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ArribaAbajoLa persistencia del desempleo agregado: Una panorámica

Javier Andrés43



* Universidad de Valencia


1. Introducción

El objetivo de la macroeconomía es la explicación de la evolución conjunta de las principales magnitudes agregadas: empleo, producción y precios. Las series económicas tienen una representación temporal en la que se mezclan movimientos de largo y corto plazo, que el análisis macroeconómico debe ser capaz de separar estadísticamente y explicar simultáneamente. Un programa de investigación en macroeconomía ha de proporcionarnos una visión integrada de las tres manifestaciones de la dinámica agregada: ciclos, crecimiento y persistencia del desempleo. Las economías desarrolladas disfrutan de un crecimiento secular de su capacidad productiva, explicable por el aumento continuado de la cantidad de factores de producción utilizados y por el progreso técnico. Este crecimiento se caracteriza por una evolución paralela de la demanda y la oferta de trabajo, que da lugar a una tasa de desempleo estable que denominamos tasa natural o de pleno empleo. Sin embargo, estas economías sufren el impacto de perturbaciones exógenas más o menos recurrentes, o de movimientos endógenos que aceleran o ralentizan su tasa de crecimiento. Estos movimientos cíclicos se caracterizan, entre otras   —92→   regularidades empíricas, por mostrar variaciones temporales de la tasa de paro correlacionadas negativamente con alguna medida de la inflación. Gran parte del debate teórico y empírico del período 1975-1985 suponía, implícita o explícitamente, que las medidas de política de estabilización afectaban exclusivamente al componente cíclico, mientras que la influencia sobre la capacidad productiva quedaba relegada al terreno de las políticas microeconómicas. Dos desarrollos recientes han puesto en cuestión esta visión de la dinámica económica. Por una parte, la constatación de que la mayoría las series macroeconómicas pueden representarse mediante procesos estocásticos no estacionarios en varianza, en los que las fluctuaciones son primordialmente de carácter permanente. Por otra parte, la persistencia de elevadas tasas de desempleo durante un dilatado período de tiempo es difícilmente compatible con modelos que incorporan una tasa de desempleo estacionaria. En este trabajo se presenta una panorámica de los principales enfoques en el análisis de la persistencia del desempleo. En lugar de realizar un repaso exhaustivo de la literatura, se ha optado por la presentación de los modelos en un marco unificado, con el fin de señalar las diferencias y los puntos en común44. En la Sección 2 se discute el papel central que las distintas concepciones del ciclo económico asignan al mercado de trabajo, sin entrar en detalle en la discusión de los modelos alternativos45. En la Sección 3 se analizan las limitaciones de estos modelos para explicar las características más importantes del desempleo en la mayoría de los países de la OCDE y se describen los modelos macroeconómicos diseñados para explicar el comportamiento de la tasa natural. En la Sección 4 se describen los fundamentos microeconómicos de la persistencia, para concluir en la Sección 5 con una discusión de las principales implicaciones de política económica.




2. Ciclo económico y mercado de trabajo

El comportamiento a corto plazo de las magnitudes agregadas en las economías desarrolladas se caracteriza por una serie de regularidades   —93→   empíricas (Greenwald y Stiglitz, 1988). La producción agregada y la de los diversos sectores sufren desviaciones periódicas y simultáneas respecto a su tendencia; los índices de precios fluctúan con la producción con diversas velocidades de ajuste. La inversión y el consumo son procíclicos, pero la primera presenta una variabilidad mucho mayor. Al mismo tiempo, los tipos de interés también se mueven con el ciclo. Empleo, productividad y, en menor medida, salarios reales se mueven conjuntamente en las fases expansivas y recesivas. El desempleo tiene un marcado componente contracíclico y muestra una resistencia a retornar a sus niveles de equilibrio que, por otra parte, varía según países. Sus características siguen también una pauta temporal bien definida; las bajas voluntarias tienden a aumentar en las fases alcistas, mientras que las separaciones involuntarias y los despidos lo hacen en las recesiones. Igualmente la duración media de los períodos de paro individual es fuertemente procíclica.

Una cuestión central en la teoría del ciclo económico es la relativa a la proporción de los cambios en la demanda nominal que se traslada a cambios en los precios. En el plano microeconómico, esta cuestión se refiere a la respuesta de la cantidad de bienes y servicios producidos por las empresas ante variaciones autónomas de la demanda. Esta respuesta depende básicamente de la estructura de mercado en la que opera la empresa y de las posibilidades de alterar el volumen y la estructura de los factores productivos utilizados. En un contexto de competencia perfecta y tecnología de coeficientes variables, la variación de la cantidad producida depende casi exclusivamente de la forma de la oferta de trabajo. Esto justifica la afirmación de Hall (1989), de que los aspectos básicos de las teorías alternativas del ciclo económico pueden representarse en términos de un esquema sencillo de oferta y demanda de trabajo46. En realidad, en condiciones de competencia monopolística y/o con una tecnología de proporciones fijas, la cuestión es más compleja, pero sigue siendo cierto que se puede ilustrar el nucleo de las distintas concepciones del ciclo económico en base al modelo de mercado de trabajo que cada una incorpora.

El análisis del desempleo en la teoría del ciclo económico puede representarse genéricamente mediante el modelo estadístico (1). El desempleo se descompone a efectos analíticos en la tasa natural (Fórmula) y el   —94→   desempleo cíclico (Fórmula). La tasa natural depende de características estructurales e institucionales de la economía y su evolución es independiente de los movimientos cíclicos. Este supuesto permite una adecuada separación entre tendencia y ciclo y justifica la atención que se dedica a este último componente para explicar la evolución del desempleo observado.

Fórmula

(1)

En la mayoría de los modelos recientes del ciclo económico, las fluctuaciones económicas son causadas por perturbaciones exógenas y se transmiten o propagan a través de diversos mecanismos47. Por su propia definición, el desempleo cíclico sólo puede explicarse en relación a la recurrencia de perturbaciones transitorias de oferta Fórmula y de demanda Fórmula, con lo que el modelo estadístico básico del ciclo económico se completa con la expresión (2), cuya representación más habitual es la curva de Phillips, que relaciona el desempleo cíclico con alguna medida de la inflación:

Fórmula

(2)

Los modelos del ciclo están diseñados para explicar una relación de esta naturaleza, desde muy diversas perspectivas y con diferentes implicaciones de política económica. El énfasis en un tipo u otro de perturbaciones48, así como en los mecanismos que dan lugar a una correlación como la descrita, es lo que diferencia a los distintos enfoques. La forma de la función de demanda de trabajo es de capital importancia para entender el origen de las fluctuaciones; sin embargo, es en el mecanismo de propagación, que depende fundamentalmente de la forma de la oferta de trabajo49, en el que se encuentran las principales diferencias entre los modelos del ciclo. De acuerdo con los modelos keynesianos de los años setenta, la causalidad va del desempleo a la inflación. La existencia de un exceso generalizado de oferta permitía al gobierno   —95→   intervenir aumentando la demanda agregada lo que, dada la rigidez de los salarios nominales, se transmitía a cambios en el empleo. La presión del mercado de trabajo generaba el aumento correspondiente de los precios. La incorporación del modelo de búsqueda como fundamento microeconómico de la curva de Phillips supuso el paso de una interpretación de desequilibrio a otra de equilibrio del fenómeno del ciclo, que lleva implícita una causación en sentido opuesto al descrito anteriormente. El mercado de trabajo está en equilibrio, ya que los desempleados son aquellos que han decidido no aceptar las ofertas recibidas, optando por continuar su búsqueda en pos de un empleo mejor remunerado. En todo momento habrá, por tanto, algunos individuos inmersos en el proceso de búsqueda que engrosan el desempleo asociado a la tasa natural. Los errores de evaluación de los cambios en los precios relativos aumentan las bajas voluntarias en las expansiones y las reducen durante las recesiones, dando lugar a una correlación como la recogida en (2).

Los modelos reales del ciclo son versiones dinámicas de los modelos de equilibrio general estocástico (Prescott, 1986). Para explicar las fluctuaciones, este enfoque prescinde de todos los elementos que tradicionalmente hacían posible conciliar la dicotomía clásica en el largo plazo con las fluctuaciones transitorias causadas por cambios en la demanda nominal: costes de ajuste, inercia nominal, información imperfecta, comportamiento miope, etc. Al enfatizar el origen real de los shocks no se precisa un mecanismo de transmisión muy refinado, ya que nadie pone en duda que un incremento en la productividad produce un desplazamiento de la demanda de trabajo y un aumento del nivel de producción. La correlación entre cambios nominales y reales implícita en estos modelos se basa en la causalidad invertida; los movimientos nominales no son la causa sino el efecto de las fluctuaciones en el sector real. Dos factores hacen aumentar la oferta monetaria en las fases de crecimiento acelerado: la base monetaria real aumenta a consecuencia de una función de reacción de las autoridades monetarias orientada a favorecer el crecimiento; por otra parte, el dinero bancario evoluciona paralelamente a la producción de los demás sectores.

Los modelos keynesianos se alejan en algunos aspectos cruciales de la fundamentación microeconómica de los modelos neoclásicos. Las economías descentralizadas se caracterizan, de acuerdo con este enfoque (Gordon, 1990), por una variada gama de fallos de mercado que tienen su causa última en la existencia de agentes heterogéneos, que actúan descoordinadamente en un contexto de información asimétrica   —96→   y que disfrutan de un cierto poder monopolista en sus mercados. Estas características hacen que, lejos de absorber las perturbaciones exógenas, el funcionamiento de los mercados tienda a exacerbarlas; de este modo se justifica la existencia de muy diversas formas de no vaciado de los mercados y, en particular, de desequilibrio cíclico y/o duradero en el mercado de trabajo.

Los modelos keynesianos recientes proponen dos explicaciones para la influencia de la cantidad de dinero sobre las variables reales. El primero se basa en la visión tradicional de la actuación de la política monetaria a través del tipo de interés y requiere un ajuste lento de los precios50 (Akerlof y Yellen, 1985, Ball et al., 1988). El segundo enfatiza mecanismos alternativos de transmisión monetaria, en base a la imperfección de los mercados de crédito y de valores (Greenwald y Stiglitz, 1990). Sin embargo, para explicar la existencia de amplias fluctuaciones del empleo frente a las más modestas en los salarios reales, así como la involuntariedad del desempleo, es preciso incorporar alguna forma de rigidez en la formación de los salarios reales que impida el ajuste instantáneo en el mercado de trabajo. Los modelos de negociación y de salario de eficiencia permiten explicar adecuadamente esta rigidez51.

En los modelos con sindicatos y negociación, el salario real no coincide con el de equilibrio walrasiano, dando lugar a un desempleo involuntario (Oswald, 1985, McDonald y Solow, 1981). Las oscilaciones cíclicas de salarios y empleo dependen de factores que varían entre países, como las características del proceso negociador y de las preferencias sindicales. Una explicación más general (compatible con la anterior) de la rigidez salarial (real) puede encontrarse en los modelos de salario de eficiencia. La hipótesis del salario de eficiencia admite múltiples versiones (Stiglitz, 1986, Katz, 1988), pero su principio básico es muy sencillo. Si la función objetivo de las empresas es decreciente en el salario real en todo su rango, sólo factores ajenos a la decisión de la empresa pueden explicar porqué ésta paga un salario superior al salario de reserva. Por el contrario, la moderna teoría de las relaciones industriales ofrece una variada gama de razones por las cuales el salario puede ser un factor de producción más, cuya elección óptima por parte de la empresa no coincide necesariamente con el mínimo posible52.   —97→   Si la función de beneficios tiene un mínimo no restringido en el coste laboral, el problema de la elección del salario óptimo deja de ser trivial. De acuerdo con este enfoque, el mercado de trabajo se caracteriza por la existencia de desempleo excesivo y por un salario de equilibrio superior al competitivo. La empresa no reduce el salario, aún en presencia de exceso de oferta de trabajo, ya que provocaría una caída en la productividad de la mano de obra empleada, incrementando así el coste unitario de producción. El desempleo es involuntario, ya que el salario óptimo es superior al de reserva y, por la misma razón, el empleo es inferior al que resultaría en ausencia del papel incentivador del salario. La combinación del resultado fundamental de los modelos de salario de eficiencia con cualquiera de las ecuaciones de demanda de trabajo obtenidas en los modelos keynesianos permite explicar gran parte de los hechos estilizados del ciclo económico.




3. La tasa de desempleo de inflación estable (NAIRU)

La recesión de los años 1975-1985 ha dejado la secuela de un elevado desempleo que se resiste a descender y que parece haber agotado su capacidad para reducir la inflación. Esta evidencia plantea inmediatamente la cuestión de en qué medida la restricción de oferta a corto plazo viene adecuadamente representada por (2). El Gráfico 1 recoge una simulación de una economía representada por (1) y (2). La NAIRU (Fórmula) constituye un parámetro estructural de la economía, de modo que tras una perturbación no anticipada en la demanda nominal el empleo se aleja de este valor, para retornar a él a una velocidad determinada por los costes de ajuste. La limitación fundamental de los modelos del ciclo para captar la dinámica de la tasa de paro puede ilustrarse gráficamente. La tasa de paro en España, cuya evolución se recoge en el Gráfico 2 no   —98→   ofrece, durante el período muestral analizado (1964-1990), signos de retornar a un valor estable. De hecho, Ut presenta, en el caso español, todas las características descriptivas de una serie no estacionaria53.

Gráfico 1

Gráfico 1. Tasa de desempleo y NAIRU (Estacionaria).

Gráfico 2

Gráfico 2. Tasa de desempleo en España.

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En la mayoría de los países de la OCDE, la evidencia empírica indica que la tasa de paro dista mucho de ser (durante el período 1960-1990) un proceso estacionario54. En el Cuadro 1 se resumen algunos estadísticos básicos de la serie trimestral de la tasa de paro de 14 países de la OCDE entre 1977 y 1992. Los contrastes de las columnas 1-3 rechazan ampliamente la hipótesis de estacionariedad55. Dado que el componente cíclico de la tasa de paro es, por definición, estacionario, debe ser en la evolución de la NAIRU donde busquemos la causa de este perfil no estacionario.

Cuadro 1

Cuadro 1. Contrastes de raíz unitaria

(1) Con constante y tendencia. Valor crítico: –3,49.
(2) Con constante. Valor crítico: –2,91.
(3) Sin constante ni tendencia. Valor crítico: –1,94.
(4) Grado de integración fraccional.

Buena parte del análisis macroeconómico llevado a cabo en Europa durante los últimos años se ha centrado en el estudio de la NAIRU. Un modelo general que incorpora como casos particulares a las diversas interpretaciones, puede representarse por las ecuaciones (4)-(7).

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Fórmula

(4)

Fórmula

(5)

Fórmula

(6)

Fórmula

(7)

donde w, p, e Fórmula son respectivamente el logaritmo de los salarios, los precios y la presión relativa de la demanda en el mercado de bienes y servicios. Las ecuaciones (4) y (5) reflejan la formación de salarios (oferta de trabajo) y de precios (demanda de trabajo). Ambas se obtienen en un contexto de poder de mercado, que viene recogido por la presencia de los vectores Z que representan a todo el conjunto de determinantes del salario real y del margen (mark-up) deseados, que actúan al margen de los excesos de demanda en los mercados de bienes y de factores; a es un indicador de productividad, que por razones empíricas, supondremos presenta la misma elasticidad en valor absoluto en ambas ecuaciones56. Las variables en Z son los determinantes últimos de la distribución deseada de la renta entre precios y salarios y su evolución temporal viene recogida en la ecuación (6) en la que {vt} es un ruido blanco. En Zw se incluyen los factores que, además del desempleo, determinan el poder relativo de los trabajadores en la negociación salarial (subsidio de desempleo, etc.), aspectos estructurales del mercado de trabajo (mismatch geográfico o sectorial, etc.), y aquellas variables que introducen una cuña entre el salario bruto pagado por la empresa y el salario neto percibido por el trabajador (impuestos, precio de bienes, importados, etc.). Por su parte, Zp incluye los determinantes del mark-up de precios, que dependen básicamente de la estructura de mercado (elasticidad de demanda, grado de concentración, etc.) y de otro tipo de costes (cuando la función de producción no es separable). En general, el precio en los mercados de bienes y factores depende no sólo del exceso de demanda sino también de su tasa de variación respecto al pasado inmediato (d2 y b2 distintos de cero). La ecuación (7) recoge una versión sencilla de la ley de Okun, que representa la relación entre el exceso de demanda cíclico (determinado en última instancia por la política macroeconómica) y la tasa de paro.

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3.1. Modelo de perturbaciones permanentes

El modelo de Layard y Nickell (1986, 1987) es un caso particular del anterior, en el que se insiste no tanto en la inercia incorporada en la formación de precios y salarios, como en la persistencia de las perturbaciones que afectan a las rentas deseadas por trabajadores y empresas. Su representación más sencilla puede obtenerse de (4)-(7) bajo los supuestos adicionales {s2 = b2 = 0}, {qw = qp = 1} (y aproximando la sorpresa monetaria por la aceleración de los precios),

Fórmula

(8)

Fórmula

(9)

Fórmula

(10)

Estas ecuaciones muestran el conjunto de restricciones de una economía cerrada. La ecuación (8) es simplemente la curva de Phillips implícita en el modelo57; (9) refleja la restricción a la que se enfrenta el gobierno para llevar a cabo políticas de demanda asociadas necesariamente a una mayor inflación. Por último, (10) refleja el papel de la inflación no anticipada reduciendo las rentas salariales ex post y permitiendo así la reducción del desempleo. Este sistema tiene tres ecuaciones y cuatro variables endógenas; la consideración de una de ellas como variable exógena permite la utilización del modelo con distintos objetivos.

A corto plazo es razonable suponer que el gobierno elige el nivel de presión de la demanda. Bajo este supuesto el modelo se comporta como un modelo convencional del ciclo, cuyos principales resultados se representan en el Gráfico 3. Para un valor dado de los vectores Z, el gobierno puede optar por una política más expansiva (Fórmula), que reduce el coste laboral y con ello el desempleo, a costa de una aceleración de los precios.

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Gráfico 3

Gráfico 3. Inflación y desempleo a corto plazo

Sin embargo, el gobierno no puede introducir continuamente sorpresas monetarias, por lo que el único valor posible de D2p a largo plazo es cero. Bajo este supuesto obtenemos una expresión para la NAIRU y para el nivel de demanda compatible con una inflación esta ble (representados por las variables con asterisco).

Fórmula

(8’)

Fórmula

(9’)

Fórmula

(10’)

Los determinantes de la tasa natural de empleo compatible con una inflación estable son, pues, los determinantes últimos del poder de mercado de todos los agentes económicos. Cuanto mayor es este poder monopolista, peor es la naturaleza de la restricción macroeconómica a que se enfrenta una economía. La NAIRU, a diferencia de la tasa natural   —103→   de Friedman, carece de toda propiedad normativa, al ser resultado de la interacción de agentes con diversos grados de poder de monopolio. Los movimientos de largo plazo de la tasa de paro pueden entenderse como resultado de cambios permanentes en este poder monopolista, como los recogidos en la expresión (6).

Gráfico 4

Gráfico 4. Perturbaciones permanentes y desempleo a largo plazo

En el Gráfico 4 se recoge el efecto de un incremento en el objetivo de salario real de los trabajadores58 (DZw) no contrarrestado por un movimiento igual pero en sentido opuesto en el mark-up de precios (es decir con Zp constante). Esta perturbación provoca un desplazamiento a la derecha de (8’) y (10’) y a la izquierda en (9’). El nivel de presión de la demanda compatible con una inflación constante cae (de yd* a yd**) aumentando el nivel de la NAIRU (de U* a U**). En la medida en que esta perturbación de oferta es permanente, el incremento de la tasa de paro también lo es, reduciendo el margen de maniobra para la estabilización macroeconómica. El mecanismo puede entenderse de la siguiente forma. Ante un incremento de la participación deseada de los salarios   —104→   (DZw), la empresa puede optar por aceptar la nueva distribución de la renta reduciendo su mark-up en forma proporcional (Fórmula), con lo que el desempleo se mantiene en U**. Si, por el contrario, la empresa mantiene su mark-up deseado, la caída correspondiente en la demanda reduce el empleo. A su vez, este aumento en el desempleo contribuye a moderar las aspiraciones salariales, alcanzándose una nueva situación estacionaria a largo plazo en U**, de modo que el incremento en el salario deseado se transmite en parte a incrementos en el salario real y en parte a incrementos en el desempleo. Más que un parámetro de referencia para el desempleo, la NAIRU mide el sesgo inflacionista de la economía, por lo que la inflación es esencialmente un problema de desajustes en la distribución, aunque para su validación precise de políticas de demanda. Si ante cualquier aumento en la participación deseada en la renta (DZw ó DZp ), la otra parte responde con una concesión de la misma magnitud (Fórmula ó Fórmula), inflación y desempleo se mantienen inalterados. La inflación, a corto plazo, y el desempleo, a largo, son las secuelas inevitables de desajustes y falta de coordinación en el proceso de distribución de la renta.

Este modelo nos muestra las diferencias en términos de bienestar social de dos situaciones indistinguibles desde el punto de vista macroeconómico. El resultado final de incrementos en DZw ó DZp es equiva lente en términos de desempleo e inflación, pero es de signo opuesto en lo que hace referencia a las rentas de trabajadores y empresarios, tal y como se aprecia en el Gráfico 5. La expresión (8) muestra la naturaleza del fallo de mercado que está detrás de este modelo del desempleo. El consenso en la distribución de la renta implica una coordinación de los movimientos en Zw y Zp que no afectan al desempleo; cuando esta coordinación no tiene lugar, la evolución del desempleo refleja básicamente la suma de los dos tipos de perturbaciones59. Las implicaciones de política macroeconómica son inmediatas: cualquier medida orientada a reducir la inflación debe dirigirse a la moderación de los factores Z y ha de ser considerada como equitativa por los agentes sociales. Si los determinantes de las rentas deseadas son genuinamente exógenos, al menos en el corto plazo, la contracción de demanda (que se aplica con la intención de afectar indirectamente a los factores Z) es una estrategia de eficacia limitada que acaba aumentando el desempleo.

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Gráfico 5

Gráfico 5. Perturbaciones permanentes, desempleo y distribución

Este modelo ha adquirido una notable popularidad en el análisis de los problemas macroeconómicos en Europa (Bean, Layard y Nickell, 1986, y Layard y Nickell, 1992), ya que proporciona un marco en el que evaluar la influencia de los distintos determinantes del desempleo a largo plazo. El enfoque más extendido en el análisis empírico en este campo se ha centrado en la identificación de los determinantes de las rentas deseadas (variables en el vector Z) mediante la estimación de las ecuaciones de precios y salarios. Como resultado más relevante cabe destacar la explicación de la evolución de la NAIRU en base a los fuertes cambios fiscales y de competitividad, así como en las modificaciones de la legislación laboral relativa a la cuantía, duración y elegibilidad del subsidio de desempleo. Otras variables como los precios de la energía, el mismatch o los índices de poder sindical también contribuyen en algunos casos. Sin embargo, el propio listado de variables sugiere las limitaciones de una explicación de este tipo60 y la evidencia acumulada es sólo parcialmente satisfactoria (Bean, 1992, Drèze y Bean, 1991). Algunas de estas variables son de difícil medición (el   —106→   poder sindical, por ejemplo), mientras que otras son una colección de variables artificiales o fuertemente tendenciales, cuya aportación a la explicación de una variable no estacionaria puede ser interpretada inadecuadamente. Un enfoque alternativo, consistente en la estimación directa de la ecuación de desempleo (8), no arroja tampoco unos resultados concluyentes. Aunque son muchas las variables que resultan significativas en ecuaciones de forma reducida como esta, es difícil encontrar variables que resulten cointegradas con la tasa de paro, de modo que puedan constituir una explicación de las propiedades de largo plazo de Ut. En este modelo, como en los modelos convencionales del ciclo, el desempleo corriente y la NAIRU siguen siendo independientes, sin que las perturbaciones transitorias de la economía afecten a su nivel de estado estacionario. El componente transitorio es de una importancia marginal, en términos cuantitativos, ya que los movimientos de largo plazo dominan en la explicación del desempleo corriente. En consecuencia, el ámbito de actuación de la política de estabilización se reduce significativamente. A la luz de esta explicación deberíamos concluir que el crecimiento del desempleo en los años ochenta se debe a la recurrencia de choques de oferta. Es sorprendente, no obstante, que muchos países europeos sufrieran simultáneamente estos shocks, en particular si tenemos en cuenta el carácter institucional e idiosincrático de los mismos. Esta explicación traslada además a un segundo plano algunos elementos que fueron comunes a la mayoría de las economías europeas y que podrían contribuir a explicar esta evolución paralela: dos fuertes perturbaciones de oferta en 1974 y 1979, acompañadas de una política contractiva generalizada en los primeros años de la pasada década.




3.2. Desempleo e «histéresis»

A pesar de su virulencia, el shock energético difícilmente puede catalogarse como permanente. Por otra parte, tras la contracción de demanda de principios de los años ochenta tendría que haber sido posible retornar a un bajo nivel de desempleo sin riesgos de rebrotes inflacionistas. La experiencia europea sugiere lo contrario y España es el más claro exponente: la inflación se ha moderado paulatinamente mientras la tasa de paro ha ido en aumento, pero en cuanto ésta ha empezado a caer la inflación ha rebrotado con fuerza. Este tipo de fenómenos ha llevado a algunos autores (Blanchard y Summers, 1987,   —107→   Gordon, 1988 y 1989) a investigar las causas por las que perturbaciones profundas pero transitorias pueden hacerse notar durante tan dilatado período de tiempo.

La persistencia de perturbaciones transitorias se explica fácilmente en un modelo como el de las ecuaciones (4)-(7), bajo el supuesto de que la formación de rentas responde más a cambios en el exceso de demanda en los distintos mercados que al nivel del exceso. Consideremos el modelo general incorporando el siguiente supuesto {0<d2d1, 0<b2b1}, (qw = qp = 0}.

Fórmula

(11)

Fórmula

(12)

A corto plazo, cuanto mayor haya sido el desempleo reciente, menor es el margen de maniobra en la lucha contra la inflación. Incluso en ausencia de perturbaciones permanentes, la tasa de paro es un proceso estocástico con fuerte inercia, en el que cualquier perturbación transitoria de oferta o de demanda tendrá efectos duraderos, que pueden llegar a ser permanentes en el caso extremo en que el nivel del exceso de oferta en los mercados no influya en la formación de precios (d1 = d2, b1 = b2).

Fórmula

(13)

El modelo en (13) se denomina de persistencia porque indica que cualquier perturbación transitoria tiene efectos duraderos. El estado estacionario de la economía no es independiente de la senda que nos lleva hasta él, por lo que la NAIRU presenta histéresis. En estas circunstancias el comportamiento cíclico de la economía pierde relevancia para explicar el nivel de desempleo corriente, pero no su evolución a largo plazo, ya que todas las desviaciones transitorias se acumulan con efectos duraderos.

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La interpretación de este resultado en términos de política macroeconómica es inmediata. Los esfuerzos estabilizadores de principios de los ochenta han permitido reducir la inflación, pero sólo a costa de un notable incremento en la tasa de paro que se ha consolidado en un incremento paralelo de la NAIRU. Con ello, el margen de maniobra de la política macroeconómica no ha mejorado y cualquier intento de relanzamiento económico puede reavivar el desequilibrio interno. Si la NAIRU acompaña al desempleo observado, el coste (en términos de inflación) de reducir el desempleo es independiente del nivel de partida. Los elevados niveles del desempleo de equilibrio actuales son secuelas de los choques de oferta y demanda de hace una década. Una política más gradualista en la lucha contra la inflación habría logrado reducir esta más lentamente pero de una forma menos costosa y posiblemente más duradera, evitando que las economías se acomodasen a un desempleo de equilibrio más elevado. Esta conclusión no debe interpretarse en favor de un relanzamiento indiscriminado de la actividad económica. Una interpretación literal de la misma sugeriría que una expansión corriente aumentaría la inflación al tiempo que mejoraría el margen de maniobra en el futuro. Este es, sin embargo, un caso no probado. Las relaciones económicas están plagadas de respuestas asimétricas de los agentes ante cambios de signo opuesto. Si algo indican la incipiente evidencia empírica y la intuición sobre los mecanismos que explican la histéresis es que el tipo de cambios estructurales que dan lugar a una expresión como (11) no funcionan igual en épocas de auge que en las recesiones. Quizás resulte más adecuado, para representar la evolución de la NAIRU suponer que d2 y b2, son variables, aumentando fuertemente en épocas de fuerte recesión61.

El principal atractivo de estos modelos radica en la posibilidad de explicar la persistencia del desempleo incluso en ausencia de perturbaciones permanentes. Los fallos de mercado permanentes son difíciles de justificar a no ser que supongamos que los objetivos de rentas de trabajadores y empresas son absolutamente insensibles a las condiciones del mercado. En el modelo de histéresis, por el contrario, bastan pequeños fallos de mercado o desajustes transitorios en el proceso de distribución de la renta para provocar cambios duraderos en el desempleo de equilibrio macroeconómico. Sin embargo, tampoco los   —109→   mecanismos endógenos de persistencia parecen tener la entidad suficiente para explicar la extraordinaria inercia observada en las distintas series de desempleo. La evidencia empírica sobre el efecto tasa de variación en la ecuación de precios (b2) es muy limitada; y la correspondiente a este mismo efecto en la ecuación de salarios (d2 ) no es suficientemente concluyente (Bean, 1992). Sin embargo, el estudio de las causas de esta persistencia es de notable interés para la elaboración de la política económica; los modelos que combinan una inercia significativa con la presencia de perturbaciones duraderas62, constituyen el marco adecuado para explicar la historia reciente del desempleo en la OCDE (Layard y Nickell, 1992, Lindbeck, 1992). Por ello es necesario profundizar en los fundamentos microeconómicos de la histéresis en el desempleo.






4. Fundamentos microeconómicos de la histéresis

El mensaje más importante de los modelos que enfatizan la importancia de la NAIRU es la necesidad de diseñar políticas específicas orientadas a eliminar la restricción de oferta que acompañen al uso de los instrumentos de demanda agregada. Es necesario identificar el mecanismo que genera la no estacionariedad de la tasa de paro, para lo cual se han propuesto básicamente cuatro tipos de explicaciones: modelos con equilibrios múltiples y (algunos enfoques de) crecimiento endógeno, modelos con restricciones tecnológicas y destrucción de capacidad productiva, modelos de insiders-outsiders y efectos duración en modelos de búsqueda, negociación y salario de eficiencia.

La idea de los equilibrios múltiples es consustancial con la de la histéresis, que implica la existencia de diferentes niveles de la tasa de desempleo que pueden consolidarse como estados estacionarios una vez que la economía se sitúa en ellos. Una economía puede presentar equilibrios múltiples como resultado de una negociación salarial en la que predomine la preocupación por el salario relativo (Bhaskar, 1990),   —110→   o debido a la presencia de rendimientos crecientes en la tecnología de producción, búsqueda o intercambio. Durlauf (1991) propone un modelo en el que coexiste una tecnología de rendimientos crecientes y otra de rendimientos constantes. Una política expansiva sostenida induce a las empresas a satisfacer los elevados costes fijos asociados a la primera, de modo que la economía se caracterizará por un elevado nivel de actividad y empleo; una situación de exceso de capacidad instalada sitúa a la economía en un equilibrio de baja actividad. Ambos equilibrios son localmente estables, aunque la economía puede desplazarse de uno a otro a consecuencia de una perturbación transitoria de magnitud suficiente para alterar la proporción de empresas de cada tipo. Manning (1992) deriva múltiples tasas de desempleo de equilibrio en un modelo con competencia imperfecta, rendimientos crecientes y negociación salarial. En un modelo de mercado de trabajo, Mortensen (1989) aplica un principio similar a la tecnología de búsqueda y matching (encuentro) entre oferentes y demandantes de empleo. Si las empresas ofrecen muchas vacantes y la probabilidad de empleo aumenta, los desempleados intensificarán su esfuerzo de búsqueda, lo que a su vez aumentará más que proporcionalmente el número de vacantes ocupadas. Este proceso se autoalimenta dando lugar a equilibrios de alto y bajo nivel de desempleo. Con una tecnología de rendimientos constantes y con perdida de cualificación de los parados de larga duración, Pissarides (1991) obtiene también multiples equlibrios con distintas tasas de desempleo localmente estables.

Recientemente, Solow (1990) ha planteado la posibilidad de equilibrios múltiples como resultado de una modelización del mercado de trabajo más acorde con la naturaleza de la cantidad y el precio objeto de intercambio. Una situación de desempleo involuntario puede ser eficiente desde el punto de vista de la empresa, como se deduc e de los modelos de salario de eficiencia. Los trabajadores pueden encontrar óptimo no ofrecer sus servicios a salarios inferiores a los vigentes, como consecuencia de una norma social implícita que puede explicarse como una de las muchas soluciones posibles en un juego tipo dilema del prisionero repetido infinitas veces. Esta norma social puede cambiar, sin embargo, a causa de alguna perturbación de suficiente magnitud como para alterar las reglas del juego definido.

En los modelos de crecimiento endógeno perturbaciones corrientes pueden, en la medida en que afecten al motor del crecimiento, tener efectos permanentes. En general estos modelos se refieren a cambios   —111→   permanentes (Bean y Pissarides, 1992), pero algunos autores (Stadler, 1990) señalan que también las perturbaciones transitorias de demanda (incluso las sorpresas nominales) pueden tener efectos de largo plazo, al afectar al progreso técnico incorporado en los incrementos de demanda de trabajo (learning by doing). Estos modelos tienen el atractivo de justificar cambios permanentes en la producción y el empleo a través de perturbaciones transitorias de demanda. Sin embargo, sus implicaciones empíricas están todavía insuficientemente desarrolladas, por lo que es difícil contrastar su validez y por tanto su relevancia para la toma de decisiones de política económica, por lo que nos centraremos en otras hipótesis propuestas para explicar la histéresis.


4.1. La destrucción de capacidad productiva

La recesión de los años ochenta trajo como consecuencia una notable reducción en el ritmo de formación del capital fijo en muchos sectores económicos, y la destrucción neta de capacidad instalada en otros. Algunos autores han señalado a este factor como causa de la restricción de oferta y del mantenimiento de las fuertes tensiones inflacionistas a finales de la década (Bean, 1989, Van de Klundert y Van Schaik, 1990, Blanchard, 1991a). Para que la capacidad instalada constituya una limitación al crecimiento del empleo, es preciso recurrir a uno de los dos siguientes supuestos: los salarios reales son rígidos o, alternativamente, la tecnología utilizada es de coeficientes fijos. Los modelos de desequilibrio se han basado tradicionalmente en el primero de estos supuestos; los modelos de desequilibrio de segunda generación (Sneesens y Drèze, 1986, Lambert, 1987) resaltan la importancia del otro componente de la restricción de oferta de las empresas: el stock de capital productivo instalado.

Consideremos una empresa con una tecnología del tipo Leontief ex-post, donde las (inversas de las) cantidad es de trabajo y de capital por unidad producida vienen dadas por los coeficientes A y B. Los coeficientes A y B dependen de una distribución de retardos de los precios relativos de los factores; por otra parte, la inversión es también el resultado de decisiones pasadas. Bajo el supuesto de que el mercado de bienes puede estar en desequilibrio, la cantidad intercambiada (Y) viene dada por el mínimo de la demanda nocional (Yk) y la oferta que, a su vez, viene limitada por las disponibilidades de capital (BK). El Gráfico 6 recoge las restricciones a que se enfrenta la empresa.

  —112→  

Gráfico 6

Gráfico 6. Demanda de trabajo y coeficientes fijos

Para un nivel de la demanda yk, dados A, B y el nivel de capital K0 , el empleo óptimo para la empresa es Fórmula. Sin embargo, para una capacidad instalada superior, K1, la empresa no encontraría óptimo situarse sobre su empleo potencial Fórmula, ya que no podría colocar en el mercado parte de su producción (BK1 > Yk). En esta situación, la empresa optaría por un empleo inferior, suficiente para producir la cantidad demandada (Nk =A–1 Yk), utilizando tan sólo una proporción KU1 de su capital instalado. Igualmente, cuando el stock de capital está dado, una expansión de la demanda no permite aumentar el empleo por encima de su valor potencial, sea cual sea la respuesta de los precios relativos de los factores. Esto no sucedería, en un modelo de tecnología putty, putty, en el que una adecuada variación en el precio relativo del trabajo aseguraría el pleno empleo. La limitación de capacidad instalada puede, por tanto, constituir un freno a la recuperación económica.

El progresivo encarecimiento de la mano de obra, induce a la empresa a adoptar tecnologías intensivas en capital, lo que reduce el empleo potencial para cualquier valor de K. Si al mismo tiempo la inversión se reduce (a causa de elevados tipos de interés o a una baja utilización de la capacidad productiva) ambos factores generan una   —113→   caída en el empleo63. Ante un relanzamiento de la demanda las empresas que no se encuentran limitadas por el stock de capital pueden expandir rápidamente la producción y el empleo hasta alcanzar su nivel potencial; por el contrario, si la empresa estaba originalmente sometida a restricciones de capacidad, la respuesta será nula. En ambos casos, la demanda no satisfecha provocará una presión sobre la capacidad instalada que, si se considera permanente, impulsará la inversión que más adelante permitirá relajar la restricción de oferta. No obstante, hasta que la capacidad adicional esté disponible, la demanda excedente se desviará hacia aumentos de los precios y las importaciones, incidiendo sobre el desequilibrio interno y externo de la economía sin un impacto notable sobre el empleo. La rapidez de respuesta de la inversión a variables tipo acelerador, así como la percepción que tengan las empresas sobre el carácter transitorio o duradero de la recuperación, son elementos cruciales para explicar la persistencia del desempleo.

En un mismo período coexisten empresas limitadas por su capacidad con otras restringidas por la demanda, por lo que el empleo agregado será una combinación (no lineal) de Np y Nk (Lambert, 1988). Este enfoque permite un tratamiento de la importancia relativa de las restricciones de oferta, que influyen en Np (salarios reales, capital, progreso técnico, oferta de trabajo), y demanda, a través de Nk (absorción doméstica, saldo exterior). La evidencia empírica nos muestra (Drèze y Bean, 1991) que la proporción keynesiana del desempleo aumentó a partir de 1980 hasta alcanzar su valor más elevado en 1985; a partir de entonces el incremento en la presión de la demanda acercó las economías europeas a su empleo potencial, con lo que la restricción de capital ha pasado a dominar la escena (al menos hasta 1991). No obstante, para que estos modelos puedan explicar adecuadamente la persistencia del desempleo es necesario que la inversión reaccione lentamente a la presión de la demanda. La evidencia empírica sugiere, por el contrario, que esta respuesta es extraordinariamente rápida (Bean, 1989), lo cual contradice esta explicación de la histéresis en dos sentidos. Por una parte, la limitación de capacidad instalada surte efectos mucho menos duraderos de los necesarios para explicar la no estacionariedad en la NAIRU; además, con la aceleración del proceso inversor la restricción de las proporciones fijas ex-post queda atenuada, al permitirse   —114→   una mayor variación en las proporciones de los factores. Si la presión del exceso de oferta de trabajo fuera suficiente para que los empresarios anticipasen reducciones sustanciales en el coste relativo de la mano de obra, las proporciones de factores incorporadas en la nueva tecnología se inclinarían hacia un menor intensidad de capital, favoreciendo una rápida absorción de la mano de obra desempleada. Si, por el contrario, la relación capital/trabajo sigue creciendo al mismo ritmo, independientemente de las condiciones del mercado de trabajo, esto constituye una indicación de que los empresarios no anticipan una influencia sensible del desempleo sobre el salario real64. Esta es precisamente la cuestión última para entender el fenómeno de la persistencia del desempleo: ¿por qué razón, tras una perturbación transitoria que aumenta el desempleo, la presión sobre las rentas deseadas por las partes aumenta convirtiendo el efecto sobre el desempleo en permanente? En las páginas que restan analizaremos los modelos que tratan de responder a esta cuestión65.




4.2. Transformaciones en el mercado de trabajo

La persistencia del desempleo constituye evidencia prima facie de un fallo grave en el funcionamiento del mercado de trabajo en su versión walrasiana. Sin embargo, este mercado ha dado signos de funcio nar acorde con lo esperado a lo largo del tiempo. Como han señalado Layard y Bean (1989), las notables tasas de desempleo que sufrimos en Europa en la actualidad no deben hacernos olvidar que históricamente las series de población activa y ocupada se han movido en forma paralela. Como se aprecia en las expresiones (7) y (11), una tasa de desempleo estacionaria, como vector de cointegración de oferta y demanda de trabajo, indica que el mercado cumple su función y los salarios responden a los excesos de demanda, atenuando el efecto de los shocks exógenos. En épocas de fuerte recesión este mecanismo parece alterarse de forma sustancial, de modo que oferta y demanda de trabajo pueden diverger durante largos períodos de tiempo, dando lugar a tasas de paro muestralmente no estacionarias. En los modelos walrasianos,   —115→   el desempleo no puede persistir, ya que la competencia entre trabajadores homogéneos por los puestos de trabajo disponibles lleva al salario a su nivel de equilibrio (salario de reserva), vaciando el mercado. Cuando, por alguna razón, no todos los trabajadores pueden competir en condiciones de igualdad es posible explicar el mantenimiento de un desempleo elevado, sin una presión significativa a la ba ja sobre la inflación salarial.


4.2.1. Modelos de «insiders-outsiders»

Los modelos de insiders-outsiders (Blanchard y Summers 1987, Lindbeck y Snower, 1987 y 1988, Solow, 1985) formalizan una interpretación muy popular del desempleo. Debido a los costes de contratación y el despido, los trabajadores no son igualmente elegibles para un puesto de trabajo; en particular, el trabajador empleado (insider) tiene más probabilidades de mantener su empleo que otro proviniente del exterior (outsider) de ocuparlo. Esto confiere a los trabajadores empleados un poder de monopolio que se manifiesta en las negociaciones salariales.

En su versión más sencilla, los trabajadores determinan el salario, con el único fin de alcanzar el máximo pago posible que asegure la consecución de un nivel de empleo previamente fijado como objetivo (Fórmula). Si los trabajadores se enfrentan a una demanda de trabajo estándar de una empresa competitiva con rendimientos decrecientes (en logaritmos),

Fórmula

(14)

es fácil comprobar que el salario real más elevado compatible ex ante con un nivel de empleo n viene dado por

Fórmula

(15)

con lo que, resolviendo (14) y (15), el desempleo en esta economía es función del objetivo de los negociadores, sorpresas reales o nominales aparte.

Fórmula

(16)

  —116→  

Dado que la fijación del salario tiene lugar con un período de adelanto, es lógico suponer que Fórmula estará relacionado con el mantenimiento del statu quo. La versión que da lugar a la máxima persistencia supone simplemente que: Fórmula, con lo que la correspondiente curva de Phillips es de la forma,

Fórmula

(17)

donde ls es la población activa y la tasa de desempleo sigue un paseo aleatorio alimentado por tres tipos de perturbaciones transitorias. Cualquier incremento en la oferta de trabajo se añade directamente al desempleo, al igual que los trabajadores que pierden su empleo en t debido a una sorpresa negativa, sea real o nominal. Dado el objetivo de empleo en la fijación de salarios para t+1, los desempleados en t pierden toda influencia moderadora sobre el salario por lo que pasan a formar parte de la NAIRU. Es evidente que ésta es una forma extrema de persistencia. Es fácil comprobar que un objetivo más social por parte de los empleados, por ejemplo, el supuesto Fórmula, da lugar a una forma diferente de la curva de Phillips, con desempleo estacionario66,

Fórmula

(17’)

El mecanismo de persistencia es, pues, el siguiente. Si suponemos que el volumen de desempleo no tiene ninguna influencia en la función objetivo de los empleados, el salario negociado (wl) será aquel que asegure ex ante el reempleo. Una vez fijado wl, cualquier perturbación negativa sobre la productividad nominal hace que las empresas reduzcan su nivel de empleo. Esta reducción aumenta el poder de monopolio de los trabajadores empleados en t, que a su vez se traduce en un salario más elevado para el período siguiente (Fórmula). La caída del empleo, lejos de reducir el poder negociador de los empleados, lo aumenta de modo que, en ausencia de otras perturbaciones, la economía alcanza un equilibrio con un nivel inferior de empleo.



  —117→  
4.2.2 La influencia del paro de larga duración

Un mecanismo alternativo capaz de explicar la persistencia en la NAIRU puede derivarse en el marco de modelos sin poder monopolista por parte de los empleados. Consideremos a modo de ilustración el siguiente modelo sencillo de salario de eficiencia67, en el que la función de esfuerzo (E) depende positivamente del salario real y del desempleo de corta (Uc) y de larga duración (Ul) y negativamente del vector Zw y del índice de productividad agregada (a)

Fórmula

(18)

La condición de primer orden que determina el salario óptimo pagado por la empresa es la habitual de elasticidad unitaria de la función E(.),

Fórmula

(19)

que, bajo una forma funcional estándar para E(.), da lugar a la siguiente ecuación de salarios en logaritmos68:

Fórmula

(20)

equivalente a (4), aunque con un indicador diferente de la presión del mercado de trabajo. Dado que estamos interesados en la histéresis vía salarios, adoptamos una sencilla ecuación de mark-up en precios,

pt — wt = at

(18’)

  —118→  

que resolviendo (sustituyendo Fórmula) da lugar al modelo de la NAIRU:

Fórmula

(21)

Aproximando U1 por el desempleo retardado (Ut–1) se obtiene una curva de Phillips equivalente a (11) y (17). También en este caso el grado de persistencia depende del valor relativo de d y y. Si los parados de larga duración no son elegibles para los puestos de trabajo disponibles (y = 0), el desempleo presenta una raíz unitaria; por el contrario, si todos los parados son igualmente elegibles (y = d), la única persistencia en este modelo es la asociada al shock permanente Zw.

El incremento de la proporción de parados de larga duración es la característica más sobresaliente de los cambios en la estructura del mercado laboral durante la recesión, pero no la única. Esta clase de modelos de persistencia puede aplicarse al análisis de otros cambios en la estructura del mercado de trabajo causados por la propia recesión y que pueden afectar al grado de persistencia, al provocar desajustes en la cualificación o en la localización entre vacantes y desempleados. Estos desajustes reducen la presión estabilizadora del desempleo en la medida en que los trabajadores en paro dejan de ser sustitutivos efectivos de los empleados.




4.2.3. Valoración de ambos enfoques

Los modelos descritos tienen implicaciones macroeconómicas similares, tanto en términos de política como de evidencia empírica, pero con distintas concepciones del funcionamiento del mercado de trabajo y de las políticas microeconómicas más adecuadas. Por otra parte, ambos mecanismos no son excluyentes, sino que operan conjuntamente a través de lo que Blanchard (1991b) ha denominado efectos de miedo y amenaza en la negociación salarial. Por ello es necesario evaluar su incidencia relativa. La implicación empírica más importante de los modelos de insiders se aprecia inmediatamente en (15). Los salarios deben estar fuertemente indiciados respecto a las ganancias de productividad nominal en la empresa, siendo esta propiedad la que diferencia a los modelos de insiders-outsiders de otros enfoques no competitivos de la determinación de salarios (Nickell y Whadhwani, 1990). Para evaluar la influencia relativa de factores específicos   —119→   de la empresa frente a variables agregadas en la determinación de los salarios individuales, es necesario recurrir al análisis de información desagregada.

Consideremos un modelo general que incorpora como casos particulares ambas interpretaciones del funcionamiento del mercado de trabajo (Layard et al., 1991). La siguiente ecuación de salarios u oferta de trabajo para la i-ésima empresa,

Fórmula

(22)

refleja el hecho de que sobre el salario influyen los dos tipos de factores analizados: Fórmula, que recoge la influencia de los factores específicos de la empresa, y Fórmula, que representa la influencia de las oportunidades exteriores de sus trabajadores. Sustituyendo estos componentes por sus expresiones (15) y (20)69, tenemos la siguiente expresión general para la ecuación de salarios70,

wi = l(p + ai — (1 — a)n1) (1-l)(w — dU + Zw)

(22’)

El parámetro l, definido para asegurar la neutralidad nominal, determina hasta qué punto los trabajadores pueden apropiarse de las ganancias autónomas de productividad. Por ello, la estimación de l constituye la base del contraste econométrico sobre la capacidad explicativa de ambos enfoques. Un valor de l cercano a cero significa que los trabajadores empleados no pueden extraer rentas de situación y que, por tanto, son las condiciones generales del mercado las que determinan el salario. Bajo el supuesto de homogeneidad de las empresas y de competencia perfecta en el mercado de bienes y servicios es fácil comprobar que el valor de l no está identificado en ecuaciones agregadas de salarios; para cualquier valor de l, el salario real debe aparecer fuertemente indiciado respecto a la productivida d agregada. Agregando sobre todas las empresas tenemos,

w = p + a — (1 — a)n1 — (1 —l) l–1dU

(23)

  —120→  

Sin embargo, la evaluación del valor de l es muy importante para entender los mecanismos de determinación de la NAIRU y su dinámica. Si consideramos la demanda de trabajo derivada a partir de (17), agregando se obtiene la siguiente expresión para la NAIRU:

Fórmula

(24)

La expresión (24) representa el desempleo de equilibrio. Esta expresión general recoge como casos extremos los analizados hasta ahora. Si los trabajadores empleados se apropian plenamente de las ganancias de productividad (l = 1), el empleo agregado es proporcional al objetivo de los negociadores e independiente de las condiciones de oferta de trabajo. En el extremo opuesto, cuando los salarios responden a las condiciones de mercado (l = 0), la tasa natural de desempleo viene enteramente determinada por los factores estructurales agrupados en Zw. Por último, si se supone que sólo el desempleo de corta duración influye en Fórmula, y que Fórmula puede aproximarse por el empleo del período anterior, la ecuación (24) presenta una estructura dinámica que abarca a (8) y (11) como casos particulares:

Fórmula

(25)

La evidencia empírica internacional no parece compatible con un valor de l cercano a la unidad, ya que la evolución de los salarios es más homogénea que la del empleo. Los estudios econométricos se han centrado en la estimación de ecuaciones de salarios del tipo (22’) y muestran que la elasticidad de los salarios respecto a lIa productividad de la empresa es significativa pero menor que la elasticidad respecto a las condiciones agregadas del mercado de trabajo. El valor del parámetro estimado se sitúa en un intervalo que va desde 0,05, para países de negociación centralizada (Suecia, Noruega, Alemania), hasta 0,30 en Estados Unidos y Japón (Nickell y Wadhwani, 1990)71.

  —121→  

Los efectos de la duración sobre el desempleo se han analizado también en el marco de los modelos de búsqueda y matching, haciendo uso de la descomposición tradicional de la tasa de paro:

Fórmula

donde, bajo el supuesto de estado estacionario, el último término se cancela. La evolución del desempleo en los países en los que más ha crecido se debe, principalmente, a un aumento extraordinario del segundo componente, que, al aproximar la inversa de la probabilidad de abandonar el desempleo para un parado individual, refleja la duración media de los períodos de desempleo. La probabilidad de abandonar el desempleo es el objeto de estudio de los modelos de búsqueda y matching. Esta probabilidad puede descomponerse en sus dos términos: la probabilidad de recibir una oferta y la probabilidad condicionada de aceptarla. La duración del desempleo es un factor que influye simultáneamente sobre ambas probabilidades, reduciendo la primera y aumentando la segunda. El efecto estigma asociado a largas duraciones, así como la reducción en la intensidad de búsqueda (Layard y Bean,1989) o en la inversión en formación (Acemoglu,1992), reducen la probabilidad de recibir una oferta de trabajo72. Por otra parte, el parado de larga duración tiende a reducir su salario de reserva, lo que aumenta la probabilidad de aceptar cualquier oferta, por lo que el efecto final es ambiguo. Sin embargo, la evidencia, tanto microeconómica como macroeconómica, es favorable a la existencia de un efecto duración73. En consecuencia, aunque el peso de las condiciones específicas es significativo, no parece tener entidad suficiente como para explicar por sí sólo la fuerte persistencia agregada del desempleo en algunos países. Las transformaciones estructurales en el mercado de trabajo, acaecidas tras largos años de elevado desempleo, aparecen como las principales responsables de las dificultades de una recuperación macroeconómica equilibrada.







  —122→  
5. Consideraciones finales

La evolución del desempleo agregado en los países de la OCDE tiene como característica más importante un elevado grado de persistencia. Los modelos del ciclo económico, que explican con mayor o menor fortuna las fluctuaciones de corto plazo, dan cuenta, sin embargo, de una pequeña proporción de la varianza del desempleo, con lo que el estudio de la tasa natural o NAIRU pasa a un primer plano. El desempleo de equilibrio no es sino el resultado de un conjunto de ineficiencias en los mercados de factores y productos de una economía y mide la magnitud del exceso de oferta necesario para que estas ineficiencias no generen una inflación descontrolada. A diferencia de los modelos convencionales del ciclo, en los modelos de persistencia las políticas de demanda pueden influir en el desempleo no sólo a corto sino también a largo plazo. Sin embargo, esta influencia es asimétrica, por lo que, desde un punto de vista macroeconómico, la conclusión más importante que puede extraerse de estos modelos es la necesidad de un manejo adecuado de la política de demanda. Cuando el incremento en el desempleo se debe a alguna perturbación negativa de oferta, la presión de la demanda se traslada rápidamente a los precios sin efectos reales significativos. Por el contrario, cuando la inflación es muy elevada, una política contractiva muy drástica puede agudizar los mecanismos endógenos de persistencia, generando más rápidamente efectos reales (negativos) que nominales (desinflación).

El manejo juicioso de la demanda debe complementarse con la aplicación de las políticas de oferta. El énfasis en un tipo u otro de medidas depende de la importancia relativa que se asigne a los distintos mecanismos de persistencia. La reducción del desempleo pasa por la aplicación de políticas estructurales de oferta que faciliten el funcionamiento competitivo de todos los mercados y reduzcan la presión sobre las rentas nominales. Una de las principales consecuencias de la recesión es la progresiva insensibilidad de los mercados a los excesos de oferta. En el mercado de trabajo, un desempleo elevado no parece influir en el nivel de la presión salarial, sino que para ello es preciso que el desempleo esté aumentando. Esta fuente de persistencia debe asimismo ser corregida favoreciendo la elegibilidad de todos los trabajadores para los puestos de trabajo disponibles. De acuerdo con el modelo de insiders, la reducción de la NAIRU y de su dependencia del pasado requiere la aplicación de medidas que aumenten la influencia   —123→   de los parados en la negociación colectiva. La reducción de los costes de despido actúa en ese sentido, al igual que las orientadas a reducir otros aspectos de los costes de rotación mediante la mejora de la formación. Aunque los modelos de insiders-outsiders se asocian a la negociación sindical, hay que tener en cuenta que este mecanismo de persistencia no depende de la presencia de un sindicato organizado. Por el contrario, la presencia de sindicatos cuya implantación excede al marco de la empresa puede mitigar el poder de los insiders introduciendo el desempleo agregado en la función objetivo de los negociadores. Por tanto, a efectos de la política económica no hay que confundir el objetivo de reducir el poder monopolista en el marco de la empresa con el de reducir genéricamente la influencia sindical, ya que ello podría, en contra de lo deseado, contribuir a agudizar la insensibilidad de los salarios a las condiciones del mercado.

Como en el modelo de insiders, en las teorías que enfatizan el efecto duración la persistencia se debe a la heterogeneidad de los trabajadores en cuanto a su elegibilidad por parte de la empresa. En aquel modelo eran las barreras institucionales, o los costes fijos, los que producían la distinción efectiva entre empleados y desempleados; aquí, la línea divisoria se establece entre aquellos trabajadores que la empresa considera competitivos para ocupar una vacante (porque están empleados o porque su reciente desempleo no indica un grave deterioro de su capacidad potencial) y aquellos que dejan de ser elegibles debido a que una larga permanencia en el desempleo genera un efecto estigma sobre sus aptitudes y capacidad. La duración del desempleo también reduce la presión a la baja de los salarios por otras razones; el desánimo y la reducción en la intensidad y eficacia de la búsqueda por parte de los parados son factores de difícil cuantificación pero de una indudable relevancia práctica. Las implicaciones de politíca económica que se desprenden de este enfoque son inmediatas. Por razones de equidad, pero también de eficiencia macroeconómica, es prioritario evitar la generalización de largas duraciones en el desempleo, ya que el colectivo afectado no sólo sufre especialmente los rigores de las recesiones económicas, sino que además pierde toda capacidad estabilizadora respecto a la inflación. El paro de larga duración pasa a ser un puro desperdicio de recursos. Es preciso, por tanto mitigar los shocks que pueden apartar de facto a muchos parados del proceso de búsqueda, así como procurar una reinserción en el mismo con políticas que aumenten la intensidad y eficacia de la búsqueda. Es igualmente   —124→   prioritario aplicar medidas de discriminación positiva en favor de este tipo de parados en el proceso de contratación. Formación, movilidad, reforma del subsidio de desempleo y programas especiales de empleo son, pues, las medidas microeconómicas que, de acuerdo con esta interpretación de la histéresis, deben acompañar a todo proceso de recuperación macroeconómica.

Sin embargo, nuestro conocimiento en este terreno es insuficiente. La incorporación de dinámica endógena o exógena a la NAIRU y la representación de esta dinámica en términos de la influencia del desempleo de larga duración o del objetivo de los insiders, no es, posiblemente, sino el feliz hallazgo de las proxies más adecuadas en el presente para representar cambios estructurales más profundos que no sabemos como endogeneizar. Pero no hay que olvidar que las medidas de oferta tienen una repercusión inmediata sobre la distribución de la renta. De hecho, el coste social de la aplicación de estas medidas puede ser muy elevado (aunque también lo es el beneficio); por ello es necesario un conocimiento preciso de los mecanismos de la persistencia con el fin de no errar en el diagnóstico de las causas del desempleo ni en la propuesta de medidas para su reducción.




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Abstract

Conventional macroeconomic models of the business cycle, whether keynesian or neoclassical, can hardly account for the extraordinary   —127→   persistence of aggregate unemployment observed in market economies. This persistence is better explained by a combination of long lasting (though not necessarily permanent) supply shocks and some induced changes in the way the labour market works, which make real wages respond less to observed unemployment. As employment falls, a higher proportion of the unemployed become less eligible for the existing jobs, and contribute less to wage moderation. This interpretation has clear implications both for macroeconomic and macroeconomic policies.