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Extensión Universitaria y Formación Curricular Complementaria

Reyes Berruezo Albéniz


Vicerrectora de Estudiantes y Extensión Universitaria Universidad Pública de Navarra


Introducción

A comienzos del siglo XXI podemos situarnos ante la noción de Extensión Universitaria adoptando tres perspectivas distintas y necesariamente complementarias:

1. La perspectiva histórica, de la que incorporamos, a partir del siglo XIX, la emergente función social de la Universidad derivada de los cambios ideológicos y de las transformaciones sociopolíticas que confluían en esos momentos.

2. La perspectiva legal, abierta a partir de la Ley de Reforma de la Universidad, de 1983, y de la vigente Ley Orgánica de Universidades. De la ambigüedad de su contenido es reflejo el texto que la Conferencia de Rectores acaba de proponer como base en el proceso de renovación de Estatutos que estamos viviendo las universidades. Según este texto el alcance de la extensión universitaria sería:

-«El fomento, impulso y coordinación de cuantas actividades se dirijan a conseguir la formación integral del universitario, singularmente en los ámbitos de la música, el teatro, el cine, el deporte, las artes plásticas, etc.

-La tutela del funcionamiento de las asociaciones juveniles.

-La promoción de las publicaciones periódicas de la Universidad dirigidas a informar a los estudiantes, amigos y antiguos alumnos de la Universidad.

-La programación específica de la extensión cultural y de la movilidad estudiantil.

-El alojamiento estudiantil.

-La inserción laboral y formación continua de los estudiantes.

-La promoción de la oferta académica de la universidad».

3. Una perspectiva dinámica, que nos sitúa en estos momentos a todos nosotros como Vicerrectores de Extensión Universitaria, como protagonistas de la actualización y en alguna medida, reformulación del concepto de extensión universitaria en función de las nuevas realidades sociales del siglo XXI.

Seguramente nuestra actuación diaria es heredera de cada una de las tres perspectivas y las diferentes experiencias que en este congreso estamos exponiendo, se explican y justifican desde las características específicas de nuestras universidades y desde el compromiso que adoptamos con nuestro entorno. Este es precisamente el interés de este encuentro, exponer una visión panorámica de lo que venimos denominando extensión universitaria en las variadas circunstancias en las que desarrollamos nuestra acción y dependiendo de las diversas visiones que coexisten sobre la función de la Universidad en el siglo XXI.

La experiencia que quiero transmitirles se está desarrollando en la Universidad Pública de Navarra. Una joven universidad, la primera creada tras la LRU, con diez mil estudiantes, veintidós titulaciones, estructurada siguiendo hasta sus últimas consecuencias el modelo departamental y con un campus diseñado ad hoc, donde todos los estudiantes reciben clases en un único aulario y todos los servicios universitarios están ubicados a distancias máximas que se tardan en recorrer cinco minutos andando.

Durante estos últimos seis años, y al amparo de la flexibilidad curricular que propicia la existencia de materias de libre elección en los planes de estudio, se ha desarrollado una programación complementaria a la ordenación docente oficial orientada a satisfacer amplias necesidades e intereses intelectuales, culturales, sociales y deportivos de los estudiantes. Esta programación, que ha supuesto un importante esfuerzo económico y organizativo, ha sido una apuesta por ampliar y enriquecer la formación de nuestros estudiantes con propuestas formativas de calidad y metodológicamente innovadoras. Los talleres, escuelas y cursos han tenido una excelente acogida, en estos momentos participan de ella más del 40% de los estudiantes y creemos que está produciendo una vida universitaria más rica y germen de una extensión universitaria más auténtica.






Punto de partida

Uno de los retos que nos encontramos las universidades jóvenes es el de dotar al conjunto de nuestra actividad de un estilo universitario que en las viejas universidades europeas fue cristalizando durante siglos, pero que ahora es preciso actualizarlo en unas instituciones de nueva creación que, además, han sufrido profundas transformaciones estos últimos años. A los efectos de esta presentación de todos los cambios experimentados por la universidad española, me interesa destacar dos:

-El carácter eminentemente profesionalizador que la sociedad atribuye en estos momentos a la universidad. Esta tendencia ha ido en detrimento de la presencia en las universidades jóvenes de las titulaciones y contenidos humanísticos que tradicionalmente estaban presentes en todas las universidades y que constituían el sustrato de lo que se conoce como formación liberal, transmisora de la herencia cultural occidental a los universitarios.

-La variada extracción social de los estudiantes que acuden a las aulas. Gracias a los avances en la democratización en el acceso a la universidad podemos constatar que un porcentaje de estudiantes considerable posee una escasa familiarización con los bienes culturales, como consecuencia de su extracción social.

En nuestra universidad, pasado el primer momento fundacional y con todas las titulaciones en marcha, fuimos conscientes de la necesidad de abordar unos objetivos formativos más ambiciosos que se enmarcaron dentro del primer Plan Plurianual y, posteriormente, en el Plan Estratégico. En esos momentos comenzó a cobrar especial protagonismo la extensión universitaria, plantada en un primer momento únicamente como proyección universitaria.

Lentamente los primeros años, y de una manera más decidida desde 1999, se comenzó una ambiciosa programación cultural con proyección en la ciudad, se iniciaron las actividades del Aula de la Experiencia, se planificaron actividades a otras localidades, se retomaron los cursos de verano, etc. Es decir, se llevaron a cabo las actividades convencionales de Extensión Universitaria. Sin embargo, una preocupación subyacía en toda esta planificación: el riesgo de cuidar más la difusión cultural fuera de las aulas que la que desarrollábamos con nuestros propios universitarios y, en este caso, convertirnos en unos agentes culturales, más que en unos difusores de nuestra propia actividad cultural, motor, a la postre, de una verdadera extensión universitaria.

En consecuencia, se vio la necesidad de programar actividades que complementaran la formación curricular de los estudiantes, facilitándoles el acceso a los lenguajes y experiencias de la cultura (las artes y las ciencias) y a las destrezas y habilidades necesarias para manejarse en la sociedad. Se trataba de introducir un pequeño cambio en el diseño de la vida universitaria que propiciara espacios en libertad para el desarrollo personal y social y que a la vez enriqueciera y cohesionara la vida universitaria.

El instrumento de este nuevo diseño fue el acuerdo de la Junta de Gobierno de marzo de 1966 (ampliado el 2000 y 2001), que permitía la concesión de créditos de libre elección a los estudiantes que realizaran una serie de actividades deportivas y culturales en determinadas condiciones de planificación y control académico. Inicialmente fueron las actividades deportivas, luego el aprendizaje de idiomas, los talleres culturales, etc.






Descripción de la experiencia

Iniciada tímidamente la concesión de créditos por actividades deportivas -fuimos la primera universidad en hacerlo-, en estos momentos se están planificando actividades formativas por las que se conceden créditos en seis ámbitos diferentes: deportes, actividades culturales, idiomas, prácticas en empresa, educación para la salud y asociacionismo y participación juvenil. Sin contar las prácticas y los cursos de idiomas, funcionan casi sesenta talleres en los que participan cerca del cuarenta por ciento de nuestros estudiantes.

Los rasgos que caracterizan estas actividades son los siguientes:

-Tienen carácter voluntario. Los estudiantes que las eligen tienen una particular motivación y están dispuestos a una dedicación suplementaria.

-Están planificadas con intencionalidad formativa. Los objetivos, y en su caso contenidos y actividades, están publicados. El profesorado es cualificado y en la mayor parte de los casos de especial prestigio en su campo. El estudiante es evaluado.

-Son actividades transversales. Abiertas a estudiantes de las diferentes titulaciones, constituyen un punto de encuentro para personas de sensibilidades semejantes pero situaciones universitarias variadas.

-En muchos casos son actividades intergeneracionales ya que están abiertas al profesorado, PAS, y Amigos y Antiguos Alumnos.

-La metodología activa y participativa.

-Implican una actividad extra del estudiante ya que el número de horas reales excede siempre al número de horas valoradas.

-A pesar de estar muy financiadas por la universidad, para fomentar la responsabilidad del estudiante suponen siempre un pago de matrícula adicional.

-En muchos casos los estudiantes asumen el compromiso de una presentación pública del resultado de los aprendizajes: representación teatral, exposición, etc.

-Frecuentemente los estudiantes que se acercan a una actividad para conseguir créditos, en años sucesivos se matriculan por afición a la actividad desarrollada.

Como puede verse en los cuadros y gráficos que adjuntamos, el camino iniciado en 1996 ha tenido un gran potencial de crecimiento en calidad y cantidad de las actividades programadas y en participación estudiantil. El número de estudiantes año tras año sigue creciendo en números absolutos y, sobre todo, en términos relativos.

Gráfico 1

Evolución de estudiantes que realizan actividades complementarias

Gráfico 2

Gráfica comparativa de la evolución total de estudiantes y de los que realizan actividades complementarias

Gráfico 3

Desglose del tipo de actividades desarrolladas por los estudiantes

Gráfico 4

Evolución de la matrícula en los talleres culturales








Conclusiones

Creemos que a través de esta programación, la actividad académica de nuestra universidad se ha visto enriquecida en seis ámbitos que resultan importantes a los estudiantes para:

-incentivar y posibilitar hábitos deportivos saludables que compensen la actividad sedentaria e intelectual de los estudiantes,

-dotarles de competencias lingüísticas (orales, escritas en castellano y en lenguas extranjeras), necesarias en el mundo académico actual e imprescindibles en su vida profesional futura,

-complementar su formación teórica con formación práctica, en entornos reales,

-introducirles en los fundamentos, recursos y lenguajes básicos de los diferentes campos culturales,

-facilitarles una educación para la salud en cuestiones especialmente relevantes en las edades o situaciones en las que se encuentran,

-dotarles de habilidades sociales y de instrumentos para una vida asociativa y participativa eficaz.

Si nos centramos más en los aspectos culturales, hemos constatado que:

-la formación recibida en los talleres de actividades culturales ha propiciado un incremento de la actividad cultural en la universidad manifestada en actuaciones, exposiciones, concursos, etc.,

-la actividad de las diferentes escuelas y talleres se ha proyectado en la vida cultural de Pamplona y Navarra a través de actuaciones, representaciones, etc.,

-desde los diferentes talleres se han generado ideas e iniciativas nuevas que responden a los intereses estudiantiles,

-la mayor parte de los talleres culturales han fidelizado a sus integrantes manteniendo a los estudiantes más de un curso en talleres de mayor nivel de profundización,

-se han creado asociaciones estudiantiles con una mayor proyección cultural,

-se ha incrementado la asistencia y participaciones en las actividades culturales programadas,

-los profesores y tutores de los talleres, escuelas y prácticas en empresa nos posibilitan una mayor presencia de la universidad en el entramado cultural, deportivo y empresarial navarro a la vez que les acerca a ellos al quehacer de la universidad.

La orientación al entorno es uno de los principios orientadores de nuestro Plan Estratégico. Este objetivo procuramos alcanzarlo a través de múltiples actuaciones entre las cuales se encuentran las de extensión universitaria. Dentro de ellas, los talleres y escuelas descritos pretenden sentar las bases de un universitario con una formación más completa, con unas sensibilidades culturales y sociales más desarrolladas y con unas actitudes vitales abiertas a las cambiantes necesidades del siglo XXI. En el largo camino que la extensión universitaria tiene todavía por recorrer en nuestro país, esta es una aportación más que quiere hacer de la formación una apuesta de futuro por el compromiso social.



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