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OVIEDO, Alejandro, Un príncipe sordo. La historia de Emmanuel Filiberto de Carignan (1630-1709), en: http://www.culturasorda.eu/4.html, apartado hitos sordos.

 

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F. Fernández de Córdoba, Abad de Rute, o. c.

 

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Juan Pérez de Montalbán (1602-1638) en su obra Para todos ejemplos morales humanos y divinos, (Madrid, 1632, Alonso Pérez) afirmaba lo siguiente: «El arte de enseñar a hablar los mudos, que es una enmienda casi milagrosa de la naturaleza, de que fue el autor el estudioso y prudente ingenio de Juan Pablo Bonet Barlet Servant, Secretario de su Majestad, es nobilísimo por la contemplación profunda que requiere juntamente con la noticia grande de las lenguas y nombres de las letras, cuya experiencia se vio ejecutada por el mismo Juan Pablo en un hermano del condestable de Castilla, supliendo con su diligencia y cuidado mucha parte de la defectuosa lástima con que este caballero nació.» Pero historia que intentó rebatir una glosa anónima a una edición póstuma de Para todos de 1645, (Sevilla, Francisco de Lyra), afirmando en una Advertencia al lector que «El doctor Juan Pérez de Montalván, en el día sexto de la semana de este libro, en el discurso que hace de todos los artes en común y en particular, o con siniestra información que tuvo, o con la equivocación de haber visto un libro que sacó a luz Juan Pablo Bonet de Hábito de Santiago, secretario de su Majestad, Arte a enseñar a mudos, atribuyó a ese caballero la enseñanza del marqués del Fresno, hermano del Condestable de Castilla, que padeció el impedimento de la mudez. Y porque a cada uno se lo dé lo que es suyo, se advierte que el verdadero maestro de esta enseñanza fue don Manuel Ramírez de Carrión, secretario de su Majestad que lo fue del marqués de Priego, duque de Feria y su maestro, hoy asiste en esta Corte, enseñando a hablar al Príncipe Emmanuel Filiberto Amadeo de Saboya, primogénito de los serenísimos príncipes de Cariñan Tomás de Saboya y María de Borbón, habiendo con su gran ingenio y singular industria, enseñado y comunicado la habla a otros muchos mudos, unos de nacimiento y otros por accidente, como mejor informado, tenía determinado de declararlo así doctor Juan Pérez de Montalván en esta impresión, si no lo atajara la muerte.» Nota tras la cual, es una hipótesis, se debería ver la mano negra del extravagante cronista aragonés Joseph Pellicer Abarca, y su inédita y venenosa Prefación a don Manuel Ramírez de Carrión, Secretario de su Majestad, Maestro del Serenísimo Emanuel Filiberto Amadeo II, de la Mayor Ciencia que es hablar, leer y escribir. Academia de la Historia, col. Salazar, ms. N-12, 206.

 

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Historia que se conoce gracias al relato del viajero y diplomático inglés Kenelm Digby, con motivo de su visita a Madrid en 1623 acompañando al príncipe de Gales, y donde Digby, sin citar a Juan de Pablo Bonet, habla de su obra o de los resultados alcanzados por Luis de Velasco, en particular en el uso que hacía el joven de la «lectura labial», asunto del cual Pablo Bonet en su obra se declaraba profano. Historia que recogió por primera vez en España Hervás y Panduro, citándola procedente de la obra anteriormente vista de Schotti, y donde Digby comentaba que Luis de Velasco era capaz de pronunciar, «no solamente palabras españolas, sino también inglesas y célticas del dialecto de cambro bretano (sic) en presencia suya y del príncipe de Gales». HERVÁS Y PANDURO, op. cit., vol. I, pp. 308-309.

 

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Tal como apunta Pablo Bonet en su obra de 1620, el leer cualquier idioma en voz alta y por parte de oyentes que no entendían el significado de la lectura, era en su época un hecho normal y habitual, puesto que en su tiempo se veía en todas las universidades españolas, donde había excelentes «Lectores» de Latín o Griego, que no sabían ni un ápice de aquellos dos idiomas clásicos. Historia idéntica a la relatada por el abate francés Miguel L'Epée, fundador en París y en siglo XVIII de la primera escuela gratuita y universal para sordos, cuyos alumnos sordos eran capaces de leer en francés, en inglés, en italiano o en español, sin entender ni jota, puesto que según él lo importante era que aquellos «mudos hablaban», lo que no era precisamente poco, y siempre con la esperanza puesta de que al final «entendieran» aquellas lecturas.

 

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GASCÓN RICAO, A. y STORCH DE GRACIA Y ASENSIO, J. G., Historia de tres plagios fabulosos. Ver en: http://www.ucm.es/info/civil/herpan/docs/Carrion2.pdf.

 

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Eléboro negro, latín elleborus, género de plantas ranunculáceas de raíz fétida.

 

48

Onza, medida romana, duodécima parte de la libra romana, equivale 28,7 gramos.

 

49

Agárico, especie de hongo comestible. Agárico mineral, silicato de alúmina y magnesia más ligera que el agua.

 

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Siropo, sirope, Galicismo por «jarabe».

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