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La enseñanza de los sordomudos en España en el siglo XVIII a través de la obra de Hervás y Panduro

Eduardo García Jiménez

María Isabel Corts Giner



Hasta el siglo XVI, en que Giordano Cardano propone unos principios generales para la educación del sordomudo y pide a la sociedad una mayor comprensión para sus problemas1, la instrucción de estos deficientes era considerada inviable.

Un monje benedictino, español, Pedro Ponce de León, es el primero que siguiendo un método, consigue enseñar a hablar a los hermanos del Condestable de Castilla y a un hijo del Justicia de Aragón. Son numerosos los testigos que relatan las excelencias del trabajo de Ponce de León con los sordomudos, no obstante no existe ninguna obra escrita de este autor sobre su método2. Será otro español, Juan Pablo Bonet el primero en publicar un libro sobre la instrucción de los mudos «Reducción de las letras y arte para enseñar a ablar los mudos»3, en el año 1620, siendo, esta obra, para unos una copia de las enseñanzas de un médico: Ramírez de Carrión4, y para otros un valioso trabajo original5. La obra de Bonet representa una ruptura con los métodos utilizados en ese momento para la enseñanza de los mudos, y significa el inicio de lo que más tarde se denominará método oral o método español, cuyos principios se extendieron a Italia (Pedro Castro), Francia (Rodríguez de Pereira, Ernaud o Deschamps), Alemania (Heinicke), Holanda (Ammán), y Suiza (H. Keller). A pesar de la enorme repercusión del tratado de Bonet en Europa, en nuestro país permanece casi ignorado6.

Un segundo hito fundamental para la enseñanza de los sordomudos en España lo podemos situar en el siglo XVIII con la aparición de la obra de Hervás y Panduro Escuela de sordomudos o arte para enseñarles a escribir y hablar el idioma español. Su verdadera importancia radica en lo que supone de incorporación de nuestro país a las corrientes europeas de la enseñanza de los sordomudos, corrientes, que por otra parte no representan sino una continuación de los principios metodológicos nacidos un siglo antes en España.

La presente comunicación intenta analizar las líneas fundamentales, a nivel psicopedagógico y metodológico de la obra conscientes de que es un punto de partida para un estudio más profundo, e incluso para una serie de trabajos comparativos que pueden ser muy interesantes tanto para la Historia de la Educación, como para la Educación Especial.






ArribaAbajoPersonalidad del autor

Lorenzo Hervás y Panduro, polígrafo y religioso español, perteneciente a la Compañía de Jesús, nació en Horcajo de Santiago (Cuenca), el 10 de Mayo de 1735, y murió en Roma el 24 de Agosto de 1809. Es una de las figuras más representativas del siglo XVIII español. Filósofo, matemático, historiador, filósofo, apologista, erudito en toda clase de conocimientos, puede considerársele como el padre de la filología comparada. Entre sus obras cabe destacar: «Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas, y numeración, división y clases de estas según la diversidad de su idiomas y dialectos» (Madrid, 1800-1803), que quedó incompleta tras su muerte.

Reacio a algunas ideas ilustradas, sobre todo a aquellas que atenían contra la religión y la moral cristiana, se hace eco, sin embargo de los principios básicos consagrados por la Ilustración: la importancia de la educación como factor de bienestar social, el deber del Estado acerca de la instrucción del pueblo, o la importancia de la experiencia como medio de alcanzar el conocimiento y el dominio práctico sobre las cosas. Así, en la obra que analizamos, explícita la necesidad de hacer extensiva la educación a todas las clases sociales y comprometer al Estado en esta tarea mediante la creación de escuelas públicas para la enseñanza de los sordomudos, idea que se llevó a la realidad en el año 18027, según unos autores, en 18058, según otros, con la inauguración de la Real Escuela de Sordomudos de Madrid.

La preocupación de Hervás y Panduro por la enseñanza de los sordomudos es más el interés de un ilustrado por dar a conocer las ideas y los métodos que sobre este tema se están desarrollando en ese momento, que por afrontar una verdadera tarea de educación integral del sordomudo. Para este autor la finalidad de la educación seguirá estando en la formación cristiana, así, escribe también un «Catecismo de Doctrina Cristiana para instrucción de los sordomudos» (Madrid, 1796).




ArribaAbajoFinalidad de la obra

El fin primordial que parece mover al autor a escribir su obra «Escuela española de Sordomudos...» es mover a la compasión a los que lean esta obra, así lo expresa en la introducción: «La instrucción de los mudos que en esta obra llamo sordomudos, es la que presento y propago a la humanidad de la sociedad civil, y a la caridad del pueblo christiano, para que vuele a socorrer a estos infelices, dignos ciertamente de la pública compasión»9. También el capítulo primero apela de nuevo a la piedad. «He procurado adornar la instrucción de los sordomudos con discursos que despierten la piedad del buen ciudadano, la humanidad del más irreligioso sabio, y la caridad de todos los que afortunadamente, por gracia del Cielo, profesan el Cristianismo».

Junto a esta motivación central, el autor persigue dar a conocer los métodos y técnicas de instrucción a aquellos que se dedican a la enseñanza de los sordomudos.




ArribaAbajoEl problema de la sordomudez

Como hemos apuntado, en esta obra aparece por primera vez el término sordomudo, considerándolo, de forma definitiva, como un defecto cuya causa principal es la sordera: «Esta sordera, que es mayor mal que la mudez, de la cual es causa, debe imprimirse con el nombre propio que le pertenece o se debe dar a los mudos por falta no de lengua sino de oído, y por esto le doy el de sordomudos».

El problema de la sordomudez importa al autor en la medida en que los sordomudos son seres humanos desprovistos de las luces del conocimiento y con una enorme dificultad para alcanzar las verdades de la Fe, por ello ve absolutamente necesario afrontar el problema de su enseñanza, solamente por este camino podrán llegar a ser verdaderamente personas. A la vez, defiende los derechos sociales del sordomudo, del que, hasta ahora, no se ha ocupado ni la legislación civil, ni la eclesiástica: «La legislación civil y eclesiástica no ha sabido hasta ahora hacer a los sordomudos otro bien sino el de protegerlos como si fueran pupilos, o por mejor decir, como si fueran impedidos o estuvieran siempre enfermos»10. Es necesario que se clarifique su situación como miembros del cuerpo social, clarificación que no solo beneficiará al sordomudo sino a la sociedad: «ya que estos (los sordomudos) viven en medio de la sociedad siéndole pesados y molestos, y solamente le son útiles a algunos por emplearse materialmente en oficios, que frecuentemente ejercen más como bestias por hábito, que como hombres por racionalidad»11.




ArribaAbajoAspectos psicológicos de la obra


ArribaAbajo1. Estructuración del método y forma de aprender del sordomudo

En el método propuesto por Hervás y Panduro en la presente obra pueden distinguirse una serie de presupuestos psicológicos que indican su constante preocupación por adaptar este «arte» a la forma de aprender del sordomudo. Su idea es, que la enseñanza siga no el orden fijado por la estructura de la lengua, sino aquel que haga más fácil y productivo su aprendizaje: «no en el orden que ha dispuesto el gramático, y que se usa en las escuelas de viva voz, sino con aquel que facilita mas su inteligencia» 12.

Dentro de lo que podríamos llamar estructuración del método destacan los siguientes aspectos: La imitación del maestro «el medio principal y más eficaz para lograr esta enseñanza (el habla o la pronunciación de las palabras), consiste en la pronunciación distintiva y clara del maestro a la vista de los sordomudos, sus discípulos, los cuales observen atentamente el movimiento, la situación y configuración de los órganos vocales al proferirse cualquier acento vocal»13.

También concede una importancia especial a la repetición de las nociones aprendidas como base para su fijación: «La lección de cada día conviene repetirla al día siguiente, y dos veces cada semana las lecciones explicadas»14. Muy relacionado con este principio está el de la formación de hábitos. «Después que haya aprendido el alfabeto se detendrá el tiempo que se juzgue necesario para habituarse en la formación escrita y manual de cada letra»15.

La secuenciación de la enseñanza es considerada fundamental por Hervás y Panduro. El principio de que el alumno vaya avanzando de lo más fácil a lo más difícil, aparece reiteradamente a lo largo de la obra: «Cada lengua, según la diversa dificultad del artificioso uso de sus partes, pide particular método práctico, en el que se enseñan primeramente las cosas más fáciles y después las más difíciles»16. En relación con ello el autor expone una idea novedosa, la de que sea el maestro el que elija la línea de aprendizaje más acorde con las posibilidades del sordomudo: «Toca al maestro ir más o menos despacio, más o menos derecho por la mejor instrucción»17.

Por último cabe destacar la necesidad, apuntada por el autor, de realizar un cierto diagnostico de la sordomudez, antes de comenzar la enseñanza: «El maestro, antes de enseñar el habla al discípulo sordomudo, debe observar atentamente su boca para descubrir si en sus órganos bocales hay impedimento remediable, como es el frenillo de la lengua... asimismo, el maestro observará la calidad de la vista en su discípulo.»18.




ArribaAbajo2. Motivaciones y recompensas

Más que aporrar ideas originales acerca de la motivación del alumno, Hervás y Panduro recoge los presupuestos de la obra del abate L'Epée. Así respecto de la fatiga que experimenta el sordomudo como consecuencia de unas prácticas en ocasiones áridas y excesivamente repetitivas nos dice: «Por lo que L'Epée, buscando a costa de su paciencia y caridad todos los medios más útiles para excitarles el deseo de saber y endulzarles el estudio, saltaba muchas veces en sus lecciones explicando anticipadamente las que más les podían agradar»19.

En cuanto a las recompensas y refuerzos establecidos en el método propuesto por Hervás y Panduro con el objeto de animar al sordomudo en la consecución de las metas previstas en el aprendizaje, cita el regalar golosinas cuando el alumno realiza correctamente una tarea, también alude a la alabanza por parte del profesor: «mostrar placer y aprobación siempre que el sordomudo acierte o llegue a pronunciar bien cualquier letra o sílaba»20. En ocasiones utiliza las recompensas materiales como apoyo de los aprendizajes que ha de realizar el alumno: «He aquí el método práctico que uso para enseñar a un sordomudo la naturaleza de los verbos, o sus tiempos simples. Doy al sordomudo dos confites para que se los coma, y después que se los ha comido, escribo así: Ignacio comió dos confites. Muestro estas palabras al sordomudo Ignacio, el cual leyendo en ellas su nombre y las palabras dos confites conjetura luego que la palabra comió significa comer»21.




ArribaAbajo3. El comienzo del aprendizaje

Para este autor, el conocimiento del habla de un idioma por el sordomudo no debe hacerse con anterioridad a los seis años, ya que hasta esa edad no aprenden a escribir. No obstante, es posible iniciarlos a los cuatro años en la pronunciación de los primeros sonidos vocálicos, para que conozcan el «silabario alfabético».






ArribaAbajoAspectos didácticos


ArribaAbajo1. Modelo de enseñanza

En la obra de Hervás y Panduro encontramos recogidas las dos facetas que impregnan su personalidad: el tradicionalismo, y el espíritu ilustrado. La primera está patente en la preocupación del autor por acompañar lo que podríamos llamar mera instrucción, de una formación del espíritu. Por otra parte su tradicionalismo religioso le hace oponerse al único «imperio de la razón» consagrado por los enciclopedistas, al que nuestro autor antepone las luces de la Revelación, más que una oposición al iluminismo, es la suya una oposición al laicismo proclamado por la Ilustración.

La segunda faceta se muestra claramente al declararse a favor de una educación cívica del sordomudo, como una continuación de su educación moral, en la línea de Helvetius y Mercier, que sugieren la elaboración de un catecismo de la moral cívica. Concede también, como ya hemos apuntado, una gran importancia a la instrucción como conductora del progreso social y contempla la necesidad de que sea la sociedad, personificada en el Estado, la encargada de cuidar de la enseñanza de los sordomudos, como ciudadanos con igualdad de derechos. Se muestra a favor de una enseñanza activadora del entendimiento, tal como lo había propuesto Condillac, y, como hemos dicho antes, adaptada a la edad del alumno e incluso a su ritmo de aprendizaje, idea que en Francia daría lugar a un sistema de enseñanza articulado por grados, y que en España tardaría un siglo en llevarse a la práctica. Por último, señalaremos la importancia que concede a los materiales de enseñanza, como facilitadores del aprendizaje.




ArribaAbajo2. Organización del método

Al comienzo de la obra el autor afirma: «Este arte se dirige a enseñar a los sordomudos tres cosas fundamentales: a conocer las letras y leerlas visualmente, a escribir, y a aprender el idioma español». De acuerdo con esto, la instrucción comienza por el conocimiento de las letras, que primero se enseñan manualmente, y después a través de la escritura. Las señas manuales tienen por objeto dar a conocer al alumno aquello que después se le va a enseñar: «Es necesario valerse de señas manuales o corporales para dar a conocer a los sordomudos la sintaxis o el artificio de los idiomas...»22. Hervás y Panduro incorpora al alfabeto de Bonet las letras j, ll, ñ, e y, construyendo, además, un breve vocabulario de señas que los sordomudos hacen espontáneamente para expresar sus sentimientos y raciocinios.

El aprendizaje de la escritura va a permitir al sordomudo el acceso a la estructura del idioma. Las partes de la oración, el género o número, las operaciones de cálculo, etc., se aprenden cuando el alumno es capaz de leer y escribir las nociones introducidas por el maestro. Intentaremos describir brevemente algunos procesos de este método: Para la formación de las palabras el alumno tratará de repetir por escrito la palabra que le presenta el maestro y cuyo significado le aclara presentándole el objeto a que hace referencia, cuando es un sustantivo, o estableciendo comparaciones entre varios objetos o realidades, cuando es un adjetivo: «El maestro a su vista escribirá un nombre, por ejemplo libro, le mostrará un libro, indicándole que este se significa por los signos que componen la palabra libro. Hará que el discípulo contemple bien las letras de la palabra escrita, y el orden en que están escritas, y que de la fila de las casillas en que están los papelillos con las letras escritas del alfabeto, saque aquellos en los que están escritas las letras l, i, b, r, o y ordenándolas como las ve en la palabra libro, forme esta palabra con ellas»23.

El aprendizaje de las cifras es una etapa más dentro del aprendizaje de la estructura gramatical de la lengua. Mediante láminas donde se presentan las posibles combinaciones de los diez primeros dígitos, y la realización de las cuatro operaciones básicas del cálculo, el sordomudo aprende a contar, auxiliado con un material muy simple, lentejas, garbanzos, o a resolver las operaciones sencillas. Según este mismo procedimiento aprende los nombres cardinales, ordinales, los grados aumentativos, diminutivos, etc.

Utilizando láminas en que aparecen listas de nombres precedidos del artículo el - la, o esquemas significativos que comparan la unidad con la diversidad o pluralidad, enseña los géneros y el número de las palabras.

Para la enseñanza de los adjetivos sigue un doble procedimiento: a través de la representación gráfica, haciendo ver al alumno las diferentes cualidades perceptibles de las cosas, bien a través de la comparación entre realidades concretas mostrando su diferente forma, tamaño o color.

La explicación de los verbos comienza con la idea de los tiempos pasado, presente y futuro, en sus diversas modalidades, perfecto, imperfecto, determinado, indeterminado, partiendo de las explicaciones del maestro auxiliado por láminas que hacen referencia a realidades vivenciadas por el alumno, o, por medios más activos como el de los confites explicado anteriormente.

La enseñanza de los casos de los nombres y de los pronombres la introduce después de la de los verbos ya que «la experiencia enseña serles casi incomprensibles en las primeras instrucciones, y el uso y la diferencia de los casos de los nombres la entienden después de haberse formado alguna idea de los tiempos de los verbos»24.

Una vez comprendida la estructura gramatical de la lengua española, comienza el aprendizaje de la pronunciación de las letras o fonemas. Para ello Hervás y Panduro considera necesario dar primero unas breves nociones prácticas sobre la voz25. Este aprendizaje se inicia con la pronunciación de las vocales en orden de creciente dificultad (u, o, a, e, i), después, las sílabas donde vocales y consonantes se mezclan para producir sonidos simples: ta, za, ce, ci, zo, zu, fa, va, etc., concluyendo con la pronunciación de sílabas que incluyen tres o cuatro letras. La lectura labial tiene en este método una gran importancia, por ello es necesario, según el autor, dar a conocer progresivamente las palabras, interpretando su significado mediante el análisis visual de los movimientos de los órganos vocales26.




ArribaAbajo3. Los materiales didácticos

Partiendo del principio de que el pensamiento de los sordomudos se fomenta principalmente a partir de la vista, el autor elabora una ingente cantidad de materiales de apoyo a la enseñanza. Entre ellos destacaremos las láminas de animales y plantas, de muebles domésticos, y aquellas destinadas al aprendizaje del «artificio gramatical de las palabras del idioma español» y que componen un conjunto de esquemas explicativos de las partes de la oración y sus funciones27. Destaca su idea de utilizar materiales como la pintura para dibujar los objetos de los nombres que deberán ser memorizados después, aunque reconociendo que se trata de un material caro, solo lo recomienda para las escuelas que «se funden en un bienechor rico». Resulta muy interesante, su propuesta de que las escuelas cuenten con cabezas articuladas que puedan realizar los movimientos de los órganos que hacen posible el habla28. El uso de la pizarra es imprescindible para que los alumnos fijen en su memoria con mayor facilidad las enseñanzas del maestro, y prefiere el lápiz a la pluma.






ArribaAbajoExtensión del método a otras materias de enseñanza

Al final de la obra Hervás y Panduro introduce a modo de apéndice un breve tratado sobre la «Instrucción civil, moral y christiana de los sordomudos», que no es sino una expresión de la necesidad de completar la instrucción de los sordomudos con la formación de su espíritu, idea recogida ya por autores como Mercier de la Rivière. Esta formación comprenderá la enseñanza del idioma nacional, de la ciencia civil: geografía, gobierno público y política, la ciencia moral: los nombres de las virtudes y de los vicios, y la ciencia cristiana: las palabras de la jerarquía y del ministerio eclesiástico de los artículos que se han de creer, de los sacramentos que se reciben y de las buenas obras corporales y espirituales que se deben hacer29. Con ideas simples y con continuas referencias a los objetos materiales, se tienen que ir enseñando a los sordomudos estas materias «Estas y otras verdades aunque claras por si mismas a la primera reflexión, el maestro debe explicarlas a los sordomudos, que acostumbrados no a reflexionar sino a pensar solamente en objetos sensibles, carecen de toda metafísica»30.

Con la idea de instruir al maestro sobre los recursos metodológicos que debe emplear para enseñar a los sordomudos la doctrina cristiana elabora un catecismo en el que expone en forma de diálogo todos los principios fundamentales del cristianismo y algunos preceptos morales. Divide el catecismo en cuatro diálogos: I. Idea de Dios y de sus principales atributos. II. Naturaleza del hombre, inmortalidad de su alma, premios y castigos. III. Creación del mundo. IV. Doctrina christiana. Estos diálogos están escritos de manera que se acomodan a la «debilidad de la mente de los sordomudos, por eso su locución es simple y despojada de adverbios y conjunción»31.






ArribaConclusión

A modo de conclusión podemos afirmar que se trata de una obra enormemente significativa para su época, tanto por lo que en ella hay del espíritu de la Ilustración, como por sus novedades en el planteamiento de la enseñanza de los sordomudos, a través del estudio de las realizaciones de sus contemporáneos y que presenta a la consideración del pueblo español.

Por otra parte es interesante constatar el que la enseñanza de los sordomudos en España es tratada en primer lugar por filólogos, Bonet también lo era, cuya experiencia en la enseñanza directa de estos deficientes es escasa.

La influencia de la obra de Hervás y Panduro entre sus contemporáneos tanto por la novedad de algunos planteamientos metodológicos como por la introducción de ideas sobre la instrucción pública y generalizada de los sordomudos, fue importante.



 
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