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Prosigue la lección IV, y se trata de los medios de fomentar las Artes(39).

     El único medio de hacer florecer las artes es el consumo de sus obras, así interior como exterior; todos los demás medios que se han inventado, dependen de este; porque según los principios que acabamos de proponer, los artistas sólo se emplean en sus oficios en quanto sacan con su trabajo su mantenimiento: luego sólo consumiéndose, o vendiéndose sus obras se aplicarán al trabajo; si no, desampararán sus talleres. Mas quando el consumo fuese mayor que las obras de los artistas, se encarecerían estas, enriqueciendo a sus autores; lo que llamaría a hombres de otras profesiones a dedicarse a las artes: y así estas se mantienen y aumentan con el consumo de los géneros.

     Veamos ahora los medios de aumentar el consumo(40). Éste o es interior de los mismos naturales del país, o exterior de las naciones vecinas, que en cambio nos dan las producciones de sus tierras. Dos cosas aumentan el consumo interior, la multitud del pueblo que consume, y el que no consuma géneros estrangeros. Si en el pueblo hay muchas gentes de labradores y de las otras clases, y si viven con abundancia, gastarán muchos géneros, y enriquecerán a los artesanos. Pero si las otras clases viven en la miseria y apenas tienen lo necesario, el mal se extenderá a las artes y a todas las profesiones. Non sibi, sed domino gravis est quae servit egestas. Para que no se gasten géneros estrangeros, la prohibición de ellos parece el camino más corto. Una nación puede obligar a otra a vender lo superfluo, pero no a comprar lo que no necesita. A nación alguna se le puede quitar la libertad de prohibir aquellos géneros, cuya venta daña a sus intereses. Pero si por otra parte la otra nación no comprara los géneros que nos sobran. Entonces la medicina se convertiría en veneno. Lo que se debe procurar es que florezcan más las artes necesarias y de un común consumo, que las exquisitas; porque las primeras, aunque menos atendidas, forman un ramo más precioso de comercio.

     El consumo exterior(41) se consigue con la bondad y precio acomodado de los géneros, y esto también asegura el consumo interior. Quando decimos bondad del género, entendemos relativa a su precio, porque una tela barata y grosera puede tener igual bondad respectiva a otra mucho más fina, pero desmedidamente cara. Lo que junto con la bondad aumenta el consumo es la copia de géneros de todas clases y de todos precios, que es lo que comúnmente se llama

surtido. Por eso las leyes que prescriben la calidad de los artefactos(42), hacen un daño increíble a las artes, porque no puede haber géneros de todos precios y de todas clases, acomodados las facultades de los compradores sino de una sola clase prescrita por la ley. Es cierto que la buena fe mantiene el crédito de las manufacturas; pero en nada se opone a la buena fe que haya géneros de peor calidad, con tal que se vendan más baratos.

     Por esto se deben distinguir los defectos ocultos y los que están a la vista: los primeros debe precaverlos la ley, pero no los segundos. Así será útil al comercio y consumo la ley que determine el número de varas de la pieza, y castigue al transgresor para evitar el rodeo de medir; la ley que prohíbe usar de tintes que manchan las ropas; pero prescribir su ancho y grueso, y otras cosas de este modo, es querer fixar los caprichos de los hombres, y hacer invendibles los géneros. No parece creíble que las leyes de cierta nación sujetasen a estas formalidades sus fábricas, al mismo tiempo que se permitía a los estrangeros vender sus géneros sin estar sujetos a las mismas formalidades. Lo que sería muy útil es, que cada fabricante pusiese su plomo, en el que declarase el número de varas y calidad de la ropa, y que fuera responsable de su mala fe; prohibiendo como falsedad el valerse un fabricante del sello de otro.

     El precio de las obras y manufacturas depende de tres causas(43): depende de lo barato de las materias primeras, de lo barato de los jornales y facilidad del transporte, y de lo baxo del interés, o precio del dinero. Las materias primeras parece han de abaratar prohibiendo su extracción y facilitando la importación de las que no se crían en el país: esto segundo es más cierto que lo primero, porque como la agricultura sólo se fomenta con el consumo, tal vez con prohibir la salida de las materias primeras sobrantes, en lugar de abaratarlas, se hará que la tierra no las produzca: con que el medio es cargarlas de impuestos a su salida, de suerte que las fábricas estrangeras ya no puedan concurrir con las nacionales, a no ser que el género fuese único, que entonces convendría el no permitir saliese sino manufacturado.

     Los jornales son baratos donde lo es el mantenimiento de los jornaleros: la agricultura bien dirigida y el comercio interior libre deciden este punto; pero aun siendo los víveres baratos, los jornales serán caros si fue muy largo y costoso el aprendizage, si se gastó mucho en el examen, si parte de la ganancia se ha de dar para pleytos de oficio, si hay algún privilegio exclusivo, &c. Porque el precio de la mano de obra es igual al doble del mantenimiento del artista: más el tiempo del aprendizage, los gastos de la maestría, y demás extorsiones que el artesano, como es conseqüencia clara de lo que diximos en la Lección II. Las cosas a más del precio que tienen al pie de la fábrica, tienen un sobreprecio en el lugar de su venta, fundado en el transporte: quanto el valor de este es menor, tanto mas barato es el género: de aquí nace la utilidad de los caminos para las artes, y también de los canales junto con la comodidad de los fletes.

     Lo que decimos del precio del dinero, a la primera vista no se entiende tan claramente; pero a poca reflexión que se haga, se conoce que en toda arte, o fábrica se tiene empleada una porción de dinero en materiales y labores proporcionada a la extensión de la fábrica. Esto supuesto, el dinero se emplea, o en tierras, o en préstamos; esto es, censos, rentas vitalicias &c. O en comercio y manufacturas. El primer empleo es el más seguro, el segundo el más desembarazado y libre, y el tercero el más expuesto, y por consiguiente debe ser el más provechoso. De aquí se deduce, que quando el interés del dinero en préstamos está muy subido, nadie querrá emplearle en tierras, ni en el comercio: quando es muy baxo, crecerá la agricultura y el comercio con las manufacturas.

     De lo dicho hasta aquí depende la solución de dos qüestiones que son muy célebres en esta materia: la primera, si en los lugares grandes son útiles las fábricas(44): la segunda, si son útiles los gremios(45), o asociaciones de los oficios. En quanto a la primera, aunque siempre en los lugares grandes son más caros los comestibles y así las fábricas bastas no podrán sostenerse; con todo como las finas necesitan mucha porción de dinero empleado, y el precio del dinero es menor en los lugares grandes que en las poblaciones pequeñas, muy bien podrán florecer. En la segunda qüestión se ha de considerar, que los que impugnan los gremios entienden los gremios mal combinados, y con unas constituciones ridículas; los que los defienden, al contrario se forman en su idea unas asociaciones de los oficios, quales nunca las ha habido; y tratando de los gremios bien dirigidos, aunque tengan algunos defectos, parece que son útiles; porque las artes están expuestas a muchos reveses y accidentes, y tal vez requieren fondos, y conocimientos, que no se pueden esperar de sujetos desunidos. Por eso los oficios especialmente complicados y extensos, requieren estas asociaciones bien dirigidas para su subsistencia y perfección. Y la experiencia, que es gran maestra de verdades, hace desear estas asociaciones a todos los artesanos.

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