucesivamente del poder de Héctor el Troyano a Pentasilea, reina de las Amazonas, a Eneas y a una Fada (Orlando enamorado, canto I). Aparece luego en manos del pagano Almonte, a quien se la quita Roldán, venciéndolo en Aspromonte y matándolo. Roldán, enloquecido por los amores de Angélica, la abandona. La encontró Mandricardo, príncipe heredero de Tartaria (Orlando furioso, canto XXIV), que la iba buscando por haberle exigido la Fada que completaría la armadura de Héctor quitándole la espada a Roldán (Orlando enamorado, canto II). A Mandricardo lo mató en desafío Rugero, entrando en posesión de su caballo y de sus armas, menos Durindana, que se la adjudicó Agramante al rey Gradaso (Orlando furioso, canto XXX, est. LXXIV). Éste había acudido a auxiliarle con 150.000 caballeros escogidos para adquirir el caballo Bayarte y la espada Durindana, pertenecientes a Roldán. (Orlando enamorado, canto VII, Lib. III). Gradaso lleva esta espada en el combate con Reinaldos de Montalbán (Orlando furioso, canto XXXIII), y luego en otro con Roldán, en la isla de Lipadusa, en que sale vencido y Roldán recobra a Durindana. (Cantos XLI y XLII).

Según la historia del Caballero del Cisne, inserta en la Gran Conquista de Ultramar, la espada Durandarte la usaba Abrahín, rey moro de Zaragoza; se la ganó Carlomagno en Toledo, venciéndolo y matándolo, y sirvió después para armar caballero al jefe de la primera Cruzada, Godofre de Bullón. Esta espada dicen que era toledana y obra del maestro Galán, «uno de los mejores maestros de espadas que ovo en el mundo.»

Según cuenta Turpín (cap. 23), era tan fuerte Durindana, que Roldán, en la batalla de Roncesvalles, dio con ella una cuchillada a un caballero moro dividiéndole en dos, o summo usque deorsum, ita ut alia pars saraceni el equi cedidit ad dexteram el alia laevam. Después, no queriendo que su espada viniese a poder de los moros, la quiso romper contra un peñón, y a los tres golpes quedó el peñón dividido y Durindana ilesa. Dice que en el puño tenía inscrito el alfa y el omega.

(Véase la nota de D. Diego Clemencín en la edición de Don Quijote de la Mancha, tomo V, págs. 48-50.-Véase la nota que más adelante se pone a la espada Joyosa.)

 

353

HUERCO, CA, adj. ant. Que está siempre llorando, triste y retirado en la obscuridad.

 

354

De mayor. Lo equiparan al pastor principal que cuida de los ganados o cabañas.

 

355

Lo equiparan al matón.

 

356

Porque recibe avisos.

 

357

El escribano ha tenido siempre la reputación de ser el amo de las causas. La literatura picaresca está llena de alusiones a su poder y a sus abusos. Condensadamente lo dice Mateo Alemán, del siguiente modo: «Digo, que tener compadres escribanos, es conforme al dinero con que cada uno pleitea; que en robar a ojos vistas, tienen algunos el alma de gitano, y harán de la justicia el juego de pasa pasa, poniéndola en el lugar que se les antojare, sin que las partes lo puedan impedir, ni los letrados lo sepan defender, ni el juez juzgar». (Guzmán de Alfarache, pág. 190, col. 1.ª)

 

358

De TOMAR. Quevedo dice (Baile IX):

«Ya los prende la justicia,

Que en Sevilla es chica y poca,

Donde firman la sentencia

Al semblante de la bolsa.»

 

359

Del latín posita, puesta, colocada. Alude a estar apostado para vigilar.

 

360

GRULLADA (Gurullada) es junta de alguaciles y corchetes.